Nació en Caazapá, Paraguay, pero emigró a Misiones cuando era adolescente

El premio del saber luego de una dura vida en la chacra

Heriberta Noguera egresó de la primaria a los 62 años y de la secundaria a los 66, en Puerto Leoni. Gracias al apoyo de su familia pudo alcanzar su deuda pendiente
domingo 14 de noviembre de 2021 | 6:04hs.
El premio del saber luego de una dura vida en la chacra
El premio del saber luego de una dura vida en la chacra

Estudiar siempre fue la deuda pendiente de Heriberta Noguera (71). Es que las circunstancias de la vida fueron muy hostiles para ella, y lo que muchos consiguen a los 17 o 18 años, la mujer lo hizo en 2016, cuando ya tenía 66 años: egresar de la escuela secundaria. Tuvo muchos tropiezos y obstáculos en el camino, pero lo logró y además de obtener sus diplomas fue condecorada como la abanderada.

“El estudio lo hice por mis hijos y nietos, porque cuando iban a casa me preguntaban cómo se hacían los ejercicios de matemática, divisiones, multiplicaciones y les tenía que decir que no sabía porque no estudié. Entonces me dijeron: ‘Pero, abuela, por qué no estudiás, si hay lugares para que vos estudies’”, contó la mujer en la visita que le hizo El Territorio a su casa del barrio Itaembé Guazú, de Posadas.

Heriberta vivió la mayor parte de su vida en Puerto Leoni, donde siguen estando su hogar y su chacra. Por la falta de papeles que acrediten que fue a la escuela en su Paraguay natal, cursó la primaria (se recibió en 2012) y la secundaria en el Sipted, de esa localidad misionera.

La materia que más le gustaba era historia, pero las matemáticas le significaban un verdadero dolor de cabeza. “Yo sólo sabía sumar y restar, pero multiplicar y dividir nada. Sabía leer y escribir, pero también me costaba diferenciar cuándo se usaba la ene y cuándo la eme”, comentó.

Confesó que en varias oportunidades le dijo a su maestra que el contenido le parecía muy difícil, pero ella le explicaba, le decía que tenía que poder, la animaba.

“La secundaria me costó más porque había más por hacer y tuve que comprarme una computadora para buscar cosas, porque nos daba mucho sobre Misiones. Estudiaba con una vecina, buscábamos información y así salimos adelante. Hasta que me recibí y fui abanderada. Era una buena alumna por la fuerza que hacía para poder entender y hacer las cosas, completar todos los libros que me daban”, dijo orgullosa.

Heriberta sabe que sin el apoyo, no sólo de sus maestras, sino también de su numerosa familia, no hubiera podido lograrlo. Por un tiempo tuvo  que dejar los estudios por la enfermedad de su esposo, pero luego volvió con más fuerza.

“Ese día estaban mis hijos, mis nietos, mi esposo y yo sólo lloraba con mi diploma en la mano. Fue gracias al apoyo de todos ellos”, recordó Heriberta, a la que todos llaman Reina, sobre aquella fecha especial de 2016, cuando pudo concretar lo que había postergado por tantos años.

La aguerrida mujer logró dar a sus hijos lo que ella no pudo tener en su juventud. Todos estudiaron y son hoy en día profesionales: entre sus diez hijos se cuentan médicos, enfermeras, una periodista y futura chef, entre otros.

“Les digo a las personas que quieren seguir adelante que sin estudio no se puede andar, porque cualquier persona te puede joder. A mí me robaron mucho, porque yo no entendía cuánto valía un 10 pesos o un 100 pesos. Ahora hay oportunidad para que nosotros podamos estudiar y está bueno porque nos permite defendernos de un montón de cosas. Una mujer no es sólo para estar en la casa, lo más lindo es aprender. Sin estudio no se puede hacer nada”, aseguró.

De Paraguay a Misiones

Heriberta tiene diez hijos (parió once, pero el primero falleció a los tres meses) y ya perdió la cuenta de cuántos nietos tiene, aunque estima que son unos 18. Nació en la localidad paraguaya de Caazapá, a poco más de 200 kilómetros de Posadas, ciudad a la que llegó sola, a los 16 años, para trabajar en una casa. Sin embargo, la mayor parte de su vida transcurrió en Puerto Leoni, donde están su hogar y su chacra.

Antes de venir a Misiones, se trasladó con su familia a la localidad paraguaya de Capitán Meza, donde se mudó la fábrica de terciados en la que trabajaban sus padres.

“A los 16 años vine sola a Posadas por un trabajo que me ofrecieron en la casa de una señora en la Bajada Vieja. Después ya le conocí a mi viejito (su esposo) y yo le quería, pero tenía miedo porque no conocía a nadie acá. A los pocos meses él le dijo a la señora para la que yo trabajaba que se quería casar conmigo; nos fuimos los dos a Capitán Meza con mi familia y nos casamos”, rememoró.

Al poco tiempo se mudaron a Puerto Leoni y la mitad de su vida fue un largo período de trabajo arduo y de esfuerzo descomunal, junto a su esposo -también paraguayo e indocumentado en tierras argentinas-, para lograr el sustento diario y llevar comida a la boca de sus hijos.

“Primero fue muy duro porque no había trabajo y como mi viejo (esposo) no tenía papeles, no podía entrar en ninguna fábrica, entonces mientras se tramitaban sus papeles trabajábamos en la chacra de otras personas, plantábamos y echábamos monte abajo para poder preparar la tierra. Llevaba mis hijos a la chacra, cocinaba, les daba de comer y les mandaba a la escuela. Todos salieron adelante, estudiaron”, relató la mujer.

Y en esa misma línea, añadió, emocionada: “Cuando mi marido consiguió los papeles, pudo entrar a una fábrica, yo pude descansar más y mis hijos tuvieron la posibilidad de ir a la escuela con un guardapolvo más lindo y zapatos nuevos”.

Ahora Heriberta es la consentida de su familia y como no puede quedarse quieta, trajo un pedazo de su chacra a la ciudad. En su casa del barrio posadeño se pueden ver plantaciones de choclo, zapallo, mandioca y otros tantos. Además, con los vecinos está elaborando flores de botella para decorar la entrada principal del barrio por la Navidad.

Heriberta es un cuaderno que todavía tiene muchas hojas en blanco para seguir escribiendo. 

 

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