Tung

domingo 19 de junio de 2022 | 6:00hs.
Tung
Tung

El tung es un árbol oriundo de la China. Su nombre científico es Vernicia Fordii. No forma un tronco alto pero si una considerable copa. Es de hoja caduca (la pierde en invierno), por esta razón resiste heladas moderadas.

Sus frutos se parecen al níspero.

El aceite de sus semillas es utilizado en la fabricación de pinturas. No sólo la vuelve elástica, aún cuando está seca; también la vuelve impermeable. Una vez seca se puede doblar un metal sin que la pintura salte.

La durabilidad de esta pintura es cinco veces mayor que las pinturas habituales y es especialmente elegida para pintar los cascos de los barcos de ultramar. Las maderas expuestas a la intemperie y al sol, pintadas con aceite de tung no se oxidan (no se tornan grises) y mantienen el color de sus vetas originales por muchos años.

El aceite de tung en la China se usó durante siglos como combustible en las lámparas porque casi no produce humo.

A través del tiempo, viviendo en Eldorado, pude recopilar la siguiente historia. Quizá no sea exactamente como sucedió pero en caso de duda me permito dejarlo en manos de mi sentido común o de mi imaginación. En todo caso el núcleo de mi historia es verídico.

En el kilómetro 8 de la Colonia Eldorado vivía un ex-capitán de Marina Mercante alemana. Fue durante muchos años capitán de un barco de pasajeros que hacía el recorrido Hamburgo-Róterdam-Singapur-Batavia-Nanila-Shanghai y otros puertos de la China.

Era un hombre ya entrado en edad, muy simpático y culto, hablaba varios idiomas. Se paseaba en las tardecitas por su hermoso rosedal leyendo Goethe en voz alta.

A principios de los años treinta del siglo pasado, estando Hitler ya en el poder, se había decretado la obligación del saludo hitleriano en la Marina Mercante Alemana.

Nuestro Capitán me contó personalmente que rehusó cumplir esa orden.

Por dos o tres viajes todo fue bien. Pero alguien lo delató.

Afortunadamente antes de volver a Hamburgo le avisaron que iba a ser arrestado. Como no quería terminar en Alemania en un campo de concentración, decidió desembarcar en Rotterdam dejando el mando de la nave a su primer oficial.

Hacía algunos años había asistido en el Consulado Argentino de Hamburgo a una disertación del dueño de la Colonia Eldorado. Se entusiasmó y viajó a Misiones. Compró tierras e hizo plantar yerba mate invirtiendo considerable capital.

Viajó directamente de Rotterdam a Misiones. Su plantación se ubicaba en el Km 8, sobre la picada principal. Construyó su casa y se casó con una farmacéutica. Su Señora era también muy simpática. Edificaron la primer farmacia de Eldorado. Fue durante muchos años la principal farmacia de toda la zona.

Los barcos de Dodero eran la única conexión con el mundo exterior. Estos barcos no sólo llevaban carga sino también pasajeros, acomodados en lujosos camarotes. El bar de estos barcos hacía de club social. En los puertos se socializaba, se bailaba y se bebía.

Se podía viajar hasta Buenos Aires pero era más rápido tomar el tren en Posadas.

En la película de Agatha Christie “Muerte en el Nilo” la trama transcurre en la réplica exacta de los barcos de Dodero.

Nuestro Capitán decidió un día embarcarse para visitar las ruinas de San Ignacio.

Recorriéndolas, en esos días todavía estaban cubiertas de selva, se encontró con unos árboles que había visto en la China.

Eran árboles de tung y nuestro capitán sabía de qué se trataba.

Por deducción, me imagino que estas plantas llegaron allí por los Jesuitas. Se sabe que viajaban constantemente y ellos fueron los primeros sacerdotes católicos que hicieron evangelización en la China.

Como no era época de frutas maduras nuestro capitán regresó a Eldorado. En el momento correcto volvió y recogió todas las frutas que pudo.

Preparó un vivero, plantó unas parcelas y así comenzó la primera plantación de Tung en el país.

Muchos colonos se interesaron. La Cooperativa Agrícola Eldorado también colaboró para fomentar su cultivo. En pocos años ya había un núcleo de plantaciones considerable. La Cooperativa, a través de sus socios y su Comisión Directiva decidieron con el tiempo, edificar una fábrica de aceite de tung, producto que se podía comercializar a muy buenos precios a los EEUU o Europa. La competencia siempre fue China que por su gran producción marcaba los precios internacionales para este producto.

En los primeros 5 años nuestro capitán fue el único que tenía plantines porque los árboles tardan 5 años en fructificar.

Los plantines se vendían como pan caliente. Secretamente volvía todos los años a San Ignacio para recoger semillas. Nuestro capitán hizo con esto considerable fortuna.

Alrededor del año 1955 calculo que había en Misiones unas 50.000 hectáreas plantadas con tung. Un grupo de colonos que deben haber tenido alguna divergencia con la Cooperativa Agrícola en cuanto a la comercialización del aceite, formaron una SA y edificaron una segunda fábrica de aceite de tung en Eldorado.

Esta nueva fábrica aprovechaba la cáscara seca como combustible para alimentar una caldera que producía vapor. Este vapor hacía funcionar una turbina que a su vez producía electricidad. Ésta se vendía a la Cooperativa de Luz de Eldorado abaratando los costos de la energía de la colonia porque el costo del combustible era prácticamente cero.

Además de estas dos fábricas había una en Dos de Mayo sobre la ruta 14 y la otra en Santo Pipó, cerca de Posadas.

Sobre el Paraná en distintos puertos, se construyeron tanques para almacenar el aceite que luego era transportado por buques tanque a Buenos Aires donde era trasvasado a los barcos de ultramar para su exportación.

El colono debía entregar su fruta con hasta 15% de humedad. Generalmente se secaba la cosecha en planchadas al sol. Algunos tenían secaderos expresamente para eso. El aceite se prensa exclusivamente de la semilla.

Con la segunda y tercera cosecha de mi yerba mate, pude terminar de plantar unas 50 has de tung en un lote que compré en el Km 21 de la colonia. Ese lote ya tenía 15 Has. de tung con las cuales pude adquirir experiencia.

Cada hectárea producía hasta 5 toneladas de fruta seca. El aceite producido de cada hectárea era de 0,5 toneladas.

Algunos años, generalmente por sequía, la producción era menor.

Además del mantenimiento de las hectáreas plantadas, había otras cosas que hacer. Tenía que triplicar la capacidad de almacenamiento para lo cual aproveché una colina escarpada en la entrada de la plantación. Construí unos “noques”(galpones), cuya carga se hacía desde arriba y la descarga hacia abajo. En ese momento ya tenía un camión volcador con el que entregaba los ladrillos de mi “oleria” (fábrica de ladrillos). El camión se cargaba por la fuerza de la gravedad ahorrándome mucha mano de obra.

En el año 1946 el gobierno había creado un ente estatal con el lindo nombre de IAPI (Instituto Argentino de Promoción e Inter-cambio). IAPI se encargaba de cobrar un impuesto a las exportaciones.

Se cobraba al exportador un porcentaje sobre el valor del dólar que era abonado por el comprador en el extranjero. Su primer director era el señor Antonio Cafiero que en ese entonces si mal no recuerdo tenía 24 años.

En el año 1950 esta retención era mínima, creo un 3%. Con el correr de los años fue aumentando en forma alarmante.

Recuerdo que cuando mi plantación maduró y comenzó a producir buenas cosechas todos los años las entradas eran menores; justamente debidas al exagerado aumento de las retenciones. En el año 1964 ya no valía la pena cosechar porque los gastos superaban las entradas. Opté más tarde plantar pinos entre las plantas de tung. El tung lentamente murió a su sombra. Pude talar los pinos recién 20 años más tarde.

De esta manera se destruyeron las plantaciones y la industria. También destruyeron fuentes de trabajo. Las 4 fábricas tuvieron que cerrar, salvo la de Santo Pipó que durante algunos años pudo mantenerse a flote trayendo maíz de Santa Fe para exprimir aceite.

¡Cuánto trabajo, ingenio, cuantas ilusiones perdidas!

¡Cuanto capital invertido al final para nada!

¡Capital que no hubiera sido depositado en el exterior sino reinvertido en otras actividades productivas!

Recuerdo que en esa época una firma Japonesa compró 10.000 hectáreas en el Paraguay, plantó tung e instaló una fábrica en el medio. Siguen hasta hoy exportando su aceite al Japón.

Acabo de leer que en el año 2011 se exportaron 600 toneladas de aceite de tung de Misiones, producción de 1200 hectáreas. Si tuviéramos ahora las mismas hectáreas plantadas del año 1955 estaríamos exportando 25.000 toneladas de aceite.

Estoy seguro que como en todo mercado hay fluctuaciones, también las debe haber habido en el mercado internacional de aceite de tung a través de los años. Debe haber habido años buenos y años malos.

Pero no hay duda que las equivocadas decisiones de los Gobiernos destruyeron una industria que le costó al país mucho más de lo que obtuvieron con exagerados impuestos. Se perdió sobre todo, mucha mano de obra. El tung requería mano de obra para limpieza, mantenimiento y cosechas. Transportes hasta lugar de destino, inversiones en fábricas con su mano de obra constante.

Cualquier parecido a la realidad de hoy es pura coincidencia.

Gerardo Klomp

El relato corresponde a vivencias del autor en la década del 50. Son parte del libro Recuerdos de Misiones, inédito. Klomp tenía propiedades en Eldorado. Falleció en 2019 en Buenos Aires.

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