A mi Corrientes y Misiones porá

miércoles 06 de abril de 2022 | 6:00hs.

E
l domingo 3 de abril del año 1588 se funda la ciudad de Corrientes. Por rara coincidencia, en la misma fecha de cada año se celebra el día mundial del arco iris, recordatorio del hermoso fenómeno natural que ocurre cuando los rayos solares atraviesan las gotas de lluvia ofreciendo un halo de luz multicolor. Fenómeno natural descubierto por el matemático René Descartes, al observar pacientemente el comportamiento de la luz solar sobre las gotas de lluvia, cuando éstas caen en ángulo determinado. Explicaba que son fenómenos ópticos y meteorológicos, resultante de la descomposición de la luz formando en el cielo un arco luminoso de variados colores. En la mitología griega se asociaba con la diosa Iris, mensajera entre el cielo y la tierra, que se hacía visible cada vez que los dioses del Olimpo tenían algo que comunicar.

En la Nación Misionera de los Jesuita, las curanderas afirmaban convencidas que cuando el sol y la lluvia se manifiestan simultáneamente, era indicio de que algún añá se estaba casando. Al contrario, para los chamanes, cuando en el horizonte el espectáculo del arco iris sobre limpísimo cielo azul adorna y embellece el firmamento, es señal de la reconciliación del hombre con Dios; por eso, “arco de paz”, repetían.

Ese 3 de abril de la fundación de Corrientes, se realizó en las orillas de las siete puntas, nombre dado por los mismos conquistadores haciendo referencia a la geografía costera marcada por siete penínsulas pedregosas, que sobresalen sobre el río y generan fuertes corrientes de agua. El lugar elegido no fue casual, era el punto ideal para erigir un puerto que comunicara con toda la región.

Tiempo después, en 1610, arribaron los curas jesuitas dispuestos a catequizar y agrupar a los nativos. Y con el conglomerado de casas construidas dio inicio a la Nación Misionera y Guaraní, urbanizando treinta pueblos esparcidos desde el occidente del río Paraná, al Oriente del río Uruguay, en cuyo esplendor supieron habitar doscientos mil originarios y no más de 150 curas, bajo un modelo social y humanista jamás repetido en país alguno.

Da cuenta la tradición que la gloria de la nación empezó a decaer en 1768 con la expulsión de los jesuitas de las colonias por la corona de España, agravada por la trágica batalla de Caibaté al final de la guerra guaranítica, en la cual los imperios de España y Portugal que se odiaban mutuamente se unieron para vencer al ejército misionero.

Después de la expulsión sobrevino la diáspora y el escenario no podía ser más confuso. Los originarios abandonaban los pueblos yendo unos al norte adentrándose a la selva su antiguo hábitat, y otros hacia el sur en busca de cobijo y pan porque ya nadie plantaba ni cosechaba nada.

En el éxodo no se fueron con las manos vacías, llevaron consigo sus tallas sagradas, su música, sus instrumentos musicales y el profundo amor a la tierra. Y en el devenir se produjo un milagro, cuando el misionero al mestizarse parió al hijo de Corrientes: el Mencho Correntino, valiente y noble señor de la región.  

Con el correr de los años, Corrientes, que de hecho se regía como una provincia autónoma, fue creada formalmente por decreto del director supremo Gervasio Antonio de Posadas en el año 1814, incluyendo los pueblos de Misiones. En la ranchería conocida con el nombre de Trincheras de San José bajo dominio paraguayo, en 1879 por decisión del gobierno correntino pasó a llamarse Posadas, en homenaje al benemérito director supremo. Y en diciembre de 1881 en el gobierno de Roca, por ley se federalizó Misiones como Territorio Nacional, separándola definitivamente de Corrientes.

Se decía que Roca, el vilipendiado por los revisionistas, fue el ideólogo de la ley de federalizar Misiones separándola de Corrientes, en revancha porque Corrientes apoyó la revolución de Carlos Tejedor en 1880 oponiéndose a su presidencia. Si no fuera por esa ley, ¿seguiríamos misioneros o correntinos?

En nuestro tiempo, como no existía universidad en Misiones, una camada de misioneros nos volcamos a estudiar a Corrientes. Algunos, Moncho Malagrida, Higinio Álvarez, Harold Forés, Poroto Vedoya y quien esto escribe, fuimos antes a la Eragia, la Escuela Regional de Agricultura y Ganadería.  Por allí pasaba el hoy inexistente trencito El Económico, de trocha angosta y andar parsimonioso, rumbeando a San Luis del Palmar. Vieja costumbre alcanzarlo corriendo y ascender.

Juan José Folguerá, estudiante de Derecho y poeta correntino de nuestra época, le dedicó la oda ‘Caballito de hierro’.

“Trocha 60

Pauta exigua del bronco Caballito de Hierro.

Que andabas entre humo gris y nubes de vapor…”.

Luego conformamos el Centro de Estudiantes Misioneros Andrés Guacurarí, odiado por muchos correntinos intelectuales, y varios se desayunaron de su existencia.

De los iniciadores del centro recuerdo algunos nombres: Chiquito Golfard, Guillermo Negro, Taitá de Haro, Pete Carvallo, los obereños Braulio Ibarra, Anocibar, los hermanos Boldú, Renzo Comoli. Grupo encargado de conseguir paquetes de yerba y té de la firma Urrutia hermanos, que se repartirían a los concurrentes de los grandes bailes del hotel Buenos Aires, que se organizaban en las fiestas patrias. Sin duda fueron los mejores que se recuerden. 

Párrafo aparte merece la Eragia, perteneciente a la Universidad del Litoral hasta 1956. A través de su existencia se conformó la Facultad de Agronomía y Veterinaria, la primera en la Unne; después se creó la de medicina y a partir de allí siguieron otras.

Este 9 de abril de 2022, en la primera facultad creada de la Unne, se organiza en su residencia de Sargento Cabral 2139 la séptima jornada de actualización veterinaria, con el siguiente programa: pequeños animales, grandes animales, producción animal y el rol del veterinario en las zoonosis.

Concurrirán egresados, profesores y alumnos, que serán recibidos por los anfitriones: el decano Alejandro Báez y la vicedecana, la correntina-misionera Gladys “Pilu” Rebak.

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