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Peronismo y radicalismo

jueves 19 de mayo de 2022 | 6:00hs.
Peronismo y radicalismo

D
urante muchos años, el peronismo y el radicalismo compitieron electoralmente, desde la segunda presidencia del general Perón; contra Balbín en 1950, hasta la elección de Raúl Alfonsín, en 1983… Sin embargo, un relevante grupo de activistas políticos radicales adhirieron al peronismo, allá por los años 1945/1955. Fueron principalmente Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz, Homero Manzi y John William Cooke, además del prestigioso historiador revisionista José María Rosa. Sucede que hubo una especie de “empalme” entre los principios de Forja (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina), institución que desde la década del 30 desarrollaba los lineamientos del nacionalismo democrático, opuesto a la vez al nacionalismo conservador de los sectores reaccionarios; marginados de la esfera política partidaria. Los actos de Forja se realizaban sobre todo a través de manifestaciones callejeras y publicaciones de edición propia.

Arturo Jauretche, plegado a Perón, fue nombrado presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires en 1946, cargo desde el cual desarrolló una política crediticia generosa con los proyectos de industrialización y que ocuparía hasta 1951. Desde allí promovía un proyecto de industrialización acelerada fomentado por el Estado, con la idea de emplear los excelentes réditos del modelo agroexportador durante la coyuntura de la Segunda Guerra Mundial para transformar el perfil agrícola-ganadero a productivo industrial del país.

Scalabrini Ortiz, escritor y pensador nacionalista, en 1931, en su más afamada obra, ‘El hombre que está solo y espera’, sus páginas describen con elocuencia criolla, a manera de ensayo, la personalidad y perspectiva de un porteño de clase media que el autor llama el Hombre de Corrientes y Esmeralda. Sin embargo, tan famoso como la anterior, fue su obra ‘Historia de los Ferrocarriles Argentinos’; en ella denunció la farsa perfectamente organizada de un sistema de entrega, dominación extranjera y explotación. Acusaba como cómplice del despojo a “la oligarquía vernácula” y a los que consideraba “personeros intelectuales puestos a su servicio”. Realizando una extraordinaria y paciente labor, expuso dónde y de qué manera se manejaban los hilos del destino de nuestro país.

Homero Manzi fue poeta, político, guionista y director de cine argentino, periodista, autor de varios tangos y milongas muy famosos. Adhirió desde muy joven a la Unión Cívica Radical, donde fue un claro exponente de la ideología yrigoyenista. En su juventud vivió en Pompeya, Buenos Aires, barrio que le sirvió de inspiración en muchos de sus tangos. También él pasó por Forja, aunque hacia 1947 ya miraba con otros ojos al presidente Juan Perón, y a finales de ese año, en un mensaje radial, lo equiparó a su fallecido líder, Hipólito Yrigoyen, como forjador de la causa nacional. Lamentablemente tuvo cáncer y falleció muy joven, a los 43 años, en 1951. Se recuerdan sus afamados tangos ‘Sur’, ‘Malena’, ‘Che, bandoneón’ y ‘Milonga sentimental’, entre otros, aunque Manzi también fue periodista y director de cine, destacándose su adaptación de la novela de Leopoldo Lugones ‘La guerra gaucha’.

Pero indudablemente fue John William Cooke el político ex radical más destacado en apoyar e impulsar ideológicamente al peronismo. Aun hoy, 70 años después de su actuación, se considera a su pensamiento como “de avanzada”. Según el historiador Norberto Galasso, Cooke fue un gran intelectual, y a la vez hombre de acción, habiendo sentado las bases del peronismo revolucionario. “Su ejemplo y su prédica interpelan, desde siempre, a quienes siguen la senda de la justicia social, la soberanía política y la independencia económica”, afirma Galasso.

Con 26 años, Cooke se convirtió, en 1946, en el más joven diputado nacional, en la bancada peronista, desde la cual señalaba que “se ha producido en el país una quiebra total y que hizo que cada uno buscara la continuidad histórica de las ideas yrigoyenistas… nosotros creemos que debemos buscar nuestro rumbo en el pueblo mismo y en la entraña de la masa sufriente”. Así fue jalonando su diputación peronista con proyectos como la reforma constitucional, la de precios máximos o la expropiación del diario La Prensa.

En el bombardeo de Plaza de Mayo, en junio de 1955, desde la propia plaza, detrás de la estatua de Belgrano, Cooke dispara con un arma contra los marinos insurrectos. Depuesto Perón, Cooke pasa a militar en la resistencia, es detenido por los militares, alojado en la cárcel de Ushuaia y luego en la penitenciaria de Las Heras, hasta que en noviembre de 1956 Perón lo designa su delegado personal, y que “en caso de mi muerte, será quien lo reemplazará en la conducción del peronismo” (J. Perón). Posteriormente fue gestor del pacto entre Perón y Frondizi, que determinaría la creación del “desarrollismo” como política pública frondicista.

A Cooke se le debe la más grande incisión en el cuerpo conceptual del peronismo, con la invocación de categorías marxistas, como lo revela uno de sus famosos escritos en la revista de la época ‘La rosa blindada’.

Quizás como ayer, hoy ilustres dirigentes radicales apoyan al actual gobierno peronista, compartiendo sus objetivos políticos y sociales, ante la defección del radicalismo tradicional y su giro hacia la actual derecha neoliberal.

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