Pinceladas de historia

El ganado y su influencia en el poblamiento del Litoral

domingo 27 de febrero de 2022 | 6:00hs.

Un informe oficial de 1760 nos aporta interesantes datos acerca de la situación demográfica en el litoral rioplatense. En Corrientes existían 1053 familias de españoles, que totalizaban 6420 habitantes. A ellos se les sumaban 1267 indios y 500 esclavos, lo que hacía un total de 8187 habitantes. Santa Fe contaba con 872 habitantes en su jurisdicción. Buenos Aires poseía una población cercana a los 26.000 habitantes, incluyendo tres reducciones de indios que totalizaban poco más de 700. Montevideo poseía 187 familias, que totalizaban una población de 2263 habitantes, de los cuales “...muchos viven en las chacras y estancias, como en las demás jurisdicciones...”.

En ese Informe se totaliza una población de 44.472 habitantes en la Gobernación del Plata, fuera de las Misiones Jesuíticas, cuyo conjunto de treinta pueblos totalizaba 104.184 personas, es decir mas del doble del resto del Plata. Ello nos revela una situación de pobreza demográfica y desarticulación espacial hacia esta época. La única región integrada territorialmente era la perteneciente a las Misiones de Guaraníes.

Dos terceras partes de los habitantes de los pueblos no jesuíticos se hallaban radicados en el campo donde la producción vacuna comenzaba a crecer en importancia. Los correntinos criaban unas 80.000 cabezas, los santafesinos, 120.000 y los montevideanos 135.000. Los historiadores económicos estiman en 300.000 los vacunos existentes en Buenos Aires para aquellos años.

A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, y alentados por la riqueza de los campos abandonados por los charrúas y minuanes, a quienes sistemáticamente se había perseguido y gran parte de ellos aniquilado por las fuerzas militares, se inició un proceso de poblamiento del litoral. Pero este proceso no estuvo exento de conflictos interjurisdiccionales.  En los últimos años de la administración hispánica los despachos oficiales se hallaban atestados de expedientes y causas motivados por querellas sobre cuestiones de tierras.  Un Informe de la época del virrey de Loreto escrito por el Superintendente de la Real Hacienda, el 4 de agosto de 1785 explica de algún modo estas disputas. Dice allí: “Antes eran mirados los Ganados con el mayor desprecio y abandono, sobrando los cueros producidos por solo los Mataderos para el consumo de la carga de uno o dos Buques que cuando mas salían al año de estos Puertos y por consiguiente cuidaban muy poco o nada los Hacendados de sus respectivas estancias y miraban con mui superficial atención lo que ahora aprecian y disputan con tanto empeño”. Este testimonio muestra cabalmente la transformación económica que se vivía en el Plata a partir de la valorización de la actividad ganadera. Esta explosiva revolución económica tuvo en los reyes de la dinastía borbónica sus principales gestores, especialmente Carlos III, quien reforzó militarmente el Plata durante su reinado, se abrió el comercio con ultramar y se colonizaron las tierras patagónicas. La coronación de esta política fue la creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776.

A partir de allí, el Plata se abrió al mundo, los campos se organizaban a partir de la formación de estancias, los pueblos españoles multiplicaban su población. La habilitación de los puertos de Montevideo y Buenos Aires al comercio exterior en 1778 trajeron inmediatos resultados, en lo económico, como en lo social. Los artículos introducidos llegaron hasta el Cuyo y el Alto Perú y de allí se extrajo fundamentalmente la plata, iniciándose un circuito comercial entre estas regiones y Buenos Aires. La aplicación del reglamento del Libre Comercio de 1778 significó fundamentalmente un salto para el conjunto de las relaciones económicas de la región. Entre 1772 y 1776, por ejemplo, habían entrado a Montevideo y Buenos Aires sólo 35 embarcaciones. En 1796 llegaron 77. La exportación de cueros, que antes de 1778 era de 150.000 unidades anuales, entre 1779 y 1795 sumó 13.000.000. A esa actividad comercial se le sumó desde 1785 el de las carnes saladas, industria que comenzó a experimentar notable impulso. Los únicos saladeros en la época hispánica se localizaban en la Banda Oriental. El primer envío de este tipo de carnes se realizó a La Habana, en 1785. Un comerciante del puerto de Montevideo narraba asombrado en 1781 que en un solo día salieron registrados de ese puerto 432.000 cueros en un convoy de 25 embarcaciones. Está claro que las nuevas medidas económicas fueron singularmente favorables para las regiones ganaderas, como para los principales puertos. La apetencia por los cueros, por las nuevas condiciones de la industria europea, permitió un interés desconocido hasta entonces por la actividad ganadera. En consecuencia, en medio siglo (1760-1810) la población se cuadruplicó. Las zonas ganaderas crecieron explosivamente. La Banda Oriental se multiplicó más de 10 veces y Entre Ríos casi 20 veces. Corrientes, en su zona rural quintuplicó su población.

Las Misiones de guaraníes, mientras tanto, y como consecuencia inmediata de la expulsión de los Padres de la Compañía de Jesús, se hallaban en un franco proceso de decadencia, pues sus habitantes comenzaron a dispersarse por las campañas litorales, donde florecía la actividad ganadera, produciendo, en lo social, un extraordinario fenómeno de mestizaje de su población.

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