Familias buscan erradicar el uso de agroquímicos en los cultivos

El grupo de Certificación Participativa Agroecológica está integrado por cinco familias agrícolas, que residen en colonia Esmeralda y Yabotí, de San Pedro. Este grupo desde hace unos meses dio inicio a una serie de acciones para transformar los procesos productivos, el ciento por ciento orgánico, con el objetivo de aportar un beneficio a su calidad de vida y al medio ambiente. 

La iniciativa consiste en implementar las más variadas técnicas e insumos orgánicos, evitando la utilización de cualquier tipo de agroquímico o fertilizante industrializado, los que son usados de forma frecuente, sobre todo en las tareas de limpieza y resultan perjudiciales para la salud y el ecosistema. Es precisamente una mejor calidad de vida lo que impulsa al grupo. 

Llevarlo a la práctica resulta un gran desafío porque así como los resultados a largo plazo son muy buenos, concretar las actividades agrícolas con impronta ecológica demanda más horas de trabajo, paciencia y dedicación, retos que pretenden hacerle frente con esfuerzo y sin bajar los brazos hasta lograr la Certificación Agroecológica, otorgada por el Ministerio de Agricultura Familiar. 

Por citar un ejemplo del impulso que tiene este nuevo perfil productivo en Misiones, en el 2021 la cartera de Agricultura Familiar, entregó a 18 nuevas familias los  certificados de inscripción al Sistema Único de Certificación Participativa (SUCP), por lo que ingresaron al proceso de Certificación Agroecológica en la provincia, conforme a lo expresado en la Ley VIII – Nº 68, de Fomento a la Producción Agroecológica.

Paso a paso

Este cambio en los hábitos de cultivo se va dando de forma paulatina, y cada vez son más los colonos que dejan cultivos nocivos como el del tabaco por alternativas sustentables, como el caso de Raúl Ramírez, quien por muchos años plantó tabaco y a la fecha cuenta con un vivero de plantas nativas, llamado vivero La Familia y anhela convertirse en un productor agroecológico. 

Actualmente, están en la primera etapa, llamada de transición. Cada integrante del grupo, destina el lote completo o una fracción para la etapa de transición, es decir, durante el transcurso de cinco años, se va comenzar a reducir o dejar por completo el uso de agrotóxicos y herbicidas; si cumple con esto al cabo de ese tiempo recibe un sello de agroecológico, explicó en diálogo con El Territorio el productor Raúl Rámírez. 

“En mi caso, plantábamos tabaco, hoy por hoy nos exigen los insumos, todo dolarizado y a la larga se torna un cultivo que perjudica a la salud, al suelo, al agua, es así que buscamos diversificar la chacra y obtener recursos económicos con otras iniciativas, que generen un poco de ingresos, pero más que sean saludables”, señaló Ramírez, quien diariamente busca mejorar los conocimientos para avanzar con el vivero y que pueda obtener alguna renta con la venta de plantines nativos arbóreos y frutales.  

La idea de agricultura ecológica también contempla el enriquecimiento de monte, la implementación de cortinas protectoras naturales o implantadas, coberturas de suelo, la nutrición de la tierra y las plantas con abonos orgánicos, como el famoso Bocashi, los que a su vez abaratan costos porque son elaborados por las mismas familias con materia orgánica disponible en las chacras. Así también las nombradas huertas forestas, donde en una pequeña parcela de tierra puedan convivir distintas especies vegetales. Este año pretenden avanzar con la incorporación de cortinas y la siembra de coberturas de suelo.

Además de las actividades individuales que cada familia realiza en las chacras, una vez por mes el grupo se reúne y planifica alguna actividad, la última tuvo que ver con la plantación de especies nativas en la reserva privada Suirirí de colonia Esmeralda y forma parte del grupo.