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Hugo Tito Barraza

Tito Barraza, el afilador que resiste al paso del tiempo

Hace 48 años que recorre las calles posadeñas para mantener el filo de distintos utensilios. Por su aporte a la cultura local, ayer lo homenajearon en el Concejo Deliberante.

viernes 06 de mayo de 2022 | 6:08hs.
Tito Barraza, el afilador que resiste al paso del tiempo
Con su tradicional bicicleta equipada a tal efecto, Tito es uno de los últimos exponentes de un oficio en extinción. Tiene 78 años y lleva 48 recorriendo las calles posadeñas para afilar cuchillos y herramientas. Foto: nicolás Arce
Con su tradicional bicicleta equipada a tal efecto, Tito es uno de los últimos exponentes de un oficio en extinción. Tiene 78 años y lleva 48 recorriendo las calles posadeñas para afilar cuchillos y herramientas. Foto: nicolás Arce

Al tiempo que perfeccionó la calidad de su artesanal profesión, también lo hizo con la melodía única que lo anuncia al recorrer las calles posadeñas. Desde hace 48 años Hugo Tito Barraza recorre la capital misionera entregándose en cuerpo y espíritu a quien necesite de sus talentos. Con su bici especialmente equipada recorre distintos barrios de la ciudad y su hora pico es el mediodía, ese momento en el que el mayor movimiento de una casa se dirime en la cocina.

 El oficio en extinción que profesa es el de afilador y cerca de cumplir los 78 años (el domingo 15), todavía tiene la esperanza de que algún nieto o bisnieto herede esta sabiduría familiar.

Parte activa del paisaje, transmisor de cultura y costumbres que no envejecen, Barraza detalla que lo que más disfruta de su  labor es el trato cotidiano con la gente.

Tito recorre las calles posadeñas con su bicicleta equipada para el trabajo.

‘‘Soy respetuoso y entonces me tratan bien’’, aludió agradecido por generaciones de clientes que vio crecer. ‘‘Hoy muchos me dan trabajo para ayudarme, me doy cuenta, aunque no me lo dicen. Tengo clientes que todos los meses me dan cinco, seis cuchillos, esos comen asado seguido y hay otros que deben comprar sólo carne molida’’, explicó risueño sobre una práctica que en el devenir de los años fue perdiendo auge, como tantos otros oficios clásicos.

Entendiendo que las costumbres de un pueblo hacen a su cultura, ‘‘es importante reconocer el valor simbólico que reviste la figura de Don Hugo Barraza en el plano de nuestra sociedad, por su labor, por sus saberes, por su presencia y su música cotidiana, a través de su flauta, que acompaña la media mañana, el mediodía y las siestas de Posadas’’, argumentaron ayer en el Concejo Deliberante al declararlo personalidad destacada de la cultura local.

Feliz por tal honra, Barraza sumará la placa entregada a su especie de museo personal que está armando, donde reune distintos objetos que hacen a su trayectoria.

Oriundo de Tucumán, Hugo comenzó siendo afilador de muy chico, observando, porque su abuelo gallego bien le dijo que para aprender debía mirar bien de cerca y con atención. Si bien arrancó de niño, cuando tenía 12 años su abuelo falleció y alrededor de los 20 se perfeccionó en el taller de afilado de su tío abuelo en Buenos Aires.

A los 30 años llegó a Misiones ya con experiencia y finalmente echó prósperas raíces en Tierra Colorada. Por falta de interés y necesidad, sus hijos y nietos se formaron en otras profesiones, aunque quizás alguno de sus descendientes despunte el vicio del afilado para seguir la tradición.

‘‘El afecto y reconocimiento cotidiano que recibe en las calles, dan cuenta de la estima que se supo ganar por parte de sus congéneres, constituyéndose en una personalidad destacada en el plano de la cultura y la historia local’’, agregaron entre los fundamentos del homenaje que enarbolaron los ediles posadeños.

El afilador asegura que el mediodía es el horario de mayor demanda. Fotos: Nico Arce

Barraza destaca siempre la calidad artesanal de este oficio y por eso, remarcó que ‘‘no lo puede hacer cualquiera porque una afiladora no la hace un bicicletero, tiene que ser del oficio para armar la bicicleta. Yo por ejemplo heredé la de mi abuelo y sobre esa saqué, diseñé el muñeco donde va la piedra y eso le di a un tornero que me lo arme. Porque le das a un bicicletero y no sabe por dónde empezar’’.

Cabe recordar que las enseñanzas que atesora Barraza tienen origen en Orense, Galicia, de donde emigró su abuelo. La ciudad española no sólo tiene tradición en este arte sino que se la considera ‘la tierra de la chispa’ y tiene el monumento al afilador.

Hace unos años, gracias a un cliente que vive en España y se casó con una muchacha de Orense, Hugo volvió a tomar contacto con un pedacito de su propia historia y hoy resguarda fotos por ejemplo, de antiguas máquinas afiladoras, que antiguamente se trasladaban en carretas. El chiflo o la flauta ya eran anuncios característicos.

Al expresar que en Argentina la mayoría de los afiladores vinieron de España e Italia, Barraza recalcó que ‘‘sigue vigente porque es una artesanía y es un oficio que se extendió en todo el mundo’’.

La condición esencial que marca para poder llevar adelante esta tarea son las ganas. Y sin dudas, Hugo mantiene activa esa llama cada mediodía que sale a ejercer su labor. Flauta en mano, la bici como motor y relucientes hojas como resultado, la chispa de Hugo hace de Posadas, una ciudad mucho más ‘afilada’.

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