Ave Fénix

Manuel Roa sufrió de cerca al coronavirus. En un par de semanas perdió a sus padres y a una hermana, se mantuvo fuerte gracias al fútbol y se fortaleció en la adversidad
viernes 14 de enero de 2022 | 2:30hs.
Roa se ganó su lugar a fuerza de buenos partidos y es una de las figuras de Guaraní. Foto: Dennis Prieto
Roa se ganó su lugar a fuerza de buenos partidos y es una de las figuras de Guaraní. Foto: Dennis Prieto

El Ave Fénix se reinventa siempre. Renace de sus cenizas. Saca la cabeza en los momentos más difíciles. Cuando todo parece perdido, vuelve con más fuerza.

Hace casi un año que Manuel Roa pasó por uno de los momentos más complicados de su joven vida. En apenas unas semanas perdió a sus padres y a una de sus hermanas a causa del coronavirus. “Pegó muy fuerte”, contó muy emocionado el polifuncional que tiene Guaraní y que es uno de los puntos altos del equipo de Villa Sarita en el torneo Regional.

De hecho, Roa convirtió el pasado fin de semana el gol del triunfo de la Franja en Curuzú Cuatiá ante Victoria. Tanto ese gol como el del 1-1 frente a Mitre en la fase de grupos tienen destinatarios.

“Los goles son para ellos y la gente que me rodea en el día a día. Hay que seguir con la cabeza levantada”, aseguró Roa, quien encontró en el fútbol la manera de sobrellevar las duras pérdidas.

“El año pasado perdí a mis viejos y a mi hermana más grande por el coronavirus. Fue fuerte. Mis compañeros y el club me apoyaron en todo momento. Siempre me alentaron para que no baje los brazos y eso me ayudó a seguir. El fútbol me ayudó a seguir”, confesó a un costado del campo de juego del Clemente Argentino Fernández de Oliveira.

El mediocampista, convertido a veces en defensor por izquierda, recordó que “todo fue muy rápido”. “A mi mamá, que había tenido un ACV hace tres años, la internamos a la mañana y a la noche murió. Mi papá estuvo internado dos semanas y falleció y después pasó lo de mi hermana”, relató.

Mayo y junio de 2021 quedarán marcados a fuego en la mente de Roa, aunque el futbolista no pretende vivir en el pasado, sino honrar a sus padres y su hermana a través del juego.

El polifuncional zurdo de la Franja está siempre acompañado por su familia. Foto: Dennis Prieto

“El apoyo de mi familia y mi pareja fue fundamental. Pegó muy duro la pérdida de mis papás y mi hermana, pero sé que desde arriba me están guiando”, aseguró.

“Se veía muy lejos la enfermedad. Cuando llegó acá empezó a morir mucha gente y a mí me tocó muy de cerca. Fue difícil y feo, pero la gente se tiene que cuidar, se tiene que vacunar”, pidió el mediocampista, que reconoció que “se extraña a los viejos, las charlas, los mates”, aunque también dejó en claro que ahora tiene por qué jugar en cada partido. “La vida sigue, así que trato de disfrutar el lugar al que llegué”, reflexionó Roa.

De lucha en lucha
Cuando perdió a sus padres y a su hermana, Manuel tuvo que hacerse cargo, en ese difícil momento, de contener a su familia.

“Yo no estaba contagiado, entonces tenía que hacer las compras, cuidar a los demás. No fue fácil, pero pudimos salir adelante”, recordó.

Pero Roa está acostumbrado a darle pelea a la vida. Hace un par de años que el joven jugador estaba en Mitre, club con el que jugó el Federal C y dividía su tiempo entre los entrenamientos y el lavadero que tenía.

“Cuando jugaba en Mitre estaba difícil conseguir trabajo, entonces mis viejos me pusieron un lavadero. Trabajaba a la mañana en el lavadero y a la tarde entrenaba”, contó con orgullo.

Después de unos años en el Auriazul y un paso por La Picada, Roa regresó a Guaraní, en el que había hecho gran parte de las inferiores.

En la Franja se ganó el lugar en la Liga Posadeña y fue tenido en cuenta por Carlos Marczuk para el torneo Regional. Como puede jugar tanto de mediocampista, su puesto natural, como de defensor, siempre tiene un plus.

A la confianza del DT la viene pagando con creces. Es uno de los puntos altos en el certamen, convirtió dos goles vitales y, desde el silencio, hace bastante ruido en el ataque rival.

Manuel Roa supo reinventarse. Supo salir a flote en el momento más complicado de su vida. Supo, como en las mejores historias de gladiadores, darle pelea a la vida. Supo, como el Ave Fénix, volver a renacer.

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