Ñande Reko Rapyta (Nuestras raíces)

Cuando la guerra civil paraguaya llegó al Paraná

viernes 17 de junio de 2022 | 6:00hs.

A finales del mes de mayo del año 1922 se desató una guerra civil en Paraguay, era Presidente Provisorio Eusebio Ayala y el veto de una ley convocando a elecciones generales, encendió la mecha entre dos grupos antagónicos que respondían al Partido Radical –una fracción del Partido Liberal- conocidos como “gondristas o saco pucú” y “schaeristas o saco mbyky”; los cabecillas fueron el Coronel Adolfo Chirife, Jefe de la II Zona Militar y el Coronel Pedro Mendoza, Jefe de la IV Zona Militar.

Los rebeldes se acantonaron en Paraguarí dispuestos a tomar la ciudad de Asunción, el jefe civil de las fuerzas revolucionarias fue Eduardo Schaerer; mientras se apostaban las tropas por la zona oriental y las desmentidas partidarias se arremolinaban en la prensa, la ciudad de Encarnación se tornó un objetivo estratégico tanto por su ubicación como por la disponibilidad de vías de comunicación, en especial su puerto.

Trescientos combatientes, al mando de José Valenzuela y Laureano Vázquez, fueron destinados a esa plaza, con dos piezas de artillería; desde la capital el gobierno envió una flotilla al mando del doctor José P. Guggiari, compuesta por el cañonero “Adolfo Riquelme” con dos cañones grandes y dos chicos, los avisos de guerra “Triunfo” y “Coronel Martínez” sumando seis cañones más; días más tarde se incorporaron los buques “Rivadavia” y “Castelli” y una tripulación de doscientos cincuenta personas; el 21 de junio de 1922 se situaron frente a la “perla del sur” e intimaron su rendición.

Ante el rechazo recibido se produjo un intenso bombardeo sobre la ciudad, que se defendió tenazmente, a consecuencia se resolvió bloquear Encarnación, las embarcaciones se apostaron al oeste de la Isla del Medio y cada cierto tiempo reiteraban el ataque con los “efectos colaterales” correspondientes, cientos de vecinos fueron víctimas de ambos bandos; dada la férrea convicción de los rebeldes, se decidió que el bloqueo encarnaceno se extendiera, ahora bajo las órdenes del doctor Lisandro Díaz León, un caudillo civil y popular con más llegada a la tropa y mayor antipatía por parte de la oficialidad.

En el mes de septiembre de 1922 asumió como Gobernador del Territorio Nacional de Misiones el doctor Héctor Barreyro, a los pocos días con la colaboración de Benavídez –por entonces Jefe de la Subprefectura– estableció una “colaboración” para los combatientes “leales”, haciéndoles llegar alimentos con cierta frecuencia… algunos mal intencionados dijeron que hasta armas les facilitaron; los rebeldes también se aprovisionaron en nuestra ciudad capital, la tradición oral cuenta que las “canoas amigas” zarpaban desde inmediaciones del actual Complejo La Aventura - en esa época propiedad de la familia Lobato -.

Casi todas las tardes, un número importante de vecinos posadeños se instalaban en el Cerro Pelón munidos de sillones, mantas, mate y tereré, dispuestos a presenciar los cañoneos, tanto fluviales como terrestres; de acuerdo con el relato institucionalizado, los ataques aéreos también se sucedieron en reiteradas ocasiones, el 1 de agosto del citado año –por ejemplo– un avión bombardeó a la flotilla sin provocar mayores daños, un mes después se produjo otra escaramuza con rebeldes apostados en Pacú–Cuá.

Se sucedieron desembarcos en la Isla del Medio, en la costa encarnacena, retiradas por parte de ambas facciones, movimientos de tropas, toma de prisioneros y toda actividad parte de un conflicto armado de semejante envergadura; la memoria misionera, la de algunos pocos recuerda que en esos meses aparecieron en el escenario dos ciudadanos alemanes apellidados Mayerberger y Tiemenn –parece-, de alguna manera entraron en conversaciones con los “revolucionarios”, propusieron un ataque aéreo tipo comando sobre la flotilla.

En teoría la idea era genial, pero…Encarnación disponía de un solo avión, pequeño avión; de todos modos, se lo preparó, se lo armó con un par de bombas caseras fabricadas en la ciudad con los elementos disponibles después de meses de sitio y cuando estuvo todo listo, la nave despegó con los arios a bordo.

Para disimular enfilaron hacia el norte y a su tiempo, una gran cuerva en el aire los devolvió a la ruta correcta, descendieron lo más posible y –literalmente– revolearon los dos artefactos explosivos sobre los barcos amarrados en inmediaciones de la isla, el primero cayó en el río y levantó una gran cortina de agua, el segundo nunca se activó; al instante comenzaron a repeler el ataque.

Con más suerte que cancha, el avión aterrizó en Posadas, los tripulantes pidieron asilo, al parecer se lo concedieron, pero no hay documentación al respecto… aún.

El enfrentamiento continuó en tierras paraguayas, el 18 de mayo de 1923, Chirife murió a causa de una enfermedad pulmonar, lo sucedió Brizuela –algunos autores mencionan a Pedro Mendoza como sucesor-; los primeros días de julio entraron a Asunción a sangre y fuego, la resistencia fue invencible y los insurrectos se retiraron derrotados.

Un grupo de rebeldes trataron de refugiarse en la Isla Cañete, pero se toparon con las convicciones de Serapio Cañete que, bandera argentina mediante, los obligó a entregarse a las autoridades del país vecino.

La voluntad y decisión civil paraguaya pudo con sus fuerzas armadas, en esa ocasión.

Descendientes de aquellos alemanes vivieron en nuestra ciudad desde entonces y de vez en cuando, alguno recordaba esos tiempos.

¡Hasta el próximo viernes!

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