Ñande Reko Rapyta (Nuestras raíces)

Prostitución es trata

viernes 10 de junio de 2022 | 6:00hs.

La “profesión más antigua del mundo” como se denomina a la prostitución tiene su origen en la noche de los tiempos… etimológicamente proviene de término latino prostitutio, que a su vez proviene de otro término latino, prostituere, que significa “exhibir para la venta”; la palabra “puta” deriva de latín clásico “putus” que significa “niño o niña”; en Babilonia tuvo carácter religioso… obviamente sólo obligatorio para las mujeres una vez en sus vidas.

En Grecia surgieron los rudimentos de esta práctica como la conocemos, sin distinción de género; en Roma se “especializó” según la oferta, se ajustaron las tarifas y se consolidó la figura del proxeneta; la Edad Media favoreció la profusión de prostitutas en las villas universitarias y la Moderna introdujo la figura de la “madama”.

En América se sabe que los aztecas y los incas tenían casas especiales para mujeres prostitutas, custodiadas por un funcionario político y otro religioso; como tantas otras cosas, la práctica también fue perfeccionada por el español conquistador.

El 7 de junio de 1797 el barco Lady Shore -de bandera inglesa- zarpó de Falmouth con sesenta y seis convictas prostitutas a bordo, destino a Australia, más un capitán, veinticinco tripulantes, setenta y cinco oficiales y soldados y dos presos; en inmediaciones de la costa carioca se produjo un motín, finalmente el barco con cambio de bandera amarró en el puerto de Montevideo donde las mujeres fueron “repartidas” entre las mejores y caritativas familias de esa ciudad y de Buenos Aires.

Las mujeres utilizadas para este comercio fueron perseguidas, castigadas y segregadas tras la doble moral de siempre; por un lado se dictaban los instrumentos legales que prohibían la prostitución y por el otro los funcionarios encargados de hacer cumplir las normas solían ser asiduos visitantes de las casas de citas o lupanares.

En el censo del año 1869 se contabilizaron, en la ciudad de Buenos Aires, ciento ochenta y cinco prostitutas y  cuarenta y siete “rufianes” –o proxenetas, cafishos, 840, entre otros sinónimos-, en tanto la Policía contabilizó casi cincuenta “casas” reconocibles, cifra que se triplicaba al considerarlas de “decencia aparente” y “cuartería”. Cuando la ola inmigratoria se asentó en el país, el número de mujeres reclutadas creció exponencialmente, incluyendo una especie de “anexo” que se desarrollaba en fondas y comercios cercanos al puerto porteño; tal fue el éxito para estos “hombres de negocios” que surgió hasta el “casamiento por poder” con jóvenes europeas traídas bajo engaños y entregadas directamente a los burdeles de entonces. La ruta más utilizada fue Marsella–Montevideo– Buenos Aires. Los primeros “empresarios” detenidos por tráfico de mujeres y prostitución fueron Adolph Weismann y Jacobo Höning, en el año 1876.

Para esa época, existían reglamentos sanitarios para las trabajadoras y los comercios, aunque en la práctica, aún enfermas debían continuar atendiendo clientes. Hasta 1936 la prostitución fue una actividad legal en nuestro país, situación que cambió debido a las repercusiones del desbaratamiento de la poderosa Zwi Migdal, banda de inmigrantes polacos dedicados a la “trata de blancas” –frase acuñada en oposición a “trata de negros/as”, totalmente legal en América desde el siglo XV- bajo la pantalla de una asociación mutual.

Misiones no fue la excepción a la regla, Posadas tampoco, en los Libros de Actas Municipales, con fecha 27 de marzo de 1901, la Corporación Municipal trató en sesión una nota de jefe del Batallón asentado en la ciudad, recibida cuatro días antes, denunciando el daño que la “prostitución clandestina” ocasionaba al personal a su cargo, tanto que tenía inutilizado la totalidad de la tropa para el servicio de armas, detalló nombres y alias de las mujeres y solicitó se tomaran medidas urgentes… contra ellas, obviamente.

Con toda celeridad se resolvió ordenar a la Policía detener a las “trabajadoras inmorales”, someterlas a una revisión médica e internar a las enfermas; dado el recargo de trabajo en el Hospital de Caridad, se le pidió al jefe del Batallón colaboración o una donación para el personal sanitario, pero no tuvieron una respuesta satisfactoria; al parecer el asunto se calmó un poco. Dos años más tarde, el doctor Madariaga -por entonces médico municipal- manifestó por escrito su preocupación ante un alarmante incremento de “enfermedades venéreo- sifilíticas” en la población

El tema fue tratado en la sesión del 23 de abril de 1903, se decidió reglamentar la práctica y dar participación a la Policía; pasaron unos meses y no se lograba consensuar la norma, se convocó a todos los facultativos del medio y recién en el mes de agosto se logró redactar un Proyecto de Ordenanza sobre Prostitución. Después de unas breves discusiones se aprobó; lo dispuesto fue exclusivamente aplicable a la “prostitución clandestina” y fue el primer instrumento legal al respecto en Misiones.

El mecanismo de captación de niñas y mujeres jóvenes para explotación sexual casi no ha variado a lo largo del siglo XX y el actual, en general un “entregador” se hace el novio enamorado de una nena o jovencita vulnerable, la seducción da paso a la entrega de la persona a quienes la “ablandarán” y prepararán para el negocio, llegaran los traslados, el desarraigo, las palizas y violaciones, a veces la inducción a determinadas adicciones… Cuando de esto no se hablaba -legal, política y socialmente– existieron voces y biromes que se ocuparon en dar a conocer este comercio humano. Lo hicieron como pudieron; un ejemplo de ello fue Olga Kolesnikoff, a través de los cuentos que publicaba en revistas porteñas de tirada nacional, dirigidas al público femenino. A través de ellos denunció en reiteradas oportunidades esa realidad.

Recuerdo tres títulos aparecidos entre 1959 y 1962: “Todos somos culpables”, “Y las sombras quedaron atrás”, “Y se hizo justicia”, espeluznantes por lo actual del relato.

En la actualidad la prostitución es un delito, en realidad el proxenetismo y la trata de personas son ilegales, como hace cien años SIN CLIENTES, NO HAY TRATA, pero casi es una utopía.

¡Hasta el próximo viernes!

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