El agresor fue detenido el jueves en El Soberbio

“En cada machetazo olía la muerte y sentía que me iba a cortar al medio el brazo”

El comunicador Hugo Bruenner (49) habló sobre el brutal intento de homicidio que sufrió en noviembre del año pasado. Espera poder recuperar la movilidad de su brazo y mano
domingo 09 de enero de 2022 | 9:20hs.
“En cada machetazo olía la muerte y sentía que me iba a cortar al medio el brazo”
“En cada machetazo olía la muerte y sentía que me iba a cortar al medio el brazo”

Romeo Hugo Bruenner (49) aún tiene la imagen del machete bien alto, como una extensión del brazo de su agresor. Recuerda muy bien cómo el arma descendió en varias oportunidades en busca de su muerte. Y no puede olvidar cómo, literalmente, muy malherido atravesó volando una puerta para poder salvarse.

Hoy se cumplen 56 días, los tiene bien contados, desde que casi fue asesinado a manos de la ex pareja de quien entonces era su novia. El hecho ocurrió el 14 de noviembre, día de las últimas elecciones legislativas, en la localidad de El Soberbio.

El agresor, identificado como Marcos Antonio P. A. (27), fue detenido el último jueves en el barrio Bella Vista, de la localidad al borde del río Uruguay. Ahora está a disposición del Juzgado de Instrucción Tres de San Vicente, cuyas autoridades deben decir cuándo lo citan a declaración indagatoria. Pueden esperar hasta cinco días desde su detención.

Secuelas
La víctima tiene una amplia trayectoria en medios de la provincia, pero desde hace diez años está instalado en El Soberbio dando clases en una escuela rural y administrando su propio sitio. En diálogo con El Territorio, contó las secuelas que le dejó el terrible ataque, las cuales en la actualidad no le permiten mover el brazo ni los dedos de la mano derecha, algo clave para desempeñarse en sus profesiones.

“De los cinco machetazos que recibí uno me agarró medio de refilón en el codo, pero el más grave fue en el antebrazo, que me cortó un nervio, un músculo que justamente es el que articula los tendones de los cinco dedos. Esa es mi principal dificultad”, detalló en comunicación telefónica. “Me limita casi en un 80 por ciento”, puntualizó.

En la actualidad se encuentra recuperándose en la casa de sus padres, en Santa Rita, sitio que también sirvió de refugio mientras el violento estuvo prófugo.

Allí es atendido por sus familiares, principalmente su madre y dos hijas de 17 y 19 años. Tiene dificultades para acciones cotidianas, como bañarse o manejar (su auto está prácticamente parado desde hace casi dos meses), pero las jóvenes le colaboran en casi todo con la labor periodística.

Tras las postergaciones por la falta de insumos, espera poder operarse la semana que viene, sabiendo que depende del éxito de la intervención para volver a agarrar nuevamente una tiza o escribir en su computadora.

“La operación consiste en tres partes, o sea que son tres cirugías. Una en el húmero, tienen que unir un poquito el hueso; después en el codo me tendrían que poner una plaquita con un tornillo para recuperar el movimiento, como por ejemplo para manejar; pero lo más complicado es la cirugía del antebrazo, porque como decía ahí hay un nervio. Yo apenas puedo mover los dedos hacia adentro y cuando quiero hacer fuerza siento que está cortado”, detalló.

Será la traumatóloga Ángela Kibysz, de Oberá, quien estará a cargo de la cirugía. Las chances de recuperar el buen funcionamiento de su miembro superior, le dijo, es de un 50 por ciento.

El ataque
Bruenner recuerda con lujo de detalles el ataque. Había pasado unos días con su pareja Marcia (21) y el hijo de ésta (3), hasta que cerca de las 9 de ese domingo los llevó al departamento de ella. Es que por disposición judicial, ese día el niño tenía que pasarlo con el padre.

Llegaron al inmueble sobre la avenida Corrientes, casi Mitre, donde se bajaron los tres y esperaron a Marcos Antonio P. A. (27) dentro. “Supuestamente ya me tenía bronca, me había amenazado porque no aceptaba el final de su relación y que Marcia esté conmigo. Fue cuestión de un minuto, creo que no le gustó un gesto cariñoso que tuve con el nene y, sin mediar palabra, me dio un golpe de puño”, detalló.

El golpe no llegó a destino, pero en el intento por evadirlo, Bruenner cayó al piso. En ese instante, el agresor salió corriendo afuera a buscar el machete, al tiempo que la joven tomó al niño y huyó de la escena. En segundos el hombre estaba nuevamente dentro del lugar, tiempo en el que también se tomó el trabajo de trabar la puerta principal.

“Eso te da una idea de que tenía todo premeditado. Ahí me entra a machetear, literalmente. Y el único mecanismo de defensa que tuve fue el brazo”, describió sobre la sangrienta secuencia. Y amplió: “Fueron cinco machetazos a mansalva, siempre digo con quienes hablo que eso no se le hace ni a un animal, ni a una planta ni a un monstruo”.

“Literalmente -continuó- me iba a masacrar con un machete de un metro de hoja. Todos los machetazos iban dirigidos a mi cabeza, al cuello y a mi cuerpo, por eso por más que capaz no lo recupere, yo lo llamo el brazo de oro. Me salvó la vida”.

“En cada machetazo no sólo olía la muerte, sino que venía ese machete allá arriba, a dos metros, y sentía que me iba a cortar el brazo al medio”, reveló.

El entrevistado no recuerda cómo pudo escapar, sólo sabe que llegó hasta la puerta, compuesta por madera y vidrio, y no la pudo abrir. Por eso decidió darle una patada para romper el cristal y así ganar la calle. “Aún tengo la imagen, me imaginé que era un nadador que se tiraba a la pileta, siendo que yo no sé nadar”, graficó.

Cuando llegó la calle, cayó de espaldas al suelo y el agresor, que salió de la casa por el mismo lugar que él, arremetió nuevamente. Con el brazo prácticamente inmovilizado, esta vez se defendió con las piernas, aunque no pudo evitar un golpe en la cabeza, que le generó un grave corte y un sangrado a borbotones.

Entonces el agresor, tal vez pensando que lo había matado, subió nuevamente a su vehículo y huyó de la escena. Su automóvil, un Chevrolet Corsa, apareció abandonado al otro día en paraje Tararira y el arma fue hallada ensangrentada en su interior. Esto significa un elemento de peso en su contra.

La víctima estuvo cuatro días internada en el hospital de San Vicente y luego de pasar a recoger unas cosas, se dirigió a la casa de sus familiares.

Todo este tiempo se sintió inseguro, sabiendo de la posibilidad de que el agresor podría volver a terminar de matarlo. “Estaba recontra traumado, los primeros días no podía dormir”, amplió. Incluso supo que el violento le dijo a mucha gente que lo iba a asesinar.

Tiempo prófugo
El hombre habría estado todo este tiempo en Colonia Aurora, trabajando en la logística del contrabando de soja y amparado por sus familiares. Según pudo reconstruir su víctima, volvió para las fiestas de fin de año a sabiendas de que ya no lo buscaban, pero cometió el error de acercarse nuevamente a la casa de la madre de su hijo con el argumento de ver al menor.

Obviamente que la Policía fue advertida y, después de unos días efectivos de incógnito lo individualizaron y detuvieron.

Bruenner agradeció especialmente la intervención del jefe de la Unidad Regional VIII, el comisario mayor Humberto Rodríguez. Espera que la Justicia sea implacable y que lo condenen por intento de homicidio.

El entrevistado reflexionó sobre lo ocurrido y enmarcó los hechos en el marco de la problemática de violencia de género, motivo por el cual (dijo) Marcia se separó del hombre que casi la mata. Pidió también que la Policía de Misiones tome con seriedad las denuncias de aquellas víctimas que se animan a romper el silencio. “Esto algún día se tendría que terminar”, concluyó.

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