jueves 28 de marzo de 2024
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Se cumplieron dos meses del doble femicidio en San Antonio

“Esperamos la justicia divina, porque la del hombre ya nos falló”

Familiares de Débora Elizalde (23) y Gabriela Agüero (39) exigen la detención de Sergio Kozak, prófugo desde el 21 de febrero. Las secuelas de la tragedia y el amor curativo de la pequeña Zoe

sábado 30 de abril de 2022 | 6:05hs.
“Esperamos la justicia divina, porque la del hombre ya nos falló”
Luisa (derecha) fue una de las primeras en toparse con los cuerpos sin vida de su hija y su abuela durante la madrugada del 21 de febrero. Foto: Marcelo Rodríguez
Luisa (derecha) fue una de las primeras en toparse con los cuerpos sin vida de su hija y su abuela durante la madrugada del 21 de febrero. Foto: Marcelo Rodríguez

La semana pasada se cumplieron dos meses desde que Sergio Kozak (33) asesinó a balazos a Débora Elizalde (23) y Gabriela Agüero (39) en la localidad de San Antonio, un hecho que marcó a fuego a toda una comunidad. Hoy son dos meses y nueve días con el femicida prófugo de la Justicia, casi como un fantasma.

Para las familias de las mujeres este tiempo es una especie de doloroso limbo, porque mientras el homicida esté libre sienten que no podrán hacer su duelo tranquilos. Lloran, extrañan, pero también tienen que marchar, pedir, investigar por sus medios.

Por caso, Desiderio Agüero (71), padre de Gabriela y abuelo de Débora (23), a veces es encontrado llorando escondido en la casa - Débora vivía con él y su esposa, Luisa Flores (64), en el lugar del hecho - y a veces a la madrugada se levanta y va a tomar mates al portón donde hallaron a las víctimas. Sus cercanos deben contenerlo, porque quiere estar al frente de todas las manifestaciones.

El Territorio volvió al sitio y fue recibido por los familiares de las víctimas, quienes expresaron que en conversaciones con autoridades judiciales y policiales les dijeron que las investigaciones siguen su curso, aunque aún no logran dar con el responsable. No están conformes, claro, quieren que la búsqueda se intensifique.

Creen que la familia de Kozak sabe dónde se encuentra y que su telecentro en el centro del pueblo - su hermana y madre viven en Candelaria, donde administran un negocio similar - es la fuente de ingresos que permite que se mantenga en las sombras.

“Informaciones pasan muchas, pero son todas falsas. Algunos dicen que está en Brasil, otros que por allá en Pozo Azul y otros que están en Paraguay. Pero para mí se fue con su hermana a Candelaria, porque la Policía nunca revisó un auto”, dijo Ricardo González (50), esposo de Carmen Agüero (47), la hermana de Gabriela.

Ricardo añadió que “ver al delincuente preso es una cosa que nos aliviaría mucho. No vamos a recuperar a las víctimas pero ahí sabemos que el tipo está detenido”.

En contrapunto, su esposa Carmen manifestó que “en realidad acá los hombres no van a hacer justicia, vamos a esperar que Dios haga su justicia porque Él hace lo justo. Esperamos por la justicia divina, porque la del hombre ya nos falló. Si ellos le querían agarrar lo hubieran hecho en el momento”. Pero igual anticipó: “(Kozak) Va a caer, sea hoy o mañana, él va a caer”.

En esa línea, Carmen reclamó: “Es doloroso no tener respuestas, que no haya una investigación, o por ahí están investigando y nosotros no sabemos. Está el telecentro que estamos seguros que sigue siendo de él, sigue trabajando y generando plata. Esa plata seguro que va para él, porque están los familiares trabajando ahí”.

Gabriela Agüero (39) -izquierda- junto a su hija Débora Elizalde (23).

No dejaron de recordar con bronca que al día siguiente del hecho, cuando los cuerpos de Gabriela y Débora estaban siendo velados, éstos abrieron las puertas del negocio al público. Carmen entró al lugar a reclamarles y hoy agradece haberse contenido de romper todo.

En medio de los entrevistados Zoe Bianca, de un año y dos meses, miraba atenta una pantalla. Zoe es la más pequeña de los hijos de Gabriela, vive ajena a la tragedia pero es un aliciente entre tanta oscuridad. También están los gemelos Esteban y Rafael (21), éste último quien presenció cómo mataron a su mamá y a su hermana y pudo sacarle el arma al doble femicida para escapar del mismo destino.

Sobre Zoe, que alterna tiempo con ellos y su padre, Carmen relató que “es nuestra luz, me conmueva al ver sus travesuras. Cuando dio los primeros pasos la mamá se emocionó tanto, ella filmaba, le mandaba videos a toda la familia. Y ahora su mamá no está para ver su crecimiento, a veces me emociona”. Fue el único momento de la entrevista que su coraza se rompió y dejó caer lágrimas.

La fuerza de la abuela Luisa
Sobre los gemelos Rafael y Esteban, su abuela Luisa Flores (64) destacó la fortaleza para salir adelante y retomar su vida. Notan sí un cambio en Rafa, que, contrario a su personalidad antes del luctuoso suceso, ahora es muy retraído y no quiere hablar de sus sentimientos al respecto.

“Él está trabajando, ayer le vi muy triste, vino a dormir acá”, contó Luisa y expresó que el joven no quiso comer. Ella es quien se encarga de contenerlos, darles el almuerzo y visitarlos donde viven, a muy cerca de su vivienda. Lo mismo hace con su esposo, Desiderio, quien es uno de los más afectados.

Luisa fue una de las primeras en toparse con la escena durante la madrugada de los disparos, el 21 de febrero. “Estaba durmiendo con la nenita y salté de la cama cuando escuché los tiros. Dije ‘ay mi Dios que no pase nada con las personas que están peleando allí’, pero jamás pensé que era mi hija”, recordó.

Entonces escuchó los gritos de su nieto. Se levantó para socorrerlo, pero las piernas no le respondieron. “Abuela, llamá a la Policía que mataron a mamá y a la Débora”, fueron las palabras que cambiaron su vida para siempre. Las encontró a ambas tendidas en su portón.

“Conseguí caminar y llegar hasta allá, rompí las ropas de ellas para ver si respiraban porque si era así las llevaban en la espalda hasta el hospital”, añadió ante el silencio de los presentes. Entonces llamó a los familiares, quienes llegaron desconcertados al lugar, y pidió que cuiden a la nena.

Solo se alejó de las víctimas por la insistencia de la Policía, que quería alejarla del reguero de sangre. “Yo no lloraba, sólo gritaba. Nosotros no tuvimos apoyo de la Policía o de un médico, nada”, reclamó. También cuestionó la demora de los efectivos para arribar a la escena y activar la búsqueda.

“Las personas estaban muertas. ¿Para qué van a cuidar a un muerto? Les dije que no se tenían que quedar acá, que tenían que buscar al bandido”, amplió. Recordó también que no atendieron a su nieto, herido de un culatazo. El joven estuvo demorado en razón de que podría haber sido él el asesino.

“Hasta ahora ellos no nos dan apoyo, no van detrás del bandido y no nos dan una solución. Estamos de manos y pies atados, no tenemos cómo ver dónde está. Él tiene que caer y pagar por lo que hizo, porque si llega a aparecer acá en San Antonio y la Justicia no hace nada, yo seré la primera en hacer algo”, concluyó.

Vecinos de San Antonio marcharon semanas atrás para pedir justicia por madre e hija asesinadas. Foto: Fabián Acosta

 

El perfil y la búsqueda de Kozak

La búsqueda de prófugos muchas veces se tiene que ver reducida al sigilo y la paciencia, pese a que los familiares y la sociedad esperan un despliegue policial de proporciones. Y este caso, según señalaron fuentes policiales, es uno de ellos.

Sobre Sergio Kozak (33) pesa un pedido de captura nacional e internacional y el Ministerio de Gobierno de Misiones ofreció una recompensa de un millón de pesos para quien aporte datos que puedan dar con su paradero. Al respecto, fuentes policiales coincidieron que “en el pueblo no hay un dato, es un fantasma”.

Luego de cometer el crimen, el asesino huyó con su camioneta hacia una chacra en Gramado. Allí tomó una última cerveza en su camioneta antes de desaparecer. En el lugar, admitieron, la búsqueda era del tercer cuerpo. Pero los rastrillajes por toda la zona, supervisados por el juez Martín Brites, no tuvieron resultados.

Kozak era una persona conocida y con buenas referencias por todo el pueblo debido a su comercio, un punto neurálgico en San Antonio porque allí se pagaban servicios. Creció en la zona de colonia y conoció a su ex pareja - quien tuvo un hijo días antes del asesinato - cuando eran adolescentes.

Cuando la esposa quedó embarazada ellos decidieron contratar a una persona que los ayude y fue entonces cuando conoció a Débora, quien se convertiría en su víctima. La separación, declaró su ex mujer, fue - relativamente - en buenos términos, ella se quedó en su casa y él se fue a alquilar a un departamento céntrico. Los familiares manifiestan que no saben de su paradero.

Hasta hace dos meses Kozak no tenía antecedentes y la única denuncia policial que recibió fue de Débora, quien señaló que era una persona muy celosa.

Se dispuso una restricción de acercamiento para ambos, pero siguieron trabajando juntos a pesar de ello.

El día anterior al hecho sacó dinero de la caja, lo que se cree pudo haber sido útil para el escape. No hay certeza de cuánta plata había, pero los pesquisas creen que se trató de una suma superior a un millón de pesos.

Al respecto, una complicación es que no tenía cuentas a su nombre, solamente la del Programa Hogar, que garantiza el acceso a garrafas de gas.

Su teléfono, según pudo establecer Cibercrimen, dejó de estar activo horas después y los seguimientos en los lugares que podría esconderse - que se hicieron diariamente luego del doble crimen - tampoco arrojaron resultados positivos. De todas formas, diferentes unidades, como la Dirección de Homicidios, siguen con la investigación.

Mientras tanto el sumario y el expediente siguen su curso, con pruebas contundentes en su contra como el video de los hechos. Autoridades policiales consideran que está en el extranjero y recalcan sobre las facilidades que hay de cruzar las fronteras, pero no sólo a Brasil. Paraguay o Bolivia no se pueden descartar.

Hubo esperanzas de que se presentara un abogado para negociar una entrega o hacer algún pedido, pero eso no ocurrió. Creen que, tarde o temprano, va a caer y apuestan a la vuelta a Misiones o un paso en falso en suelo extranjero.

Mientras tanto, Debora y Gabriela no pueden descansar en paz y sus familiares se acuestan todas las noches esperando que se termine la lucha. Quieren hacer su duelo.

Con la información de corresponsalía San Antonio

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