Padre obereño alertó sobre el nocivo entorno en el que vive su hija

“No puede ser que vea a mi hija tres horas, tres veces por semana”

Germán B. (48) cuestionó el accionar judicial. "Me siento defraudado por la Justicia, desprotegido porque la madre hace lo que quiere y nadie le pone un freno", reclamó
lunes 20 de diciembre de 2021 | 6:03hs.

El 2 de diciembre del año pasado llegó de trabajar y constató que habían saqueado su casa. Los ladrones se llevaron electrodomésticos y electrónicos, dinero en efectivo y hasta el tender. Ningún acceso estaba forzado. Fue el primer indicio de la autoría del hecho.

Luego, mediante las cámaras de seguridad de un vecino, el damnificado constató la identidad de los delincuentes que se movilizaban en dos vehículos: una camioneta y un coche, propiedad de la actual pareja de su ex mujer.

De esta forma corroboró sus sospechas, tras lo cual buscó las facturas de los elementos que le sustrajeron y radicó la correspondiente denuncia que se tramita ante el Juzgado de Instrucción Dos de Oberá.

Pero la pérdida material no fue lo que más afectó a Germán B. (48), quien luego del hecho no pudo ver a su pequeña hija por más de un mes ya que la madre se mantuvo oculta por temor a ser detenida por el robo.

Desesperado por encontrar a su hija, el propio damnificado ofició de investigador y un día, transitando por avenida Tucumán de Oberá, observó una alfombrita colgada en el tender en un balcón. Eran su tender y una alfombrita tejida por su mamá. Así descubrió donde estaba su pequeña.

Recién después de ese hecho logró que el Juzgado de Familia dictara un régimen de visitas para estar con su hija: tres horas, tres días por semana. Nada más.

“Pero ni eso cumple y ya perdí la cuenta de la cantidad de denuncias que le hice por impedimento de contacto. Aparte denuncias por violencia de ella y sus padres hacia mí, y amenazas de su pareja. Sin contar la denuncia por hurto, porque me robaron todo lo que tenía en mí casa. La justicia no me da respuestas”, lamentó.

Desesperado

La gota que colmó el vaso de la paciencia de Germán B., conocido entrenador deportivo de Oberá, se registró el sábado pasado cuando fue a buscar a su hija y la abuela materna le dijo que no estaba.

“Cuántas veces no me la tienen que entregar para que cambie la guarda. El juez de Familia le aplicó multa y no sirvió; mandó un oficial de justicia y no me la dio. Ahí, hace medio año, tendría que haber cambiado la guarda, pero el juez le dio una oportunidad más a la madre y sigue haciendo lo que quiere”, reclamó.

Y agregó: “Ya no sé más qué hacer. Si tardan tanto en dar una resolución, por qué no me ampliaron el régimen de visitas. No puede ser que vea a mi hija tres horas, tres veces por semana. No puedo compartir una fiesta, un cumpleaños, no la puedo llevar a ningún lado. Me siento defraudado por la justicia, desprotegido porque la madre hace lo que quiere y nadie le pone un freno”.

La nena tiene un año y diez meses y, según el papá, la progenitora nunca propició el contacto. Incluso la anotó sólo con el apellido materno, tras lo cual el progenitor gestionó y logró que también lleve el suyo.

Con las pruebas del caso, comprobó que cumple todos los requerimientos que exige la justicia y que la mujer incumple su parte. 

“Es un perjuicio a mi hija porque no puedo cumplir el rol de papá. Por ejemplo, no la puedo llevar a natación porque la madre no quiere. Para el año que viene la inscribí en salita de dos en un colegio privado, pero si la madre no quiere no va. Y si voy a la Justicia se van a expedir dentro de un año, porque tardan eso. Si tienen un millón de causas es porque no resuelven”, subrayó.

Riesgo latente

En diálogo con El Territorio, el progenitor se mostró sumamente preocupado por el entorno en que vive su hija, ya que la madre está en pareja con un hombre que años atrás fue condenado por infracción a la ley de estupefacientes, lo que fue corroborado por este medio (ver Condena por narco).

En tal sentido, Germán B. hizo referencia al ilícito que padeció a fines del año pasado, causa caratulada como “hurto” porque los autores del hecho usaron las llaves para entrar al domicilio.

“Nos separamos y el 2 de diciembre ingresó a mi casa con su actual pareja. Ella tenía las llaves y en una hora y media me desvalijaron la casa, mientras yo estaba trabajando. Entre las pruebas que aporté hay un video. Sin embargo, recién a los cuatro meses el Juzgado de Instrucción Dos otorgó la orden de allanamiento. Obvio que no se encontraron mis cosas”, indicó.

En este punto puntualizó que “la madre de mi hija está en pareja con un tipo que se dedica a robar y vender droga. Todo Oberá sabe qué hace este tipo, pero recién van a reaccionar cuando a mi hija le pase algo. Por eso la quiero tener conmigo y que el régimen de visita sea para la madre. La madre no trabaja, no hace nada. Qué ejemplo es ese. Yo enseño y sé que todo entra con el ejemplo”.

Lejos de ocultar su malestar, opinó que “el sistema judicial es una vergüenza. No se puede creer la inoperancia del Juzgado de Familia”.

Opinó que “un hijo se hace de a dos y tiene que ser mitad y mitad. Pero no se puede cuando una parte no cumple en nada y pone palos en las ruedas. Todos los beneficios para la madre por ser mujer, pero se olvidan de la justicia para los padres que no pueden ver a sus hijos”.


Condena por narco

En 2015, Mario K. (37) y su concubina Amanda D. R. fueron condenados a cuatro años de prisión como coautores del delito de almacenamiento de estupefacientes en la vivienda que ambos habitaban en el barrio Mate Rojo de Oberá.
Dos años antes fueron procesados con prisión preventiva y domiciliaria. Luego reconocieron su culpa en juicio abreviado.
En ese contexto, la fiscalía y la defensoría oficial acordaron la pena que fue homologada por el Tribunal Federal de Posadas.
Los jueces Manuel Alberto Jesús Moreira, Mario Hachiro Doi y Norma Lampugnani no hicieron objeciones respecto al convenio debido a que los acusados reconocieron su participación activa en el delito, estuvieron conformes con la calificación de la causa y también con la pena impuesta.
Ocurre que las pruebas obtenidas por los investigadores durante el allanamiento a la propiedad de los citados fueron contundentes.

La investigación se inició por una denuncia anónima que alertó por el avance de la droga en el barrio. Tras las investigaciones de rigor, en el allanamiento personal de Gendarmería dio con 38 kilogramos de marihuana, un revólver calibre 22 y un BMW con pedido de captura por robo. El hombre cumplió su condena en la Unidad Penal 17 de Candelaria.

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