El maquillador y actor encara una nueva etapa

Aprender a ser luz, la “segunda temporada” de la vida de Kike Sandoval

Sufrió dos ACV en 2020, le operaron del corazón y viajó al Sur, a la casa paterna para recuperarse; de vuelta en Posadas cuenta cómo fue este proceso y sus proyectos
domingo 27 de febrero de 2022 | 3:00hs.
Aprender a ser luz, la “segunda temporada” de la vida de Kike Sandoval
Aprender a ser luz, la “segunda temporada” de la vida de Kike Sandoval

Maquillador profesional, formador de maquilladores, actor. Sufrió dos ACV el 22 de octubre de 2020 en plena pandemia. Operaron su corazón y en diciembre de ese año volvió a la casa paterna en el Sur para recuperarse. De nuevo en Posadas, buscando alquiler, preparándose para volver a trabajar y estar entre bambalinas cuenta cómo ha transitado el tiempo de recuperación en tiempos de Covid.

Kike Sandoval (51) eligió abrir la conversación recordando. Al principio no entendí su elección, quizás por eso de que uno suele eludir la muerte como tema. Recordó que estuvo ahí 17 días, en el borde vida-muerte. Recordó los días previos. Recordó la consulta médica. Recordó cómo se sintió después de la consulta cuando ya estaba sufriendo el accidente cerebrovascular. Recordó la conversación telefónica con Andrea Acosta, su amiga que a la postre, fue quien salvó su vida. Recordó que pasó por dos ACV, que estuvo internado en terapia intensiva, entubado, conectado al respirador, sedado, hasta el momento en que se disponían a practicarle una traqueotomía y el con los ojos más abiertos que nunca se incorporó y pidió un jugo de naranja y el celular.

Recién ahí, como vuelto a nacer, respiró sin ayuda. Recuperó funciones, los cirujanos guardaron bisturíes, posponiendo el tajo a la garganta. La recuperación había empezado, lenta y gradual.

Kike, ha regresado a Posadas desde su Neuquén natal y familiar. Está en proceso de recuperación de los ACV, de la operación al corazón en la cual le colocaron un marcapasos que lo tuvo a maltraer, y de la experiencia traumática de estar transitando cual equilibrista, ese muro fino que separa vida de muerte.

“Cada mañana al despertar agradecía a Dios por estar vivo. Cada noche al acostarme no sabía si esa sería la última. Cada vez que salía de mi casa a caminar o andar en bicicleta no sabía si iba a volver”. Es que además de todo, se sumó lo que podríamos llamar, una maniobra, un momento de aprovechar la vulnerabilidad del paciente para convencerlo que la operación al corazón no había sido del todo satisfactoria y necesitaba una nueva intervención para cambiar un “cablecito” que no funcionaba.

Ese falso diagnóstico de dos médicos del sur provocó una nueva ansiedad, una nueva preocupación. Pero cuando la estafa estaba en marcha la suma de lo fortuito y la necesidad de una tercera voz lo trajo al pago adoptivo para consultar y tener otra opinión, esta vez profesional.

“Cuando el especialista que me operó revisó los estudios, monitoreó el marcapasos y dijo ‘lo que yo veo acá es que hay Kike para rato, no hay necesidad de volver al quirófano. Podés trabajar, hacer un montón de cosas. Volvé dentro de siete años a que te cambie las pilas del marcapasos’. Fue como sacarme una mochila muy pesada”, explica.

 La nueva vida

 “En mi casa me decían ‘Kike qué vas hacer, tenés un marcapasos, podés hacer tu vida con un marcapasos, te vas a jubilar?’ Fue como si se terminara mi vida ahí, con el marcapasos”, detalla.

Después de los ACV una de las manos no las movía y una pierna también quedó afectada. Con kinesiología fue recuperando. Una neuropsicóloga le hizo pruebas que al principio le dieron resultados negativos, no podía retener las cosas, hacer cálculos, no podía planificar ni anticipar. “Ahora que volví me hicieron los mismos estudios y los pude resolver bien”, cuenta el formador de maquilladores.

“‘Podés hacer varias cosas a la vez’ me dijo la neuróloga, pero eso lo conseguí en base a un entrenamiento. En eso estuve muy enfocado, en entrenar esas cuestiones para volver a hacer las mismas cosas de antes. La psicóloga también me ayudó a entender muchas cosas, la forma en que planteaba mi vida, como viví. Ahora cambió ese panorama. Ya no estoy acelerado, pendiente de todo el mundo. Ahora me tomo mi tiempo, disfruto de las cosas, elijo que hacer”.

El actor de teatro resalta que el apoyo de la familia fue muy importante. La presencia de los amigos a la distancia preguntando cómo estaba, qué perspectivas, que planes tenés... “Yo cambié muchísimo el tema de las perspectivas porque de repente me jubilaba, de repente no quería trabajar más, de repente sí. Y ahora que puedo, y que el médico me dijo ‘sí, vos podés’, no existe la situación de invalidez más allá de que tengo un marcapasos. Estoy contento por eso. Sigo pensando en todos esos sueños que tuve en esos días en que estuve muerto, que estuve en coma. Todavía no encuentro el sentido de todo lo que vi en esos sueños, cosas que me quedaron grabadas que no me las puedo sacar”.

Kike expresa, “ahora que volví de Neuquén y que volvieron a verme los profesionales que me trataron después de los accidentes de octubre de 2020, dicen no podemos creer la recuperación. Todo eso me hace pensar en que evidentemente hay algo que todavía tengo que aprender, o hay algo que todavía tengo que hacer en este mundo, si no morí, por qué, qué onda. Dos ACV tuve. Tranquilamente podía morir. Hay gente que se murió de Covid, en accidentes. Maquilladores. Maestros con los que tomé clases murieron de Covid. Murió Luka Robaldo, un pibe con toda una vida, una carrera por delante y yo sobreviví a los ACV, a la operación. Todo eso te lleva a replantear todo”, reflexiona y añade: “Al principio tenía mucha angustia porque pensaba que me iba a morir. Con la ayuda de la terapia deje de pensar en eso. ahora ya está. Ahora es vivir. mirar y tirar para adelante. transformar toda esa angustia. cambio esa situación. Me acuesto y ya se que voy hacer mañana.

Acerca de esta nueva oportunidad que llama “segunda temporada”, “es distinta -dice- soy yo, soy mi salud, hacer lo que a mi me gusta, yoga, teatro, maquillar, pero tranquilo, nada de apuros”.

En adelante, cuenta que tiene planificado seguir con el proyecto de oncoimagen, “ver si podemos hacer una página web, videos en YouTube, reforzar el Instagram”.

Y asegura, “será así... disfrutar la vida y trabajar. En la primera temporada vivía acelerado y quería hacer todo. En realidad voy a tener más tiempo para mí”.

Sobre su estadía en la casa familiar durante la cuarentena, relata: “Vivir con mis viejos fue importante. 30 años hacía que no vivía con ellos, el amor de los padres es fundamental. Aumentó mi comunicación. Yo me fui a los 18 y volví a los 51”.

“Fue un lindo momento, acompañarlos en la pandemia para que no se sientan tan solos durante el aislamiento. Nunca había participado en ningún cumpleaños de la familia desde que me fui. estar en el cumpleaños de mi viejo, de mi vieja, de mis hermanos, de mis sobrinos. Nunca habia estado con tanta familia junta. Eso es algo que no se olvida”.

Estar en la piel del otro

 Kike indica que en la época de pandemia lo que no dejó de hacer nunca es oncoimagen, con Analía Polasek de Posadas y Lorena Delgado de Santiago de Chile.

Se trata de un proyecto para ayudar a mujeres que atraviesan un cáncer a sentirse bien con su imagen.

“Nunca dejamos de trabajar con pacientes oncológicas, de tirarles una onda, que se sientan bien, de enseñarles cómo maquillarse, como cuidar la piel. La quimioterapia es terrible”.

Sobre este servicio, precisa:  “No podían creer que el servicio era gratuito, y estaban súper agradecidas y contentas. Nosotros estábamos a disposición de ellas para trabajar con ellas, asesorándolas. Sobre todo en pandemia. Ellas con sus palabras nos emocionaban mucho, sobre todo a mí, porque yo estuve en una situación así” y concluye, “pasar por todo eso da un poder de empatía que no todos logran”.

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