Pinceladas de historia

Andrés Guacurarí

domingo 12 de diciembre de 2021 | 6:00hs.

El rechazo del Directorio porteño a los delegados enviados por la Banda Oriental a la Asamblea del Año XIII significó la ruptura definitiva de José Artigas con Buenos Aires. A partir de allí el carismático caudillo formará un movimiento federalista al que se adhirieron, además de la Banda Oriental las provincias de Entre Ríos, Santa Fe, Corrientes y Misiones. Todos ellos reconocieron a don José como el “Protector de los Pueblos Libres”. Esa Liga Federal, cuya breve existencia estuvo marcada por un permanente estado de guerra, tuvo dos enemigos, Buenos Aires y el imperio portugués que desde 1816 había vuelto a invadir la Provincia Cisplatina. Artigas, en inferioridad de condiciones enfrentó constantemente a las fuerzas imperiales siendo derrotado en varias ocasiones hasta su exilio en Paraguay en 1820.

Las luchas artiguistas tuvieron a los departamentos misioneros de Yapeyú y Concepción como permanente teatro de operaciones.

Misiones, desde 1815, se hallaba bajo el mando de Andrés Guacurarí con el título de Comandante General , quien con admirable lealtad fue un factor fundamental en las duras luchas por la causa artiguista.

Andrés Guacurarí, hijo adoptivo de don José Artigas, había tomado como propio su apellido, por lo que las firmas de Andresito indistintamente figuran en los archivos como Andrés Guacurarí, Andrés Guacurarí y Artigas, Andrés Artigas e incluso sólo con el apelativo Artigas. Habría nacido, aunque no existe documentación que lo pruebe, en San Borja a fines de la década de 1790, cuando aún los Siete Pueblos Orientales eran parte de la Provincia Guaranítica de Misiones, es decir antes de la ocupación de ese espacio por las fuerzas lusitanas, en 1801. Poseía una ilustración nada común para la época. Los documentos de archivo muestran una letra exquisita, como así sus expresiones, sin fallas ortográficas. Sin dudas fue un producto de la educación letrada de sus padres, formados en la escuela reduccional jesuítica. Dueño de un gran carisma, acaudilló al pueblo guaraní del que recibió sólo lealtades y valentía en todas las empresas que su jefe le encomendaba. Fue un campeón de las reivindicaciones guaraníes. Tuvo a su lado a dos españoles que no lo abandonaron jamás, el padre Domingo Acevedo, quien no dudaba en alzar su sotana para empuñar las lanzas contra los enemigos y don Manuel Miño.

Su primera campaña fue destinada a recuperar los pueblos del departamento de Candelaria, apropiados por el Paraguay después de las luchas contra Belgrano, en 1812. En septiembre de 1815 las fuerzas de Andresito lograron desalojar a los paraguayos recuperando los cinco pueblos de la margen izquierda del Paraná. Dos años después, mientras Andresito y su ejército se desangraban en luchas contra los portugueses, Gaspar Rodríguez de Francia invadió e incendió los pueblos recuperados por las fuerzas guaraníes.

En relación a las luchas de Andresito con los luso-brasileños en las Misiones Orientales, fueron pensadas por Artigas para distraer la atención del imperio portugués, invasor de la Banda Oriental. En septiembre de 1816 Andresito cruzó el Uruguay por el Paso de Itaquí y envió una proclama a los pobladores de las Misiones Orientales, que en sus principales párrafos decía: “Vengo a ampararos, vengo a buscaros porque sois mis semejantes y mis hermanos. Vengo a romper las cadenas de la tiranía portuguesa…vengo a daros lo que los portugueses os han quitado en 1801”. Logró sitiar San Borja e incluso intimó su rendición al Comandante Militar de las Misiones Orientales, Francisco das Chagas Santos. Pero la demora en dar fin al sitio, dio tiempo a que fuerzas imperiales, mucho más numerosas, al mando del coronel Abreu llegara para dar vuelta el resultado de la contienda. Andresito se vio obligado a repasar el Uruguay. Pero no tuvo mucho tiempo de preparar una nueva ofensiva pues, en respuesta al ataque de Andresito, Chagas cruzó el Uruguay a principios de 1817 ocupando el pueblo de La Cruz desde donde envió partidas para saquear e incendiar todos los pueblos y asentamientos rurales de los departamentos de Yapeyú y Concepción. Sólo ruinas y cenizas quedaron de esa devastadora acción ordenada por Chagas Santos, recordado en la historia como el “Atila del Uruguay”.

A mediados de 1817, las fuerzas de Chagas cruzan nuevamente el Uruguay y se dirigen a Apóstoles, donde se libra la memorable batalla del 2 de julio. Andresito estaba en San Carlos, pero llega a tiempo para ayudar al pueblo apostoleño que se defendía ardorosamente encerrado en el colegio del pueblo frente a la plaza. Pocas horas bastaron para que los portugueses se retiraran derrotados merced a esa heroica defensa.

En marzo de 1818 Chagas vuelve a cruzar el Uruguay y se dirige a San Carlos, donde estaba el comandante Andresito, derrotado por la desafortunada explosión de un polvorín. Desde allí se dirigió Andrés a Corrientes por orden de Artigas quien le había encomendado recomponer en sus funciones al gobernador Méndez destituido por las fuerzas artiguistas de Vedoya. Andresito venció al usurpador e ingresó a Corrientes donde permaneció algunos meses hasta marzo de 1819. De esa presencia de Andresito con sus leales soldados, en una ciudad que despreciaba al pueblo guaraní mucho se ha escrito con resentimiento hacia esta cultura. Y aún hoy permanecen resabios de esos escritos tendenciosos en contra de la figura del máximo héroe misionero. Pero también es justo reconocer que importantes entidades culturales e históricas reivindican la figura de Andresito y han ganado mucho espacio en los últimos tiempos.

En mayo de 1819 la tozudez de Andresito, producto de la misma tozudez de su jefe, llevó a planear una nueva invasión a las Misiones Orientales. En un primer momento los triunfos fueron para el ejército del caudillo guaraní, quien tomó los pueblos de San Nicolás y San Borja. Pero el jefe misionero fue obligado a dividir sus fuerzas en el interior de la Comandancia y, con unos pocos hombres fue sorprendido y, en su apresurada fuga, apresado. Junto a unos 300 hombres, muchos ellos oficiales de su comando general fue encerrado en la fortaleza de Lages donde permaneció hasta principios de 1821. Aunque fue liberado, en un confuso episodio mientras aguardaba el barco que lo llevaría junto al resto de su tropa a Montevideo, fue nuevamente detenido. Y desde allí no se supo más nada del valiente Comandante misionero. No sabemos cuándo, ni en qué circunstancias ni dónde murió, como tampoco tenemos certeza de la fecha exacta de su nacimiento, nada de su niñez ni tampoco en qué momento se reunió con Artigas y cómo maduró esa profunda amistad y cariño mutuo entre estos dos enormes íconos del federalismo argentino.

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