El estrés que le causó el aislamiento la llevó a emprender

Hilo y aguja para contrarrestar los efectos de la pandemia

Lo que empezó como un pasatiempo para distraer la mente se transformó en un trabajo para Ana, que maravilla con sus tejidos de amigurumis en San Pedro
miércoles 03 de noviembre de 2021 | 3:00hs.
Hilo y aguja para contrarrestar los efectos de la pandemia
Hilo y aguja para contrarrestar los efectos de la pandemia

Ana María Naccarato (66) es una de las tantas madres y abuela que durante los meses de cuarentena se vio impedida de viajar para encontrarse con su única hija y tres nietos, por mencionar uno de los cambios que acarreó estrés y preocupación a consecuencia de las medidas sanitarias que se implementaron para disminuir la propagación del coronavirus.

La fuerza de voluntad de una mujer que superó el cáncer de mama fue más fuerte y encontró en la aguja y el hilo dos fieles aliados que se tornaron su cable a tierra, resultando sorprendente la perfección de sus creaciones, que encantan a todos.Ana es jubilada y junto a su marido, Eduardo Calo, llegaron a San Pedro hace 16 años escapando de la inseguridad de Buenos Aires, de donde son oriundos.

El destino quiso que pasaran a formar parte de la sociedad sampedrina, encontrándose encantados por la tranquilidad, hospitalidad y grandes amistades que lograron formar en estos años.Desde siempre Ana, que se casó a los 17 años, buscó saber de todo: aprendió varios oficios, siendo dulcemente conocida en la localidad por los deliciosos postres que prepara para la venta.

Esta actividad se vio perjudicada por la pandemia y los pedidos de tortas y postres disminuyeron. Sin tener alguna alternativa inmediata y con el complicado panorama del coronavirus, que en Buenos Aires se notó con más fuerza, fue necesario buscar algo para hacer evitando así las malas noticias en la televisión que hacían referencia a la pandemia.

“Debido al encierro, como personas mayores que somos los dos, algo tenía que hacer, entonces comencé a ver por YouTube las imágenes y así fui aprendiendo estas técnicas de crochet y hasta hoy sigo con la aguja. Con la pandemia no podemos viajar tan seguido a ver a mi hija y nietos y es otro motivo para hacer estas cosas y tener la mente ocupada”, indicó la entusiasta jubilada a El Territorio.

Los conocimientos en torno a las manualidades con hilo y aguja las aprendió hace más de 40 años, poco antes del nacimiento de su hija y fue cuando el tejido quedó de lado y comenzó a incursionar en el mundo de la repostería, oficio que lo mantuvo activo hasta hace poco.

También tiene saberes sobre muñequería country, artesanía en porcelana y fue con la pandemia que la capacidad para guardar información que tiene el cerebro se puso en evidencia y el hilo y la aguja fueron su compañía en todas las tardes.

“Ya hice varios tipos de trabajos manuales, escobas con botellas, artesanías con cáscara de banana... siempre fueron proyectos de emprendimiento para progresar pero que por una cosa u otra se terminaron truncando. Uno se va reciclando porque la gente consume hasta una etapa, después viene otra cosa y uno se tiene que aggiornar y ahora vamos a ver cómo seguimos con esto, empecé para ver si salía y me entusiasmé”, reconoció Ana.

Después de dos años de práctica, se animó a lanzar un emprendimiento, “El rinconcito de Ana”, para dar a conocer y vender sus creaciones, teniendo como aliada a Pamela Giménez, hija de una de sus primeras amigas en San Pedro, quien administra las redes sociales que se tornan una herramienta valiosa para dar a conocer este tipo de iniciativas.

“Dije en algún momento me va salir bien como para exponer, ahora tengo muchas cosas hechas, creo que emprender da bienestar al que hace, al que vende, al que compra, es una cadena, ya que uno adquiere en otros rubros los diferentes elementos para finalizar un proyecto, es generar movimiento”, señaló la mujer.

En un principio escoge modelos que considera pueden llamar la atención pero también trabaja por pedidos. Las propuestas son realizadas con distintas técnicas de crochet siendo el amigurumi la más dificultosa, en tanto, al observar la perfección de los osos, parece tarea sencilla y denota que lo hace con gran pasión.

“Es sentarme todas las tardes y dedicarme a mí, a hacer lo que me gusta. Lo que más me costó fue un mantel, hice carpetas, portaplatos, vasos y ahora lo más difícil son los amigurumis; es una técnica que para que te salga realmente te tiene que gustar, cuanto más chico el muñeco más difícil. Cuando uno se propone lo intenta hasta que salga de la mejor manera”, aseguró Ana.

De sus hábiles manos, considerando que es zurda, que siempre fue otro desafío para ella, salieron llamas, pesebres que son un encanto, distintos adornos navideños, llaveros, osos de distintos personajes, muñecas, todos con la técnica amigurumi. Así también mandalas, caminos de mesa, adornos para baños, manteles y un sinfín de artículos más.

La historia de Ana, una mujer llena de vigor, creatividad y sonrisa contagiosa, esconde que superó graves problemas de salud y debe convivir con enfermedades crónicas, resultando un verdadero ejemplo de superación y vigor, poniendo en evidencia que no existen edades para hacer las cosas que generan satisfacción.

“Puede que no te salga en la primera, en la segunda, puede que no tengas todos los recursos, pero empezá con lo que tenés, cuando miro cada proyecto terminado, me siento feliz, es mi obra y eso genera enorme satisfacción, revitaliza; porque pensar que algo le pueda pasar a nuestros familiares y no poder ir es feo. Ahora estoy más tranquila y esto me ayudó, espero que a otros también”, reflexionó con emoción Ana.

Y no dejó pasar la oportunidad para reconocer que “gracias a Dios acá en San Pedro conseguí gente que vale oro de lo buena que es, entonces uno también tiene que ser agradecido. Agradezco a mi marido que siempre me bancó, vamos a cumplir 50 años de casados, es mi guía, lo conozco desde los 13 años y a los amigos de acá, agradezco por estar en San Pedro que siempre me recibió bien”.

Si bien la iniciativa es más una forma de distracción, decidió comenzar a vender y así tener una renta extra, ya que ambos son jubilados y su marido, a los 72 años, continúa trabajando como carpintero. Los trabajos realizados se pueden ver en la página de Facebook e Instagram 'El rinconcito de Ana'. 

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