Ñande reko rapyta (Nuestras raíces)

Villa Urquiza

viernes 27 de mayo de 2022 | 6:00hs.

Se cuenta que a finales del siglo XIX o principios de XX, Blas Gutiérrez padre buscaba tierras para comprar en el litoral, no tenía muy claro dónde, pero le habían hablado de Misiones como un vergel, un paraíso donde todo brotaba y crecía sin demasiado esfuerzo. En la zona de Corrientes, Blas enfermó y tuvo que alojarse un tiempo considerable en una fonda, propiedad de una joven viuda que con su hija atendían a los viajeros.

Gracias a los cuidados y atención recibidos, Blas puedo recuperarse y retornar a la docta, sin lograr su cometido; tiempo después sufrió una seria recaída y en su lecho de muerte le encargó a su hijo -también llamado Blas-, encontrará a aquella noble mujer y recompensara su solidaridad.

A la muerte del padre, Blas hijo, se dispuso a cumplir la última voluntad, encontró a la señora y a la hija, concretó el deseo paterno pero la vida le tenía preparada una sorpresa… y el amor brotó entre los jóvenes; la madre consintió la unión y juntos retomaron el viaje hacia tierras misioneras.

No está claro cuándo ni cómo pero Gutiérrez compró un terreno en la intersección de las calles Félix de Azara y Santa Fe de la ciudad de Posadas más una gran chacra al costado del “camino al Zaimán” –propiedad de Teodoro Kops-; la familia creció y los hijos llegaron casi anualmente; cuando las clases terminaban, cada verano, los Gutiérrez se instalaban en su chacra, era un espectáculo observar la caravana de carros y carretas dirigirse desde la casona familiar hasta inmediaciones de la actual avenida Mitre y Uruguay, donde se encontraba uno de los accesos a la propiedad campestre; algunos vecinos comenzaron a referirse a ella como “el palomar” ya que desde lejos podía observarse una jaula de gigantescas proporciones donde  habitaban numerosas especies de aves; como se acostumbraba, Gutiérrez donó una generosa porción de tierra para la construcción de una Capilla, en las inmediaciones.

Al finalizar la temporada de estío toda la familia emprendía el regreso, otra vez la interminable caravana entraba al pueblo con lecheras, algún cordero y gallinas para afrontar el año en curso; se comentaba en voz baja que Blas tenía otra familia, la “casa chica” como se le decía entonces y más hijos; un día Blas falleció, las propiedades pasaron a manos de los herederos y se loteo parte de las tierras.

Así surgió el barrio Villa Urquiza de la capital misionera; lentamente se fueron afincando los vecinos, la inauguración del Hospital Regional -el 21 de enero de 1924- trajo nuevos bríos a la zona, los comercios crecieron, nuevos emprendimientos surgieron para dar respuesta a las necesidades que día a día se presentaban; cuando el camino al Zaimán se transformó en la vía de acceso a la ciudad y luego en un boulevard, el barrio se extendió, la arquitectura de las viviendas construidas daba cuenta de un vecindario pujante.

La denominación de Villa Urquiza se concretó en octubre de 1935, a partir del pedido incesante de los vecinos, mediante la sanción de la ordenanza municipal correspondiente; en ese entonces también se inauguró la plaza del barrio, en un antiguo yerbal de la familia Romero -propietarios también de un almacén de ramos generales-, y por largo tiempo fue más un deseo que un lugar de recreación, hasta que a iniciativa de vecinos como Cayetano Coremba y Octavio Villalba Reyes se impulsó la realización, en el sitio, de corsos, desfiles y procesiones católicas que partiendo desde la avenida Cabred culminaban en la plaza.

Dada la importancia que tomó, en los años ´50, se intervino el lugar con un proyecto del arquitecto Digiorgi, se aprovecharon las dos pedanas existentes, en la superior  se colocó un busto del General Justo José de Urquiza, un mástil y muro porta placas, en la inferior se colocaron juegos infantiles y bancos para disfrutar de la vegetación existente en la zona; poco después se estableció que sería “(…) un espacio verde destinado preferentemente a las personas mayores que necesiten un lugar y esparcimiento, dedicada como “Primer Plaza para los Abuelos”.(…)”.

La población infantil fue determinante para la inauguración de la Escuela N° 76, por décadas fue la encargada de la educación formal de los niños, en 1959 se inauguró la Escuela Parroquial Inmaculada Concepción con un centenar de alumnos, inicialmente, y la vocación firme de Jorgelina Malagrida, Aurora Viveros y Yolanda Ludojowsk, las primeras docentes,

A medida que el tiempo transcurrió Villa Urquiza albergó a destacados e ilustres vecinos posadeños, que en los más variados rubros aportaron al desarrollo de la ciudad, costumbre mantenida hasta la fecha, una interminable lista de deportistas, músicos, escritores, poetas, entre otros tantos han crecido en sus calles o asentaron sus familias en su paisaje.

A finales de la década de 1960 el Mercado le dio otro color al barrio, aunque es justo recordar que décadas antes, numerosos “puesteros” ofrecían su mercadería – frutas, verduras y carnes – donde actualmente se encuentra una renombrada concesionaria de automóviles, sobre la avenida Uruguay casi en la intersección con Cabred.

Tiempo después se inauguró la Delegación Municipal, el viejo Hospital Madariaga se transformó en el Parque de la Salud, el añoso Club Villa Urquiza se convirtió en ícono para las nuevas generaciones, muchas otras instituciones fueron, son y serán, personajes entrañables poblaron sus siestas… de aquella historia de amor sobrevivió la numerosa descendencia y el sentimiento que se arremolina en cualquier esquina del barrio, siempre listo para sorprender a algún desprevenido.

¡Hasta el próximo viernes!

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