Es autora del libro ‘El sujeto escondido en la realidad virtual’

Enredados: las múltiples caras que hay detrás de la virtualidad

La psicoanalista Diana Litvinof destacó que los juegos en red pueden fomentar la creatividad de los chicos, pero también un espacio de abusadores ocultos y del bullying
domingo 20 de marzo de 2022 | 6:05hs.
Enredados: las múltiples caras que hay detrás de la virtualidad
Enredados: las múltiples caras que hay detrás de la virtualidad

Los juegos en línea que practican niños y adolescentes llegaron hace un tiempo a los hogares y durante la pandemia se posicionaron como una actividad casi esencial en la agenda de los más jóvenes de la familia, que al no poder salir de sus casas, optaron cada vez más por elegir alguno de los múltiples juegos virtuales.

Para algunos padres puede significar un alivio tener a los chicos jugando en casa lejos de los peligros de la calle, pero también hay otros que se preguntan hasta qué punto esa forma de jugar favorece un crecimiento armónico en materia de relaciones sociales.

Para ayudar a entender las cuestiones psicológicas y sociales que forman parte de esta forma de juego mediada por una computadora o un teléfono conectado a internet, El Territorio dialogó con la psicoanalista Diana Litvinof, autora del libro El sujeto escondido en la realidad virtual, que aborda justamente esta cuestión de las múltiples conductas humanas que se manifiestan en el mundo virtual de una manera distinta a lo que sucede en la presencialidad. 

“Las redes sociales y los juegos en línea son un reflejo de la sociedad y por lo tanto todo lo que vemos alrededor nuestro en la vida también lo vamos a encontrar en esos espacios virtuales”, explicó la licenciada Litvinof que también es miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).

Desde su punto de vista, “no hay que demonizar a los celulares o a los juegos en red. La cuestión pasa por el uso que hacen las personas de estas tecnologías. Un juego en línea puede ser un excelente recurso de encuentro, por ejemplo, para un adolescente que vive en Posadas con otro que vive en España o en cualquier lugar del mundo, que de otra manera no se podrían conocer. Puede funcionar como un gran estimulador de técnicas de estrategia o de creatividad. Pero también puede ser usado por un joven en depresión para aislarse del entorno o por abusadores de niños. Por lo tanto, no es el juego en sí el problema sino el uso que hacemos las personas”.

Las múltiples caras

Para empezar a entender la dinámica de los juegos en línea, la profesional explicó: “Primero hay que aclarar que no se trata de cucos que llegaron para secuestrar a nuestros hijos, sino de una forma de jugar que está mediada por la cibernética y que como todo juego tiene sus reglas y entenderlas es el primer paso para comprender lo que pasa cuando los chicos se ponen los auriculares y comienzan a jugar en el mundo virtual”.

La psicoanalista explicó que los juegos virtuales tienen muchos costados para analizar. “Pueden ser actividades que estimulen la creatividad, la inteligencia sensorial, el pensamiento estratégico y el trabajo en equipo. Porque muchos de esos juegos requieren del desarrollo de esas capacidades. Tienen que aprender a jugar en equipo, a respetar el trabajo del otro, a pensar a través de qué camino pueden lograr mejor el objetivo y a crear nuevas formas de resolver un problema. Son todas conductas que desarrollan la imaginación y la inteligencia”, señaló la entrevistada. 

Pero también hay situaciones perjudiciales que están ligadas al uso que se haga de esa forma de jugar. Por ejemplo, si un adolescente juega dos horas y después va a la escuela, hace deportes, se sienta a almorzar con sus padres, habla y conecta con gente más allá de las redes, es una cosa. Ahora, si ese adolescente se pasa el día entero con los auriculares conectado al juego de la computadora, es otra.

“Como casi todo en la vida, la clave está en la medida y en el uso que hagamos. Un juego puede ser un espacio de crecimiento para ese adolescente y también puede ser usado como trampa por abusadores de menores o como lugar de mucho bullying entre pares, porque la virtualidad  puede ser un resorte para expresar ese tipo de violencias”, destacó Litvinof.

En modo pandemia

Durante la pandemia la comunicación a distancia permitió sostener algunos vínculos entre personas que no se podían encontrar personalmente. Fue una manera de mantener los lazos sociales. Muchos pudieron seguir trabajando, estudiando e incluso haciendo terapia a través de la tecnología.

En ese contexto, la licenciada Litvinof explicó que “la adolescencia es una etapa de la vida en que lo que más se quiere es estar con los pares porque se está formando la personalidad. Es una etapa donde naturalmente el sujeto busca poner distancia con los padres porque está formando sus propios criterios. La tarea del adolescente es separarse de la autoridad de los padres y generar sus propias ideas sobre el mundo en el que vive. La humanidad progresa en ese contrapunto entre los jóvenes y los adultos”.

Pero en la pandemia pasó que esos adolescentes tuvieron que dejar de ir a la escuela, dejar de ir a los clubes o plazas y quedarse en sus casas, justamente lo que no se quiere en esa etapa de la vida. En ese punto, las redes sociales y los juegos en línea sirvieron para que siga ese vínculo entre pares, explicó la especialista.

El mundo virtual

Litvinof es autora del libro El sujeto escondido en la realidad virtual, que se publicó en el 2009 y que tuvo una nueva edición en el 2016, donde aborda la cuestión del anonimato que permiten las actividades virtuales como disparador de múltiples conductas humanas.

“El desarrollo cibernético de las últimas décadas  se ha convertido al mismo tiempo en refugio y en escenario. En refugio ya que favorece las relaciones a distancia, el ocultamiento de la persona y el anonimato. En escenario, porque al mismo tiempo ha permitido un despliegue de fantasías y confesiones que en el universo virtual, encontraron una vía privilegiada de expresión”, explicó la escritora.

Con respecto al título de su libro que habla de una persona escondida en la realidad virtual, la autora dijo que “los avances tecnológicos en comunicación permiten un escondite bastante logrado, ya que el usuario se muestra, pero ya no tiene que exponer al desnudo su subjetividad. En especial en esta época en queexiste una presión social a decirlo todo, a mostrarlo todo, las personas quieren cumplir con este ideal”. 

 

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