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Recibió un reconocimiento de la Facultad de Ciencias Exactas

Fue la primera ingeniera química egresada en Misiones y con 76 años sigue ejerciendo

Hilda Páez recibió su título en 1970 y durante 35 años cumplió funciones para una empresa correntina. Continúa trabajando porque para ella es “el mejor medicamento”

viernes 01 de julio de 2022 | 1:30hs.
Fue la primera ingeniera química egresada en Misiones y con 76 años sigue ejerciendo
Emocionada con la placa conmemorativa con su nombre en la facultad.
Emocionada con la placa conmemorativa con su nombre en la facultad.

Hilda Ester Páez (76) es la primera ingeniera química mujer egresada de la Facultad de Ingeniería Química, creada en 1957 en Misiones, antecedente de lo que hoy es la Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales de la Universidad Nacional de Misiones (Unam).

Pasaron más de 50 años de aquel día significativo para la vida profesional de Hilda, pero ella recuerda sus tiempos de estudiante como si los años no hubieran pasado tan rápido. Las evocaciones de antaño se hicieron vívidas la semana pasada cuando fue reconocida en el Día de la Mujer Ingeniera por autoridades de la facultad, ocasión en la que además se descubrió una placa en su homenaje.

Actualmente vive en Corrientes capital, ciudad que la acogió y le dio trabajo desde 1970, desde que era una reciente graduada y hasta su jubilación. Desde su hogar y en la sobremesa de un mediodía correntino, Hilda atendió la llamada telefónica de El Territorio y relató un poco de su historia y su actualidad.

“Siempre me gustaron mucho las matemáticas, la física y fui más de las Ciencias Exactas que de las Ciencias Sociales”, sostuvo sobre la elección de su carrera a la que ingresó en 1964.

Los estudios secundarios los hizo en el colegio Santa María, donde al graduarse ya recibió el título de maestra, por lo que durante dos años en paralelo ejerció la docencia y la cursada de sus estudios de grado en la facultad.

Tuvo la dicha de que tanto su padre como su madre le inculcaran el valor de la educación y se esforzaran por que pueda seguir adelante, suerte con la que no corrían todas las muchachas de la época en una sociedad en la que ciertas áreas estaban restringidas sólo a los varones.

“Mis padres siempre nos decían (a ella y a sus dos hermanos), que la mejor herencia que nos podían dejar era un título, ese era el concepto que se manejaba antes”, recordó.

Hilda contó que siempre fueron pocas las mujeres en el aula en comparación con los varones, sin embargo, no había diferencias ni incomodidades, por el contrario, siempre primaron el acompañamiento y el apoyo.

Con la ausencia de internet, celulares, televisión y diversos dispositivos que hacen más accesible el alcance de los contenidos, estudiar en los 60 era bastante sacrificado.

Así lo relató, la ingeniera: “No había tantos colectivos, con suerte te pasaba uno cada una hora, las calles no estaban pavimentadas. Todo era muy a pulmón: estudiar, conseguir los libros de la biblioteca, algunos nos comprábamos y compartíamos”.

Y en esa misma línea, agregó: “Hoy hay un gran cambio en eso para el bien de los chicos, por eso tienen que tener la responsabilidad de seguir estudiando, porque antes la vida era dura para todo, pero ahora también lo es, sobre todo cuando los hijos se van a estudiar fuera de la casa”.

Así, instó a las familias a apoyar las vocaciones de los hijos.

Trabajar, el mejor remedio

Hilda se fue a vivir a Corrientes en 1970, apenas egresada, luego de ver un anuncio de trabajo en la Facultad de Ingeniería, que en ese tiempo dependía de la Universidad Nacional del Nordeste (Unne).

En la capital correntina trabajó durante 35 años en lo que hoy es Aguas de Corrientes SA, pero que anteriormente fue Obras Sanitarias de la Nación y luego de Corrientes.

Al mismo tiempo, daba clases en la carrera de Ingeniería Química de la Unne y como si no fueran suficientes tantos años de trabajo, Hilda continúa ejerciendo la profesión y no está dispuesta todavía a colgar el guardapolvo. 

“Eran días muy ajetreados, de una dedicación full time. No sirvo para estar acostada o quieta por eso seguir trabajando para mí es el mejor medicamento”, aseguró con una risa contagiosa.

Sobre el trabajo que realiza actualmente, sostuvo: “Hago consultoría en higiene, seguridad y en medioambiente. Dentro de esto último hago la parte de estudios de impacto ambiental para distintos tipos de empresas según el alcance de mi título. Es hermoso porque todos los días aprendés algo nuevo”.

Hilda se casó en 1971 con un correntino al que todos conocían como Toto, con el que tuvo dos hijos varones que también son ingenieros químicos. Además, tiene siete nietos.

Se alegró y emocionó mucho con el reciente reconocimiento en la Facultad de Exactas, a tal punto que sigue recibiendo felicitaciones.

Por ello, agradeció a las autoridades de la facultad y a los compañeros que compartieron las aulas con ellas en los lejanos años 60.

“La verdad que no me puedo quejar de la vida, como siempre hay momentos tristes, pero uno los sobrelleva y sigue adelante con todo”, cerró.


Mujeres en la ingeniería

En 1866 se creó la primera Facultad de Ingeniería del país en la Universidad de Buenos Aires (UBA). No ingresó ninguna mujer, tuvieron que pasar 52 años para ver por primera vez una ingeniera: fue Elisa Bachofen, primera ingeniera argentina y primera en todo Latinoamérica, graduada en 1918. En 2024 la Unam cumplirá 50 años, sin embargo la historia de la carrera de Ingeniería Química se remonta a 65 años atrás, cuando en 1957 se crea la Escuela de Ingeniería Química, dependiente entonces de la Universidad Nacional del Nordeste (Unne), que el 10 de agosto logró el rango de Facultad de Ingeniería Química y fue antecedente a la actual Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales.

Y así, el 17 de noviembre de 1970 Hilda Páez fue la primera mujer ingeniera en recibirse de la facultad de la tierra colorada.

 

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