Nuestra decadencia

miércoles 08 de diciembre de 2021 | 6:00hs.

L
eyendo la síntesis de Angus Maddison, historiador económico ya fallecido, respecto al proyecto para recopilar estadísticas económicas históricas como el PBI (producto bruto interno), el PBI per cápita (lo que adquiere el consumidor) y la productividad laboral, luego continuada por economistas del Centro de Crecimiento y desarrollo de la Universidad de Groningen de los Países Bajos, determinó que basado en datos estadísticos la Argentina ocupó el puesto número 1 en el ranking de PBI per cápita en los años 1895 y 1896. Y en la introducción del libro “Economics”, escrito por el Premio Nobel de Economía Paul Krugman, puede leerse una pequeña comparación entre la evolución de Canadá y Argentina con el subtítulo “Una historia de dos países”. Se refiere que, a comienzos del siglo XX estaban en buena posición económica y se parecían bastante antes de la Primera Guerra Mundial. Es más, los historiadores económicos promediaban que el nivel de ingreso per cápita era casi el mismo en los dos países hasta los años treinta. Hoy nadie discute que Canadá, en franca evolución económica, se encuentra en mejor posición económica que Argentina, pues el PBI per cápita es casi el triple que el del nuestro. Pero indudablemente, haciendo un ranking comparativo, Argentina en 1896 superaba a Estados Unidos, Bélgica, Países Bajos y Alemania.

Los nostálgicos, perennes adherentes de esa emoción del “cuore” que siempre está de moda, suelen repetir que nuestro país fue una vez el más próspero del mundo. Entonces, cabe la pregunta ¿cuándo exactamente fue el inicio de nuestra decadencia? Como es tema de debate, los gurúes económicos, algunos muy culpables de esta situación, tratan de dar respuestas. Sin embargo, otros eruditos se animan en afirmar que fue después de la Segunda Guerra Mundial, debido a una creciente inestabilidad política y a las malas políticas macroeconómicas. El inefable Tata Yofre se animó a decir en un programa televisivo: “En 1945 cuando Brasil adhirió a la propuesta panamericanista de los EE.UU. y la Argentina se abstuvo”. Allá él, pero en verdad, en cuanto a la actual política de las relaciones exteriores de nuestro país, cada argentino deberá sopesar si es la correcta o por el contrario un barrilete sin cola. En cuanto a la decadencia económica, tomemos como punto de partida la democracia reconquistada en 1983, pues de ahí en más todos los gobiernos gobernaron para el fracaso económico. Y si en esta volteada le cabe el sayo a Raúl Alfonsín, él, como presidente, tuvo el mérito de luchar infatigablemente a favor de la democracia reconquistada, y por ese accionar merece el bronce.

Decadencia 1. La inflación con Raúl Alfonsín terminó en 398,1%. En cambio, en el gobierno de Menem Argentina se convirtió en el único país del mundo con 0 puntos de inflación, convirtiéndose en una de las economías más fuertes de la región. Desde entonces, y tras 18 años de gobiernos peronistas y 6 de gobiernos no peronistas, con 53% Argentina se ubica en el tercer puesto de los países con mayor inflación. Fernando De la Rúa es del período que se vayan todos en que voló todo por el aire, incluido él, en helicóptero. Con Eduardo Duhalde fue del 29,3%, Néstor Kirchner 11,6%, Cristina Fernández 25,2%, y Mauricio Macri 33,7% y en vigencia los dos años de Alberto Fernández con perspectiva de alcanzar el 53%. 

Decadencia 2. Índice de pobreza tras la huida de Fernando de la Rúa alcanzaba el 46% de la población. Sin embargo, tras la sucesión de tres presidentes en una semana, en octubre de 2002, ya bajo el mandato de Eduardo Duhalde, la pobreza siguió aumentando y llegó al 66%.

En el gobierno de los Kirchner se logró bajar este indicador, y al término del mandato de Cristina la tasa de pobreza terminó en 31,4%.

En era Macri la inflación llegó al 35,5% de las personas y la indigencia al 8% de los argentinos. Y luego, en los años de la gestión de Alberto Fernández la pobreza aumentó hasta llegar al 40,9% y de ellos el 10,5% son indigentes.

Decadencia 3. La educación en sus niveles más bajo y en caída libre. El desempeño de los alumnos de la escuela primaria en Argentina cayó significativamente según reveló en noviembre pasado el estudio que realizó, en su cuarta edición, la Unesco. En las pruebas Pisa (Programa Internacional de Evaluación de los Alumnos) la educación argentina no solo sigue estancada, cayó respecto a la región en este año actual.

Sobre la educación Arturo Jauretche quedaría con el alma herida cuando se entere que seguimos discutiendo que educación queremos, los niveles del educando, afanes se su vida, son paupérrimos; y que de cada cien niños que entran a la primaria solamente tres ingresan a la universidad. De estos preguntará ¿Cuánto se reciben?

Es más, quedaría anonadado al observar tanta decadencia.

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