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Historia y poesía, de lo que fue a lo que será

…buscar por el tiempo de la tarde el otro tigre, el que no está en el verso. Jorge L. Borges (Antología personal)
domingo 03 de julio de 2022 | 6:00hs.
Historia y poesía, de  lo que fue a lo que será
Historia y poesía, de lo que fue a lo que será

Pablo Camogli es un joven y reconocido historiador oriundo de Oberá y afincado en Posadas. Ha publicado ahora un libro, no un ensayo sobre su especialidad académica sino un poemario titulado “necio” con ilustraciones muy sugerentes de Mariela Montero.

Según palabras del autor “es mi primer libro de poesía. Son versos que escribí a lo largo de toda la vida, desde la juventud hasta la actualidad. Hay de todas las temáticas, de amor, de arte, de política, de historia, de la vida y de la muerte”. Si bien el espectro temático es amplio algunos vientos de voces soplan más fuerte que otros. Y recurrimos a esta metáfora porque en casi toda la obra es manifiesta una cierta perspectiva sensualista, donde los elementos de la naturaleza se manifiestan a través de frases cortas, chicotazos de sentido, puñales de palabras.

La poesía de Camogli es muy visual, sus versos son daguerrotipos (valga la elipsis histórica) donde confluyen campanarios, puertos, fauna, líneas de texto ásperas: “Hay vivos que nunca mueren, / aunque Borges verse el drama del caudillo en su suplicio, / o un Ernesto nos descarne sobre el río. / Son los vivos que no mueren, / sin victorias ni vencidos, / solo estiércol y derrota.”

García Lorca cuando presentó una obra de Pablo Neruda nos legó estas palabras: “La poesía requiere una larga iniciación como cualquier deporte, pero hay en la verdadera poesía, un perfume, un acento, un rasgo luminoso que todas las criaturas pueden percibir.” Esta conexión de García Lorca donde se considera a la poesía como una gimnasia vital donde se cruzan las acciones mundanales y el aura espiritual, manifiesta cómo Pablo Camogli asume su compromiso ideológico.

Esto nos remite a Nuccio Ordine (famoso intelectual italiano especialista en Giordano Bruno y el Renacimiento) cuando afirma que “ningún oficio puede ejercerse de manera consciente si las competencias técnicas que exige no se subordinan a una formación cultural más amplia.” Tal es el caso del historiador – poeta cuya obra reseñamos en Neaconatus.

Los seres humanos al caminar, no lo hacemos con ritmo. El ritmo aparece cuando al pasar los pies uno tras otro, lo construimos como forma en sí, con determinado propósito, como un sistema consciente u ordenación sentida en general. Entonces todo el cuerpo marcha, no solo las piernas. Pasa igual con la música. Cuando el compositor o el intérprete hacen música despiertan una marea emocional a través de la trama sonora, con altos y bajos, alternancias, tensiones y distenciones. Ningún artista, y Camogli, menos, se limita a ordenar ese crescendo o decrescendo como un plan matemático, sino según su propio sentir, y algunos, como justamente Camogli, lo hacen desde el alma.

La cadena de versos del poeta de “necio” (así con minúscula lo quiere Pablo) son como la arquitectura del ritmo que acompaña solidariamente la variada articulación del pensamiento. “Incondicional/Subcondicional/Condición, /predación; fugaz y total/Acumulación, /producción (por promoción); /aclimatación… Bella, bellísima, belleza/inmaculada proeza… (pág. 41). Camogli canta, con “rimas pasatistas, escritas al pasar, instantes conjugados, retratos, postales, recuerdos, memoria que se hizo verso”. Y canta a la pasión, al “deseo, al dolor, al placer, y todo, para volver a amar”, a la mujer sencilla a la evocación “perpetua del amor eterno, /en el onírico derrame de la nostalgia, /en las acaloradas aguas de la conjugación corpórea/de tu ser con el mío”. Pero el poeta va más allá: hay versos a una cena familiar, o a un andar (“Yira, gira” página 93), estampas de una receta que no está escrita y él debe inventarla, y su afirmación taxativa de que todo es político (“estos versos, también”).

El autor busca la cristalización de su estado sentimental por medio de una obra que desnuda una realidad, poniéndole no solo ritmo, sino cantando un suceder, o un haber sucedido, un estado de cosas, seguramente aportados por la experiencia o fraguados por la fantasía no solo personal, sino social. Así los poemas “La nocturna calle”, “En el comedor de los vecinos”, “Aquel cerro” (donde hay un soldado que otea el horizonte) y los otros poemas, donde la naturaleza, musa inspiradora, polícroma de sentidos, origen, génesis, deidad, es “mi tierra roja, (mi) lugar en el mundo” con que concluye el libro. Pero antes, “versos con melodía” para varias ciudades misioneras. Y “que vengan las tempestades, /que soplen los vientos, / cual Dios que acabe con todo, para que no quede nada”. Así aparece la intuición poética que se vale para manifestarse tanto y más que de la realidad representada, del modo de representarla. Nos parece que Camogli no solo tiene vislumbres de las cosas, sino que las va explorando y conquistando, porque el mundo lo tienta a transmitirnos su secreto sentido.

Cabe regresar sobre el factor visual de la obra y considerar que el aporte de Mariela Montero devino en una instalación artística en el Museo Provincial de Bellas Artes “Juan Yaparí” de Posadas, que consta de 18 lonas microcaladas impresas en diferentes tamaños. Una muestra que mixtura fotografía, artes plásticas y poesía, a partir de la interpretación libre de lo plasmado de Pablo Camogli.

Esta obra cuenta con el auspicio de la Secretaría de Estado de Cultura de Misiones. Un dato que no es menor, pues sugiere una implicación alentadora oficial en la dimensión literaria de la Provincia.

Por NEACONATUS

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