Pinceladas de historia

Los orígenes del contrabando fronterizo

domingo 16 de enero de 2022 | 6:00hs.

La yerba y el tabaco fueron productos fundamentales para el inicio y expansión del comercio entre Paraguay y Corrientes en los tiempos de la dominación hispánica del territorio rioplatense. La yerba llegaba a Corrientes desde las Misiones Jesuíticas o del Paraguay, porque esa provincia carecía de ella. Pero el producto que dio lugar al nacimiento del contrabando fronterizo entre Corrientes y Paraguay fue el tabaco.

Si bien Corrientes producía tabaco en alguna proporción, el gobierno español decidió en 1779 crear el Estanco del Tabaco. El Estanco era una antigua institución española que actuaba como monopolio por parte del Estado de la producción, distribución, importación y venta de un bien, en este caso el tabaco. La idea era incrementar las rentas fiscales, con lo cual el Estado se constituyó en el único adquirente de la producción, elaboración y venta del tabaco en rama y en polvo. En tal sentido, Francisco de Paula Sanz, director de la Real Renta de Tabaco, luego de su visita al Paraguay estableció que esa provincia se constituiría en el centro de producción de tabaco para todo el virreinato. Ello excluía la posibilidad de su cultivo en otras partes, con lo cual quedaba vedada la producción tabacalera en Corrientes.

La Real Renta de Tabaco fijaba el precio, compraba a los productores privados la producción, la acopiaba en sus depósitos y la distribuía a través de los estancos subordinados en las distintas ciudades y pueblos del virreinato. Ello dio como resultado el nacimiento del contrabando de tabaco en la frontera, al introducirse en Corrientes partidas de tabaco con destino a las provincias vecinas, burlando al Estanco y a precios más baratos. También desde el imperio portugués, por el río Uruguay el contrabando de tabaco se fue incrementando a partir de 1801.

El Estado, consciente de este problema, que afectaba sus ingresos por rentas, decidió crear en Corrientes un Resguardo, es decir una suerte de cuerpo de vigilancia encargado de controlar el cumplimiento del monopolio de la adquisición y venta de tabaco a través del Estanco. Este Resguardo, una institución semejante a las modernas Aduanas, tenía el deber de vigilar el tráfico ilegal y la inspección de las cargas fluviales y terrestres.

El efecto del contrabando se dejó sentir desde el inicio mismo de la creación del Estanco, lo que obligó al Estado a tomar medidas urgentes como por ejemplo que los marineros paraguayos pudieran llevar hasta tres mazos de tabaco para su consumo personal. Pero esta medida abrió la puerta a los abusos, ya que los beneficiados revendían fraccionada su provisión. También los barcos llevaban tabaco disimulado entre las cargas y petates; las canoas evitaban la costa correntina, recostándose sobre la banda del Chaco, para vender tabaco a los indios de San Javier y de San Jerónimo, quienes a su vez revendían en Santa Fe o en el Tucumán.

El crecimiento de este tráfico ilegal hizo necesaria la colocación de guardias permanentes en Paso del Rey, Curupaití, ltatí y desde 1787, también en la tranquera de Loreto, camino a las Misiones (actual pueblo de Ituzaingó). Pero estas guardias, aisladas y prácticamente sin medios para remediar el problema, se constituían en instituciones ineficaces. Desde 1788 se los proveyó de botes y poco más tarde el virrey dispuso que los barcos que navegaban desde Asunción fueran registrados en Humaitá y en Curupaití. En 1792 se suprimió el privilegio dado a los tripulantes de llevar tabaco para su consumo. En 1793 se habilitaron dos falúas, como se denominaba a las pequeñas embarcaciones destinadas al transporte de marineros para controlar el tráfico fluvial a la altura de Santa Fe.

Desde 1805 el problema del contrabando se agravó, pues, fortalecidos los mecanismos de burlas de los controles, se fueron sumando otros productos al del tabaco, con lo cual el virrey Liniers en 1808 autorizó severas represiones a quienes practicaran esta forma ilegal del comercio. Pero a partir de ahí se sumó otro problema, la tolerancia y complicidad de muchos funcionarios quienes no sólo hacían la vista gorda al problema sino que también se beneficiaban con la actividad. Por esta razón, en 1809, las medidas dispuestas por Avilés fueron suspendidas. Entre 1809 y 1810, el contrabando parecía haber vencido al Estanco.

De todos modos, el Estanco no había sido visto con buenos ojos por Corrientes. Las autoridades del Cabildo correntino reclamaron en muchas oportunidades la necesidad de volver a autorizar el cultivo de tabaco en Corrientes, favoreciendo así a la producción local y disminuyendo las posibilidades de contrabando. Pero sus razones no fueron atendidas.

Como consecuencia de los tiempos revolucionarios, en 1812 se suprimió el Estanco. Ello, sumado al aislamiento del Paraguay, favorecieron el arraigo del tabaco en Corrientes y sirvió, al menos por un tiempo, para que se olvidara el contrabando de ese producto en esa frontera.

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