Es antropólogo social y trabaja de ello

“Cuando uno se acepta, no importa si los demás dicen algo"

Sebastián Zocayki (43) reflexionó sobre poder decidir sobre su propio cuerpo y sobre la realidad que tienen las personas trans
domingo 16 de enero de 2022 | 6:05hs.
“Cuando uno se acepta, no importa si los demás dicen algo"
“Cuando uno se acepta, no importa si los demás dicen algo"

“Orgullosamente trava, orgullosamente marica y orgullosamente vivo. ‘Orgullo’ de llevar ovarios en el vientre y testosterona en la sangre. Y no se trata de hacer de mi cara una bandera, sino de saberme sujeto de derechos. El derecho a ser, a existir, a nombrarme y a sentir sin hipocresías”.

Así se presenta en la red social Facebook Sebastián Zocayki, un posadeño de 43 años, que es antropólogo recibido de la Universidad Nacional de Misiones y varón trans. Ya de pequeño se dio cuenta de que no se sentía identificado con las características y gustos que le estaban asignados al sexo con el que nació, sin embargo, en ese entonces no podía ponerle palabras o definiciones a sus sentimientos.

“Cuando estás en el jardín de infantes ya te das cuenta, pero yo no conocía a otros varones trans, tenía el prejuicio de que existían las mujeres trans. Pero hace cuatro años me sumé a un colectivo de diversidad, el Colectivo 108, donde daba clases de yoga y ahí fue que los vi. Me di cuenta de que eran como yo y me cayeron todas las fichas de golpe”, contó Sebastián, que le abrió a El Territorio no sólo las puertas de su casa, sino de la intimidad de su historia personal y de su camino hacia la aceptación de quien es hoy.

Sebastián inició el proceso de reasignación de sexo y de hormonización hace unos tres años y hace tres también que rectificó su identidad en el DNI bajo el nombre que lo representa.

“Siempre fue un conflicto la ropa que yo usaba, pero me la tenía que poner igual”, contó entre risas sobre su niñez. Si bien en estos años tuvo que enfrentar la mirada prejuiciosa de algunos, se alegró al saber que fueron pocos. Aunque a este muchacho de sonrisa inmensa poco le importa lo que los demás tengan que decir sobre él.

“Muy poquita gente me rechazó. Lo importante es aceptarse a uno mismo. Cuando uno se acepta, no importa si los demás te dicen algo. Esto no nos pasa sólo a las personas trans, porque hay muchos estereotipos, la sociedad siempre intenta encasillar”, acotó.

Respecto a cómo su familia fue aceptando su identidad y su rectificación de género, Sebastián confesó que los consejos de su psicóloga -que forma parte del equipo interdisciplinario del Hospital Madariaga- fueron clave para entender los tiempos del otro.

“Ella me dijo: ‘Cuántos años te costó a vos aceptarte, tu familia no te va a aceptar de un día para el otro, va a llevar su tiempo'. Ahí entendí que es de a poco, a mí me llevó 38 años darme cuenta”, reconoció.

Y al mismo tiempo, agregó: “No tuve un momento de contarles como estaba, no lo sentía como una confesión porque no estoy haciendo nada que sea pecado. Simplemente empecé a ser yo mismo, cuando tuve que rectificar mi DNI lo hice, cuando me tuve que hormonizar también, al igual que cuando me tuve que operar, no le pedí permiso a nadie”.

Desde hace tres años que cada tres meses se inyecta testosterona, cuya receta y dosis son armadas exclusivamente por una endocrinóloga luego de una serie de estudios para verificar que el cuerpo está en condiciones de recibirlo.

Aunque le costó muchos años conseguir trabajo de la carrera que estudió, hoy puede hacerlo en un empleo formal, una realidad que tienen muy pocas personas trans en la provincia.

“La realidad de los varones trans es distinta a la de las mujeres trans. Los primeros por lo general se quedan en la casa familiar o trabajan por cuenta propia; la realidad de las mujeres trans es mucho más dura porque las suelen echar de sus casas, son muy discriminadas por su familia por la verguenza que sienten, entonces tiene que dedicarse a la prostitución, la ven como la única salida, con todos los riesgos que eso implica", sostuvo.

Sebastián prefiere no revelar el nombre que le pusieron al nacer. Es que Sebastián es quien es desde ahora y para siempre, aunque sabe que su pasado también forma parte de su identidad. “No soy un varón cis, nunca lo voy a ser, soy trans y es parte de mi identidad haber tenido en algún momento una identidad asumida como femenino”, aseguró.

 

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