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Ñande Reko Rapyta (Nuestras raíces)

Manchi

viernes 05 de noviembre de 2021 | 6:00hs.
Manchi

S
e llamaba Maximiano Oviedo y su apodo fue Manchi; nació por acá, cerca del río Paraná, en el año 1928, y según contaba se “crió y malcrió” en el desaparecido barrio de Villa Blosset, corrió descalzo con sus amigos entre “la villa alta y la villa baja” del barrio, pero la necesidad detuvo su tiempo de niño.

Tenía 14 años cuando se embarcó en el Brisas del Plata como grumete. En aquel primer viaje hacia el Alto Paraná, en Puerto Bemberg, descubrió que el cine no era magia…  fue testigo privilegiado de la filmación de varias escenas de la película ‘Tres hombres de río’, bajo la dirección del gran Mario Sofficci, estrenada en el año 1943, y casi con pudor se dio cuenta que quería ser actor.

En el año 1952 también “despuntó el vicio” actoral en otro film, titulado ‘Las aguas bajan turbias’, dirigida por Hugo del Carril, quien también la protagonizó, considerada una obra maestra del cine político-social de esa época; su participación siempre como extra y ad honorem.

En paralelo, su vida laboral siguió fluyendo hasta convertirse en patrón y baqueano de río –máximos puestos en las naves que recorrían cursos de agua como el Paraná-, hasta que se jubiló a finales de la década de 1970, con más de medio siglo sobre los barcos.

Inquieto, curioso y solidario, colaboró con cuanta institución encontró, y casi sin darse cuenta fue parte de los pioneros fundadores de clubes y entidades locales, participó activamente en varias cooperadoras de Villa Blosset, en el alumbramiento del Club Social y Deportivo Guido Spano, fue vicepresidente de la Sociedad de Capitanes y Baqueanos de Barcos y activo militante del Sindicato de Conductores Navales de la República Argentina, conocido popularmente como Siconara. Jugó al futbol para el Círculo de Obreros Católicos –según él mismo contaba, con un joven sacerdote llamado Jorge Kemerer–, también fue miembro de la Junta de Estudios Históricos de Misiones y de la Comisión de Defensa del Patrimonio Cultural de Posadas.

El 25 de noviembre de 1983, después de mucho trabajo y dedicación, abrió al público el Museo Naval Motonave Guayrá, en su domicilio particular de la avenida Blas Parara 3817 –casi intersección con la avenida San Martín-, donde durante años puso a disposición de vecinos, curiosos y especialmente niños y niñas, elementos del quehacer fluvial, homenajeando a diario al último barco que lo tuvo como parte de la tripulación.

Desde un ancla de grandes dimensiones ubicada casi en la puerta de acceso, pasando por boyarines – boyas usadas para señalar la ubicación del ancla o de los amarres de una embarcación-, ruedas de timón, salvavidas, cadena y cabos de diferentes grosores, tensores, tragavientos –mecanismo que permitía el ingreso del aire en los compartimentos más cerrados de un barco- y bombas denominadas “sapo” –o diafragmáticas, manuales-, hélices, cabos de bola, grilletes y grampines –especie de ancla pequeña, a veces con cuatro brazos, conocida también como rezón-, guarda ratas  -dispositivos que se instalaban en los cabos de amarre y evitaban el ingreso de los roedores a la embarcación- y ganchos de remolque, daban un halo de misterio y nostalgia al recinto, imposible de evitar; un elemento que despertaba gran interés era un objeto que Manchi presentaba como el “mentidero”, una especie de tarima pequeña donde, según el mismo relataba, los candidatos políticos se paraban para hacer discursos de campañas y arengas públicas –posiblemente una versión local de los mentideros españoles-.

En otro apartado del lugar se podía conocer un casco de acero hallado en el atracadero del puerto paraguayo de Pacu – Cuá, que según Oviedo era una reliquia de la Guerra Paraguay– Bolivia, un arma de fuego muy antigua, una maqueta del barco El Mensú y varias bocinas.

Numerosas fotografías de barcos, muchas de ellas enmarcadas, centenares de tarjetas postales de la ciudad de Posadas, de la provincia y especialmente del río Paraná, decenas de artículos periodísticos locales y regionales sobre el museo, la actividad fluvial y sus actividades culturales, cubrían paredes y columnas.

En el año 1999, el Museo Guayrá fue declarado de interés municipal, y en abril de 2003 el Concejo Deliberante capitalino, mediante una ordenanza, asignó un subsidio mensual equivalente a una categoría del escalafón del Ejecutivo, para el mantenimiento de la sala; para entonces, la salud de Manchi estaba muy comprometida y su desplazamiento estaba asistido por muletas de mano.

Sus paseos semanales por el Palacio del Mate disminuyeron, y en agosto de 2003 el Museo de Bellas Artes Lucas Braulio Areco lo recibió por última vez, cuando se iba a retirar, y haciendo alarde del humor que lo caracterizaba dejó caer una frase conocida: “Si yo fuera vos, me casaría conmigo”… y se fue; el director de Cultura municipal de entonces, Pato García, se quedó mirando como Manchi cruzaba el Paseo Bosetti hacia la calle Bolívar.

El 18 de octubre de 2003 fue sepultado en el cementerio La Piedad de Posadas; con él se fue un tiempo de “mensúes y embarcadizos”, tiempos duros e injustos que reinaron durante décadas e hicieron del ‘infierno verde’ de muchos el ‘Oro Verde’ para unos pocos; tiempos que ojalá no vuelvan ni disfrazados.

Y saben qué, la escena nacional se perdió de un flor de actor.

¡Hasta el próximo viernes!

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