Anti-Historia

sábado 30 de abril de 2022 | 6:00hs.

Esta pudo haber sido una historia clásica. Pero, como veremos, no fue así. Los ingredientes habituales se combinaron de forma inesperada.

Transcurrió en el extremo de una península rocosa azotada por el mar. En ella había un guardafaros, anciano, que vivía con su bellísima hija virgen, hasta que apareció un capitán curtido por todos los océanos, cínico y seductor. La muchacha estaba comprometida con un humilde pescador de un puerto cercano.

Pero al llegar el misterioso navegante la historia tomó otro rumbo.

El anciano y el capitán se enamoraron perdidamente y la joven, transida de vergüenza, se fue a la capital a trabajar en un supermercado.

A veces, mientras acomoda las góndolas, piensa que por lo menos su padre es feliz.


VEREDICTO
Yo, desde ahora juez supremo de estas tierras, vengo ante Mí, con el fin de formular el veredicto del juicio sustanciado por Mí los días precedentes.

Habiéndose hallado a la víctima sobre la arena de la playa con el cráneo destrozado, y no existiendo en esta zona más habitante que yo, y no habiendo, por lo tanto, otro posible victimario, sólo queda una posibilidad: mi culpabilidad. Y, aunque no tenga ningún recuerdo de semejante suceso, y teniendo en cuenta que estoy cada vez más distraído, y que el occiso, Robinson Crusoe, me tenía completamente harto, entonces, queda en firme esta sentencia no existiendo otra explicación razonable y se condena al acusado a cadena perpetua, porque la pena máxima, que sería viajar hacia la civilización, no podrá ser cumplida. No habiendo más que considerar, se levanta la sesión

Yo, Viernes.


CEGUERA
¡Por favor, por favor!, ¿alguien puede ayudar a este ciego a cruzar la calle? Por favor... por favor... ¡carajo, qué día difícil!... Por favor, por favor, ¿alguien ayuda a este ciego a cruzar la calle?

-Tranquilo, yo lo voy a cruzar, no se altere...

-Gracias señor, muchas gracias, tómeme del brazo que yo lo sigo. ¡No, de la cabeza no!, ¡no, tan abajo tampoco!, ahora sí, ahora sí, vamos...

-Bien.

-Hoy parece que hay más tránsito que otros días.

-Sí.

A veces las bocinas me vuelven loco.

-Sí.

-Usted camina un poco raro, ¿tiene algún problema?

Es por el bastón.

-Tiene alguna renguera.

-No, es un bastón blanco, también soy ciego.

Roberto Abinzano

Los relatos pertenecen al libro Esquirlas y Perdigones, Editorial Universitaria. Abinzano es docente emérito de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Unam

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