Ni la lluvia ni el potente caudal del río, nada detiene el contrabando de gas en la frontera de San Antonio

No interesan las muertes que enlutaron a varias familias desde hace un par de años a esta parte, ni tampoco los heridos que sobreviven con secuelas permanentes. El negocio ilegal continúa próspero y sin pausa en la frontera, ante los ojos de todos.
sábado 26 de marzo de 2022 | 17:30hs.
Ni la lluvia ni el potente caudal del río, nada detiene el contrabando de gas en la frontera de San Antonio
Ni la lluvia ni el potente caudal del río, nada detiene el contrabando de gas en la frontera de San Antonio

Para los dueños del negocio no importa la lluvia ni la intensa correntada que parte de esta semana dejó bastante peligroso el angosto río San Antonio, afluente que intenta marcar un límite entre las localidades fronterizas de San Antonio (Argentina) y Santo Antonio do Sudoeste (Brasil). El contrabando de gas (o de lo que sea) no se detiene y ocurre a la vista de todos, a plena luz del día. ¿Cómo? Lo van a ver.

Un revelador video casero dejó nuevamente en evidencia que para nada interesan las muertes que enlutaron a varias familias desde hace un par de años a esta parte, tampoco los heridos que sobreviven con secuelas permanentes a instancias de las explosiones en los depósitos clandestinos. El trasvase de gas de garrafas argentinas a las brasileñas por medio de sistemas manuales, obsoletos e inseguros, que se realiza en camuflados galpones sin la más mínima seguridad y el posterior transporte hacia el vecino país por medio de los cientos de pasos ilegales, continúa sin control.

Se repitió esta misma semana, en medio de días de intensa lluvia, que como consecuencia hasta hizo desbordar el río San Antonio llegando el agua a varias casas cercanas.

En ese contexto, mientras muchas personas trataban desesperadamente de poner a salvo los muebles de sus viviendas, en plena tarde, sobre el afluente y ante la lente de la cámara de un teléfono celular se activó el aceitado mecanismo del tráfico ilegal de gas en garrafas entre los poblados espejo, actividad que termina siendo para muchos pobladores la única posibilidad de generar dinero ante la falta de empleo y la inestabilidad económica argentina que, por las asimetrías, pega bastante más fuerte en las zonas fronterizas.

Primeramente un grupo de personas, entre ellos algunos menores, se aventuró a cruzar caminando el potente río hacia Brasil. Descalzos, con los pantalones remangados y cargando sobre sus espaldas los envases de 13 kilos, distintos a los que se utilizan en este país (que son de 10 kilos), asumieron el riesgo de avanzar de orilla a orilla, como se observa en la imagen principal de este informe.

Pero ante la poca estabilidad lograda debido al fuerte caudal y el tiempo que demandaría tener que cruzar una a una cientos de garrafas, los paseros, que son el eslabón más débil y descartable de la cadena de tráfico, terminaron ideando un sistema de transporte bastante menos riesgoso compuesto principalmente por un cable atado al tronco de los árboles de ambas costas y una roldana a través de la cual comenzaron a deslizarlas de forma rápida y sin demasiados esfuerzos. 

Ellos mismos, seguramente orgullosos de su creación, se filmaron en pleno tráfico en un corto video de cinco segundos que terminó viralizado como evidencia irrefutable de que el negocio ilegal continúa próspero y sin pausa en la frontera. Demasiado riesgo para el engranaje más débil que recibe $20 mil mensuales (alrededor de 100 dólares) de una torta millonaria que saborean los gestores del contrabando.

Explosión en Gramado

En noviembre del año pasado, una investigación de este matutino dejó en evidencia que el trasvase de gas en garrafas y posterior contrabando que sucede diariamente en la frontera seca de las localidades de San Antonio y Bernardo de Irigoyen, en la provincia de Misiones, es un negocio floreciente que genera millones pero dejó dos muertos en un año y medio.

Dicho informe coincidió con la historia trágica de Marcio Álves Ferreira (18), joven de la comuna fronteriza que terminó con el 80 por ciento del cuerpo quemado al prenderse fuego el depósito clandestino en el que trasvasaba el contenido de las garrafas argentinas a las brasileñas, paso previo al traslado hacia el vecino país.

Marcio sobrevivió de milagro, ni sus padres creían que iba a zafar de la muerte porque estuvo casi un mes internado y doce días en terapia intensiva del hospital de Eldorado. Fue la última víctima. "No se que es peor, si haber muerto o vivir así, con este daño permanente en mi cuerpo", admitió Marcio en diálogo con este matutino, lamentando que "me arreglo como puedo porque la gente para la que trabajaba se borró desde el día de la explosión y lo peor es que muchos chicos, amigos míos, se ven obligados a seguir haciendo lo mismo ya que no hay trabajo. Es una bomba de tiempo que en cualquier momento volverá a explotar".

Cabe detallar en este contexto que el gas (en garrafas y cilindros) llega en camiones hasta los depósitos situados generalmente en las afueras de San Antonio y Bernardo de Irigoyen, donde se trasvasa de manera manual, utilizando mangueras y por medio de la gravedad, a las garrafas que utilizan los domicilios en Brasil (que tienen diferente válvula y peso) y después las cruzan ilegalmente hacia Dionísio Cerqueira o Santo Antonio do Sudoeste para comercializarlas por sumas que dejan mucho mayores ganancias que la venta en el territorio nacional. Todo sucede en galpones escondidos y sin ningún mecanismo de seguridad pese a la extrema peligrosidad. Como dijo Marcio, es una bomba de tiempo.

"Desde hacía varios días las válvulas tenían pérdidas y un cortocircuito en el sistema eléctrico que era bastante precario prendió fuego todo. Yo tenía la ropa mojada con el gas licuado por eso las llamas avanzaron por mi cuerpo, apenas pude salir", había detallado Marcio tras el alta médica y en esa línea aseguró que junto a quienes trabajaba "pedimos a los patrones muchas veces que compraran válvulas nuevas pero no hacían caso, teníamos que arreglarnos como podíamos para cumplir con las exigencias diarias pero después de que sucedió esto me tiraron como basura, no dieron la cara, ni una pomada siquiera compraron".

Marcio, al igual que los protagonistas del video y de la foto que ilustran este informe, es la mano de obra barata que los dueños del contrabando reclutan de manera fácil ante la falta de empleo formal y la necesidad de ganar algunos pesos.

Fuentes de las fuerzas de seguridad provincial calculan que en San Antonio y Bernardo de Irigoyen más de 60% de la población está ligada de una u otra forma a algún negocio ilegal relacionado al contrabando, ya sea de gas, de vinos, de mercaderías, de cigarrillos, drogas, soja, armas y hasta de tráfico de personas. La iniciación es entre los 15 y 16 años.

"Hay gente que critica pero qué uno puede hacer, si este es un pueblo chico que no genera ni ofrece posibilidades de trabajo para los jóvenes. Uno termina haciendo lo que puede y los que manejan el contrabando saben, aprovechan la necesidad para enriquecerse sin correr riesgos, porque los que ponemos el cuerpo a costa de perder la vida somos nosotros", había analizado un chico de 17 años que, por seguridad, pidió no ser identificado.

El adolescente admitió haber cursado hasta quinto grado de la escuela primaria "pero papá falleció y había que ayudar con la comida en la casa. Tuve que salir a buscar algo. Encontré esto, no es bueno pero nos alimenta. Era esto o pasar hambre". Le pagan entre 20 y 25 mil pesos por mes trabajando todos los días.

Dos muertos, muchos heridos

Tal como reflejó este matutino en publicaciones anteriores, el depósito en que estaba Marcio fue el primero en incendiarse en la localidad de Bernardo de Irigoyen, marcando que es un negocio que se expande en la frontera seca de Misiones.

En octubre del año pasado ocurrió un siniestro similar pero con consecuencias fatales en San Antonio, localidad que también tuvo un antecedente idéntico en 2020 y dejó no solamente a personas heridas o muertas (el caso de dos hombres), sino que puso en riesgo a los habitantes de un barrio entero que sintieron en sus casas la onda expansiva producto de la potente explosión.

El caso de 2020 sucedió en abril. Padre e hijo de 54 y 23 años resultaron con graves quemaduras en distintas partes del cuerpo al incendiarse el galpón de acopio lindante a su vivienda en un paraje de San Antonio. Fueron trasladados al hospital local y derivados al hospital Samic de Eldorado, donde el mayor falleció tres días después como consecuencia de las gravísimas heridas padecidas.

El año pasado, en tanto, idéntico hecho ocurrió en el barrio Alecrín de la misma localidad. Explotaron las garrafas en medio del trasvase que hacían en un depósito sin habilitación provocando el incendio en el que tres hombres sufrieron quemaduras en el cuerpo tratando de evitar que el fuego avanzara. Uno de ellos, de 45 años, murió algunos días después en el hospital Ramón Madariaga de la ciudad de Posadas. Los otros siguen con vida pero sufren las consecuencias en su salud.

Tres hechos encadenados con consecuencias fatales en menos de dos años. Los controles siguen siendo inexistentes. Está visto, el contrabando de gas no se detiene.

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