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Hablando de las Naciones Unidas

lunes 08 de noviembre de 2021 | 6:00hs.
Hablando de las Naciones Unidas

Por Ramón Claudio Chávez Ex juez federal

En estos días se hizo viral en las redes un video donde un dinosaurio irrumpe en el salón de las Naciones Unidas.

El mensaje de la filmación consistía en preguntarle a los humanos que estaban haciendo para evitar la extinción de la especie.

El escenario era el adecuado porque la ONU fue creada en 1945, al finalizar la Segunda Guerra Mundial con la finalidad de “mantener la paz”, la “seguridad internacional”, ”fomentar relaciones de amistad entre las naciones”, “promover el progreso social” y “mejorar el nivel de vida y los derechos humanos”.

Si revisamos la historia con una mirada crítica, llegamos a la conclusión de que las buenas intenciones no siempre llegaron a buen puerto. Los grandes intereses lo impidieron.

En plena Guerra de Malvinas, solía visitar en mi pueblo a Elva Jorgelina Montiel; Doña Joy o simplemente Joy para la mayoría de las personas.

Ella poseía una pequeña despensa, que todos denominaban “El almacén de la Joy”. En el almacén su dueña expendía bebidas alcohólicas al copeo y contaba para ello, con una clientela ferviente y devota.

Los parroquianos que concurrían casi al alba para desayunar con las bebidas espirituosas, eran por demás conocidos de la dueña del local, a los que llamaba directamente por su nombre de pila.

Como suele decirse, “se hallaban” en la despensa y charlaban de cualquier tema y circunstancia; la dueña no tenía ningún reparo en pararles el carro ante algún comentario ofensivo o contrario al pudor.

La mayoría de los hijos de Elva Jorgelina Montiel, ya mayores de edad, vivían en Buenos Aires, y ella bregaba para que regresen la tierra colorada. El único que lo hizo fue Sandro, que se estableció definitivamente.

Un lunes de abril de 1982 fui a buscar unos papeles que necesitaba para un trámite administrativo que me habían encomendado y me encontré con la habitual reunión de los parroquianos hablando en voz alta.

Me llamó la atención que Fraño, un descendiente de inmigrantes, como dirigiéndose al auditorio, expresara:

–Anoche estaba escuchando en la radio que se reunió las Naciones Unidas y resolvió que los países en guerra por Malvinas deben llegar a una solución negociada para terminar con el conflicto.

De otra mesa saltó Nicasio y le interrogó:

-¿En qué radio escuchaste eso, Polaco?

–En una radio del Uruguay, como a las 12 de la noche.

-¿En qué radio?

–En radio Colonia.

Radio Colonia se caracterizó en mucho tiempo por brindar información que no se escuchaban en otras emisoras.

Secundino, envalentonado, por el espíritu triunfalista que la difusión oficial nos enviaba, agregó:

-Ponele como quieras, pero los vamos a sacar de las islas a los ingleses como sea.

Toncho, un tanto más reflexivo, expone:

-¿Vos creés, Fraño, que esa resolución de las Naciones Unidas se va cumplir?

–De ninguna manera -le contestó Fraño-. Para que eso ocurra deben estar de acuerdo la mayoría y no debe haber veto de los cinco grandes.

Intercedió Nicasio preguntando:

-¿Nosotros estamos dentro de los cinco grandes?

–No, los cinco grandes son Estados Unidos, Francia, China, Rusia y los piratas ingleses.

–¡Está jodida entonces la cosa!

En el almacén de la Joy reflexioné:

-¿Escuchaste, Nicanor Costa Méndez?

En un modesto boliche de pueblo tenían la posta de la Guerra de Malvinas y su desenlace.

Con el diario del lunes cualquiera te da el resultado, aquí una persona con instrucción media sospechaba de lo que iba a pasar.

Rescato el razonamiento de Fraño, que con algunas copas de más estaba más lúcido que el general envalentonado por el alcohol que nos llevó a una guerra desigual.

En nuestras Islas Malvinas hoy descansan los restos de nuestros héroes.

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