El viejo lavadero

No es que alguien allá por los años 50 decidió dejar a Mandové Pedrozo sin personajes; quizás lo que buscaron fue dar mayor equidad a las mujeres que se ganaban la vida lavando las ropas de las familias posadeñas en la costa del río. Aquellas desarrollaban sus tareas en las costas detrás de lo que hoy es el anfiteatro o en la laguna San José o hasta en El Brete.
Se erigieron tres lavaderos públicos municipales en Posadas. Uno de ellos por la zona de Corrientes y Roque Pérez, otro detrás del hospital (por la avenida Marconi) y el tercero por calle Catamarca, entre Lanusse y Coronel López, cuyos vestigios (su tanque) aun permanecen y remozados. Ya no están las canillas, ni las piletas, ni se oye el agua correr ni el ruido de los cepillos deslizándose sobre la ropa, tampoco las voces de esas mujeres, ni el olor a jabón en el lugar. Tampoco las prendas extendidas ni la gurisada corriendo por el techo en ‘S’ ante el enojo de las trabajadoras. Sólo queda el espacio vacío. La modernidad junto a la urbanización llegó al lugar. Allí, una escalinata que baja desde Lanusse desplazó el sendero escarpado por el que se descendía al lugar.  Faltan los sauces llorones de la López y los ranchos de Villa Mola, pero de vez en cuando se siente en las siestas, un rumor de agua caer.

Foto: Marcelo Rodríguez