En el Tribunal Penal Uno de Eldorado

“Yo estaba sentado al lado y no pude hacer nada, nunca me imaginé una cosa así”

Con cuatro testigos comenzó ayer el debate por el femicidio de Patricia Mereles (32) en 2020. El imputado es su hijastro, Yony Da Silva (30). El padre de éste, César, detalló el hecho
martes 10 de mayo de 2022 | 6:06hs.
“Yo estaba sentado al lado y no pude hacer nada, nunca me imaginé una cosa así”
“Yo estaba sentado al lado y no pude hacer nada, nunca me imaginé una cosa así”

Homicidio agravado por haber mediado violencia de género (femicidio) y mediante el uso de arma de fuego, en concurso real con el delito de portación de arma de fuego de uso civil condicional sin la debida autorización legal es la calificación legal por la que desde ayer por la mañana Yonathan Ariel “Yony” Da Silva (30) es juzgado en instancia de debate oral y público en el Tribunal Penal Uno de Eldorado.

El auto de elevación a juicio que se leyó en primera instancia reconstruyó que el encartado está acusado de matar de un disparo de arma de fuego en la cabeza a su madrastra, Patricia Mereles (32), luego de un entredicho que mantuvo con la mujer el 6 de agosto de 2020 en la casa de su padre en el barrio Las Leñas, de Puerto Iguazú.

Representado por el defensor particular José Aranda, Da Silva declaró brevemente ante del inicio de las testimoniales fijadas para la primera audiencia y pidió perdón por lo sucedido. Se mostró arrepentido por el desenlace del entredicho que tuvo con quien en ese entonces llevaba cinco meses en pareja con su papá César Da Silva, quien también brindó su testimonio durante la jornada de ayer.

Justamente este último dio algunos detalles de la visita que tuvo durante la mañana del 6 de agosto en su casa por parte su hijo, quien previamente se había comunicado con él para pedirle hablar ya que, según él, Mereles estaba diciendo cosas falsas sobre su persona.

Mencionó que desconoce de dónde sacó el arma utilizada en el hecho y que en el momento del disparo estaba sentado en el sillón de su casa, a pocos centímetros de su pareja.

“Yo estaba sentado al lado y no pude hacer nada, nunca me imaginé una cosa así”, recordó el testigo quien comentó que esa mañana su familiar le reclamó a Mereles segundos antes del ataque: “Yo quiero que cuentes la verdad” mientras la apuntaba a la cabeza con un revólver.

Comentó también que tras gatillar su hijo, él le dijo: “Yoni ¿Qué hiciste?”, momento en el que el agresor permaneció paralizado por unos instantes hasta el momento en que volvió en sí y salió corriendo de la vivienda.

Agregó que la hija adolescente de Mereles, de 13 años y que también presenció el femicidio, quedó impactada por la secuencia y que luego lloró desconsoladamente.

A su vez narró que la que en ese entonces era novia del imputado había mantenido una discusión previa al hecho con Mereles.

Agregó que ambas se conocían, ya que asistían al mismo gimnasio y que todos los fines de semana compartía reuniones con su hijo, de las que también participaba la víctima.

Pedido de auxilio
Otro de los testigos que brindó su aporte en el debate fue el efectivo de la Policía de Misiones Rodolfo Gabriel Antúnez (32), quien era vecino del padre del imputado y que el día del hecho estaba de civil e intentó auxiliar a la fallecida.

Durante su declaración, el uniformado comentó que ese mediodía estaba cocinando junto a su esposa en su casa mientras escuchaba música y que en un momento determinado advirtió un fuerte ruido que venía desde afuera.

Por el sonido, creyó que a la casa de César Da Silva alguien había arrojado una piedra. Pero al ver por el ventiluz de la cocina notó que de la casa de su vecino salía el imputado corriendo. Y que en la cintura del joven vio la culata de un revólver, aunque no supo precisar el calibre.

“Cuando salgo a la vereda, él (Yoni) ya se había subido a su vehículo particular y se iba a alta velocidad. Entonces viene su papá y me pide auxilio”, revivió Antúnez sobre la huida del encartado en su Chevrolet Onix blanco.

Añadió que su vecino alcanzó a decirle: “Gabriel, por favor, ayudame, mi hijo mató a mi mujer” antes de quedarse en shock.

Ante la pregunta del representante de la parte acusatoria, a cargo del fiscal Federico Rodríguez, el uniformado recordó que su vecino tenía intenciones de perseguir a su familiar, pero él lo calmó y evitó que saliera tras los pasos del asesino.

También narró que al entrar a la casa de Da Silva se topó con Mereles sentada en uno de los sillones, con la cabeza recostada sobre uno de sus hombros y con abundante sangre que manaba de su cabeza a causa de un disparo. Puntualizó que no advirtió signos de desorden o de una discusión previa dentro de la morada.

Alerta y persecución
La primera audiencia se completó con los aportes de Raúl Pérez y de Rubén De Lima, también miembros de la Policía de Misiones y que el día del hecho estaban de guardia en el acceso a la localidad, sobre el kilómetro 1.629 de la ruta nacional 12, en un puesto que desplegaban como integrantes de la División Seguridad Vial y Turismo de la Unidad Regional V.

Al respecto, Pérez recordó que esa mañana estaba realizando tareas administrativas en el puesto de control cuando a la frecuencia policial se modula un pedido de alerta del Comando Radioeléctrico en donde se los ponía en conocimiento a todo el personal de la dependencia de un hecho de homicidio ocurrido minutos antes y de la fuga del presunto autor.

Relató que sus camaradas De Lima y Mereles salieron a la ruta a esperar ante el posible arribo del sospechoso de quien ya sabían la identidad, características del vehículo en el que se movilizaba y su dominio.

Refirió que no pasaron ni cinco minutos cuando el Onix del imputado arribó al control y que pese al pedido de detenerse que le dio uno de sus camaradas, aceleró y escapó luego de realizar una maniobra peligrosa con el coche.

“Como no teníamos el móvil para iniciar una persecución, el sargento (De Lima) pone su auto particular y él y yo salimos detrás del Onix. Pero en tres minutos se había ido lejísimos”, dijo el efectivo que en la actualidad trabaja en la Seccional Tercera de Iguazú.

Luego confió que tras un breve tiempo de seguimiento controlado llegaron hasta el punto donde efectivos de la Gendarmería Nacional interceptaron el vehículo en la localidad de Puerto Libertad.

Describió que el Onix estaba detenido sobre la mano derecha en sentido Iguazú-Libertad, en diagonal a la entrada a un camino vecinal. Y que al llegar hasta donde los federales habían reducido en el suelo al imputado notó que en el piso del Onix, del lado del acompañante, había un revólver.

Por su parte, el sargento De Lima fue coincidente en gran parte con el relato que dio su compañero de puesto de control. Pero añadió detalles del momento en que intentó detener la marcha del Onix.

En ese sentido narró que si bien reconoció de inmediato al imputado al llegar hasta el control con su coche a partir de los datos recibidos minutos antes por el comando, reconoció que era consciente de que podría estar armado y que en la zona estaban varios empleados municipales de la ciudad.

Contó que tras pedirle los papeles, el conductor amagó con abrir la guantera y que ante esto temió por su integridad y por ello pidió al automovilista que pusiera las manos contra el torpedo. A su vez, añadió que al escuchar esto, el acusado se sorprendió, de inmediato aceleró y escapó del lugar a gran velocidad.

El padre del imputado señala a las partes en qué lugar de su casa fue el ataque. Foto: Matías Bordón

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