Los otros policías de guardia en la Primera tampoco tomaron con seriedad el estado de salud Wasyluk

Desde que ingresó al calabozo hasta que murió, 27 horas después, Wasyluk buscó la forma de hacer saber a los uniformados de la dependencia obereña que estaba herido pero ninguno se ocupó.
miércoles 01 de diciembre de 2021 | 15:55hs.
Los otros policías de guardia en la Primera tampoco tomaron con seriedad el estado de salud Wasyluk
Los otros policías de guardia en la Primera tampoco tomaron con seriedad el estado de salud Wasyluk

La cuarta jornada de debate oral por el asesinato de Hugo Miguel Wasyluk (38) en el Tribunal Penal Uno de Oberá, que juzga por los delitos de "tortura seguida de muerte, omisión de denuncia e incumplimiento de los deberes de funcionario público" a 13 policías que se desempeñaban bajo el mando de la Unidad Regional II, se centró en las responsabilidades de los siete efectivos que estuvieron de guardia en la Comisaría Primera de Oberá entre la noche del 25 y mañana del 27 de abril de 2011.

Wasyluk, después de ser salvajemente golpeado durante 40 minutos por la comisión de la Comisaría de Villa Bonita que lo fue a detener y estaba encabezada por el sargento Pedro De Mattos, el ex agente Ricardo Javier Rodríguez y el ex cabo Carlos Antonio Gómez (también por el oficial subayudante Jorge Antonio Heijo y el suboficial mayor Wilson Ricardo González, que según el expediente no lo lastimaron pero tampoco frenaron a sus colegas ni denunciaron), había sido alojado en la celda dos de la Primera a las 21.45 del 25 y durante alrededor de 27 horas emitió alertas que fueron desatendidas por los uniformados, que lo dejaron sin la posibilidad de recibir asistencia médica hasta que ocurrió su deceso luego de una dolorosa agonía, según revela el informe forense.

Los jueces del Tribunal Penal de Obeá, escuchando a un testigo.

En ese contexto, tras la declaración esta mañana de varios policías que estuvieron de guardia en la Primera durante esas horas, se clarificó que todos recibieron información visual o verbal de parte del detenido, es decir que observaron lesiones o escucharon quejas y pedidos que de alguna manera marcaban su mal estado de salud pero ninguno fue lo suficientemente capaz de tomar la decisión de llevarlo al médico o a lo sumo, hacer venir a uno hasta el calabozo. Minimizaron los pedidos de Wasyluk hasta que fue demasiado tarde.

Uno de los testimonios más importantes del día fue del policía Gustavo Marcos Wereszczuk. Trabajó en la noche en que el detenido fue encontrado muerto, compartiendo guardia con el imputado Carlos Ariel Lentini y Alejandro Fabián Núñez. Fue a Wereszczuk que la víctima le dijo que no podía hacer caca, y éste informó a Lentini -ese día oficial de servicio- que lo tomó como algo irrelevante.

Wereszczuk vio a Wasyluk tirado en el piso del baño del calabozo, estaba muerto.

"Era mi primera guardia, lo vi dos veces (a Wasyluk) y la segunda ya estaba muerto, todo en cuestión de horas, imagínense cómo me siento y tener que leer además las mentiras que se dicen", acusó el uniformado y aseguró ante los magistrados que "si me hubiera pedido ayuda se la habría brindado pero desconocía completamente lo que le habían hecho en Villa Bonita".

Sobre la secuencia en que la víctima alertó de que algo andaba mal, Wereszczuk recordó que fue durante un control de los calabozos: "No puedo cagar, dijo, se rió y se metió para el baño de la celda. Yo mientras tanto sigo caminando, no vi que tuviera lesiones. Comenté esto en la guardia pero no a alguien en particular, sino en general", declaró y en esa línea dijo no saber "si ameritaba una novedad en el libro de guardia pero uno informa lo que va charlando con los detenidos".

Fue este uniformado quien más tarde encontró al detenido sin vida. "Le hablé desde afuera de la celda, no respondió y cuando vi sus piernas que salían desde el baño fui a la guardia a contar que el detenido no respondía. Cuando entramos Lentini le tomó el pulso pero ya estaba frio", recordó.

La familia de la víctima pide justicia, exhibiendo las lesiones físicas en su cuerpo.

Mario Batista, chofer del patrullero la noche del 25, también declaró que si bien no vio a Wasyluk en un momento escuchó que alguien le preguntó "¿te sentís bien?" a lo que respondió "traeme cigarrillos". Dijo que sus colegas "comentaron que era revoltoso" pero que "esa noche no hizo ruido ni escándalos".

Otro de los uniformados, Sandro Díaz Pompeu, también admitió que lo vio "durante el control que se le hace a los detenidos para verificar sus condiciones". Contó que al escuchar su nombre "Wasyluk, que estaba acostado en la cucheta, se sentó, dijo presente y se volvió a acostar".

Manifestó en su declaración ante los jueces que escuchó decir a Wereszczuk "que no podía ir al baño y le avisó al jefe de guardia (Lentini)". Nada de eso dejó sentado en el libro interno pero en contrapartida admitió que "es importante dejar sentado todo para que el jefe tenga conocimiento de las novedades que ocurren internamente en las guardias".

Sandro Díaz Pompeu, otro de los uniformados que estuvo de guardia.

El cabo Eduardo Villarreo estuvo el 25, cuando la comisión de Villa Bonita llegó con Wasyluk para alojarlo en la Primera. Si bien dijo que no se acordaba de nada, por lectura incorporaron el testimonio que aportó en la etapa de investigación, cuando dijo que el detenido "tenía una camisa a cuadros abierta, se le notaba una marca roja en el pecho y la boca lastimada. No estaba agresivo. En las horas posteriores no solicitó asistencia médica".

En ese tramo advirtió que esa noche no llamaron al médico policial pese a que sabían que tenía más lesiones de las que figuraban en el certificado. "No se quejaba pero decía 'mamá traeme una frazada" y más allá de eso estuvo bien, tranquilo, calmado".

Por su parte, el policía Carlos Ferreyra manifestó que cerca de las 17 del 26 lo vio "caminando dentro de la celda", aunque reveló que "desde tres metros noté que tenía un raspón en la sien izquierda y la boca lastimada", respaldando en parte lo que detectó Villarreo.

Finalmente, Marcelo Antonio Antoniuk ratificó lo que había dicho en su declaración judicial, que en la guardia del 26 vio a la víctima en el calabozo, desde afuera y a un metro de distancia. Wasyluk estaba sin remera y le hizo una seña con la cabeza mirándose el torso, como mostrando las marcas que tenía en el pecho.

Eduardo Villarreo vio a Wasyluk lastimado en el pecho y la boca.

"Lo salude, vi que tenía lesiones en el rostro, las marcas de cachiporra en el pecho, labios hinchados y un raspón en la sien. Me pidió cigarrillos", dijo y consultado por la fiscal, acotó sobre esas marcas que "si eran de la tonfa iba a tener marcas azules pero esas eran rojas".

Si bien el gesto de Wasyluk fue revelador y hasta de denuncia por las marcas que tenía producto de la golpiza, tampoco despertó empatía en Antoniuk.

"Se me pasó por la cabeza que si estaba alojado ahí ya había recibido atención médica, que no era relevante", se excusó al momento de responder por qué no hizo nada, ni siquiera notificó a sus superiores. En ese punto aseguró que todos sus colegas pudieron haberlo visto aquella tarde "porque el sector donde estaba es un paso obligado del patio interno".

El pedido de justicia, reiterativo en la sala de debate.

Mañana, el forense

La quinta jornada, prevista para las 8.30 de mañana, será relevante en cuanto a que va a declarar el médico forense a cargo de la autopsia.

Responderá las inquietudes de las partes en cuanto a las lesiones detectadas en el cuerpo de Wasyluk.

El Tribunal decidió también que mañana van a exhibir las fotografías y registros fílmicos del cadáver de la víctima, tal cual solicitó la familia a través de sus abogados querellantes.

Cabe mencionar que este juicio es seguido de manera presencial por la Comisión Provincial de Prevención de la Tortura (CPPT), cuyos integrantes se reunieron esta mañana, en un cuarto intermedio, con parte de la familia Wasyluk.

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