Neologismo y adaptación de la palabra

miércoles 24 de noviembre de 2021 | 6:00hs.

El neologismo indica una palabra nueva que se incorpora al habla de un país. Deja de serlo cuando se agrega al diccionario. Usuales también son las frases.

En época de estudiantes, la primera explicación del origen de la palabra neologismo escuchamos del eximio profesor Jacinto Lombardero en su clase de Zoología, de la Facultad de Veterinaria de la Unne. De trato cordial, se trataba de un hombre medianamente bajo, calvo y de extrema pulcritud en el vestir. Usaba anteojos gruesos, corbata al nudo e impecable guardapolvo blanco que, al verlo pasar, nadie dudaría que fuera un catedrático. Y vaya que lo era, y por dos. Porque también desempeñaba la titularidad en la cátedra de Parasitología, adjuntando para sí la destreza de ser eximio dibujante, pues mientras exponía la clase dibujaba en el pizarrón los ciclos de los parásitos desde el huevo hasta el estadio adulto, en afán de que hasta el más obtuso comprendiera.

Disertando sobre la evolución de las especies se refirió a Linné y a Cuvier, explicando que estos sostenían la idea del Fijismo, teoría en que cada especie había sido creada independientemente una de otras en formas de parejas, tantas como las creó el Ser Infinito. Las poderosas influencias religiosas de la época mantuvieron con firmeza este concepto, hasta que apareció Juan Bautista Lamarck, el naturalista francés, quien expone en “Filosofía Biológica” la teoría sobre la variabilidad de las especies y que estas no habían sido creadas por un Ser Superior. Sino que se fueron adaptando por transformación gradual y evolutiva, adelantándose en cincuenta años a la formulación de Charles Darwin de la selección natural y la evolución de las especies.

Darwin tuvo el gran mérito de seguir el camino verdaderamente científico y natural para la resolución de los grandes problemas de la naturaleza, iniciando el período evolucionista. Siendo un muchacho de 22 años se largó a recorrer el mundo en un bergantín de 340 toneladas en busca de fósiles de mamíferos y de las formas de vida que habían quedado en los estratos rocosos, demostrativo de un proceso de desarrollo, auge, decadencia y extinción revelador de la lucha por la vida, que lo llevó a meditar en la adaptación y transformación del cambio gradual, es decir evolución.

Entre 1833 y 1835 recorre nuestro país, y en su recorrido estudia las características de la fauna, la flora y los fósiles, así como los aspectos geológicos de nuestro territorio.

En su peregrinaje llega a la desembocadura del Río Negro donde Juan Manuel de Rosas, Gobernador de Buenos Aires, tenía establecido su campamento de las campañas previas a la conquista del desierto. En esos tiempos gran parte de la pampa bonaerense y la Patagonia eran territorio habitado por los mapuches venidos de Chile, que en luchas sangrientas exterminaron a los originarios Tehuelches. Luego cruza al país trasandino y llega hasta las islas Galápagos y, al observar que el pico grueso de los pinzones a diferencia del pico fino y débil de los ejemplares europeos, comienza a elucubrar que fueron evolucionando para adaptarse a un ambiente hostil de alimentación.  Y la adaptación es el elemento que imbrica con neologismo, pues Lamarck en su libro Filosofía Biológica acuña el término «biología» para designar la ciencia de los seres vivos, palabra registrada como el primer neologismo. Ya en el tratado de la Historia de la Biología se expone que el neologismo fue empleado por primera vez en Francia, por parte de Jean-Baptiste Lamarck en su estudio de la Hidrogeología.

El neologismo es una palabra o expresión de nueva creación o adaptación en una lengua y hace que el lenguaje sea más fluido. Sin embargo, algunas personas toman esta tendencia de crear cosas nuevas partiendo de lo viejo o de las palabras ya anteriormente sabidas, como una aberración del lenguaje como sucede en la actualidad con personajes mediáticos. Ejemplos de neologismo: escáner, servidor, buscador, computadora, ordenador, huelga, asamblea, líder, mitin, buró, comité. Los neologismos funcionales son los que se aceptan para lograr una expresión más eficaz: multiárea, ecosocialismo, ciberterrorismo, eurorregión. También hay palabas que por derivación son neologismos, por ejemplo: chat, chatear y chateo.

En la cuna de los filósofos de la Grecia Antigua las palabras “filósofo” y “filosofía” no se registraron como neologismos, porque sencillamente no había diccionarios ni lexicografía ni existía una academia de la lengua griega que dijese que lo eran. Porque, además, son conceptos que nacieron mucho tiempo después con el desarrollo de la gramática y sus disciplinas afines.

Como criterios de admisión de un neologismo se pide que sea un vocablo necesario, es decir, que no exista otra palabra que exprese lo mismo y que su sonoridad y construcción formal se adecue a las pautas del idioma al que se incorpora. También existen en la actualidad neologismos innecesarios como nos tienen acostumbrados mediáticos en la radio y televisión que usan palabras o frases sin sentido. Un neologismo con otras palabras, pero de igual concepto es el que pronunció el presidente Alberto Fernández cuando dijo:” “El triunfo no es vencer, sino nunca darse por vencido”. Parafraseando a Napoleón “El éxito no está en vencer siempre, sino en no darse por vencido nunca”.

Desde el punto de vista del purismo neológico, la expresión vertida por la diputada electa Victoria Tolosa Paz:  “Ellos ganaron perdiendo y nosotros perdimos ganando”, queda para los estudiosos definir si es un neologismo inapropiado o no. En cambio, cuando dijo ‘hemos supido’, tratase de un craso error gramatical, lo mismo quién dijera “pudió” en lugar de pudo.

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