La luna roja

Ni de vergüenza ni porque fuera de Independiente, algunos pensaron que era el fin del mundo, y otros que comenzaba un nuevo orden mundial, aunque sabemos que lo de anoche fue un espejismo astronómico, otro más, como el arco iris o la aurora boreal, pero cuenta la leyenda… que en el inicio del tiempo y del espacio, antes de que se movieran en el cielo, el Sol y su hermano menor, la Luna, (para los guaraníes, tanto el Sol como la Luna son considerados del sexo masculino) habitaban la Tierra, viviendo juntos diversas aventuras.

Un día, encontraron a Charia, espíritu maléfico, pescando en el río, que no había percibido la presencia de los dos hermanos; y con el afán de perturbarlo, el Sol buceó, meneó el anzuelo imitando un pez grande y Charia estiró el anzuelo vacío, cayendo para atrás.

Tres veces repitió el Sol su artimaña y en todas ellas Charia cayó desairado. Ahora es mi turno, dijo la Luna, y buceó en la dirección del anzuelo. Sin embargo, Charia fue más rápido: pescó a la Luna, la mató con su bastón de madera, y la llevó como si fuera un pescado para comerlo con su mujer.

Cuando estaban cocinando a la Luna, el Sol llegó y fue invitado por Charia para comer el pez. Él agradeció diciendo que aceptaría sólo un poco de caldo de maíz pero pidió que no tiraran los huesos del pez pues le gustaría llevarlos consigo. Después, recogiendo los huesos, el Sol los llevó lejos y utilizando su propia magia resucitó a su hermano.

Así, un eclipse lunar representa la Luna siendo devorada por Charia, siendo que el color rojizo es su propia sangre. La Luna sólo resurge en toda su plenitud, como Luna Llena, porque su hermano, el Sol, la resucita y salva. Como se ve la leyenda es más poética y su mensaje un poco más alentador.

Arguindegui fue periodista, escritor, columnista de El Territorio.
Falleció en 2018.

Javier Arguindegui