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“Cada vez que venía su familia, yo tenía que encerrarme”

lunes 25 de octubre de 2021 | 2:30hs.
“Cada vez que venía su familia, yo tenía que encerrarme”
Las mujeres realizan diferentes actividades en el refugio. Foto: María Rosa Fernández.
Las mujeres realizan diferentes actividades en el refugio. Foto: María Rosa Fernández.

Los relatos en primera persona de las víctimas de violencia pueden llegar a estremecer, porque son tan crudos como reales. 

Carolina, quien pidió preservar su identidad, forma parte de la casa de contención que actualmente funciona en la localidad de Santa Ana y en diálogo con El Territorio contó la dura historia que vivió en manos de su agresor.  

En su caso, la violencia comenzó verbalmente a través de insultos. “Hasta cambié de religión porque estaba enamorada, pero para este entonces ya siquiera podía vestirme como me gustaba, mi lugar según él era estar encerrada, haciendo las cosas de la casa, sin que pueda hablar con nadie, ya que todas las personas para él eran malas”, recordó.

A esto le siguió la violencia económica. “La plata que ingresaba era justa, nunca podía comprarme nada, jamás darme un gusto, en tanto que mi pareja sí se podía comprar sus cosas, teñir el cabello, él sí podía todo”, lamentó.

Carolina vivía este calvario en soledad, ya que ni a su familia se animaba a contarle lo que sucedía puertas adentro, porque se sentía culpable por su elección. 

Entre las atrocidades que debía enfrentar, recordó: “Cada vez que venía su familia, yo tenía que encerrarme en mi pieza”.

En tercer lugar llegó la violencia física. “Recuerdo que fue un día que no me sentía bien, no quería levantarme y él fue, me agarró de los cabellos, me tiró al piso y me arrastró. Ahí entró el padre y se calmaron las cosas, pero no por mucho tiempo”.

Un día Carolina dijo basta. Decidió ponerse en pie y salir adelante. Fue entonces cuando supo de la casa de contención y se acercó a ver de qué se trataba y comenzó a realizar cursos de pastelería. 

“Además limpio en casas de familia y tengo un gran sueño que es poner un negocio. Si no fuese por ese apoyo que nos están dando, no sé qué hubiese pasado conmigo”, aseguró.

Hoy, parada desde otro lugar, Carolina da charlas para otras mujeres que sufren violencia. 

“No tenemos por qué seguir siendo víctimas de violencia de género cuando hay caminos para salir de ello, aunque cuando uno está dentro de esa vida pareciera que no hay posibilidad de salir”, afirmó.

Carolina confesó que aún sufre las consecuencias del maltrato, pero cada día busca superarse. 

“Yo aprendí que no hay que callarse, nos merecemos una vida sin violencia y nuestros hijos también”, cerró.

Por su parte, Cecilia, otra de las integrantes del espacio, contó que llegó al lugar a partir de una publicación que vio en Facebook. 

“Llamé al número que estaba ahí y me animé, empecé con costura y después con crochet, era una excusa para salir del encierro que era mi casa. De a poco me animé a comenzar también a contar mi historia con mi ex pareja que me tenía totalmente mal; pocas veces hubo violencia física, pero la psicológica era constante. Fueron años muy difíciles”, comenzó relatando. 

Cómo funciona 

La localidad de Santa Ana puso en funcionamiento en agosto pasado una casa de contención para víctimas de violencia de género. En este caso, funciona como un espacio donde las víctimas encuentran contención durante las primeras 72 horas de realizada la denuncia.

En este tiempo, los trabajadores sociales y autoridades competentes se encargan de resolver cada caso particular y encontrarles un lugar donde puedan permanecer seguras. Allí cuentan con todo tipo de atención, desde psicológica hasta obstétrica y además se realizan talleres para impulsarlas en el ámbito laboral.

El Territorio dialogó con Yanín Torres, titular del área de prevención de violencia de género que depende de la Secretaría de la Mujer del municipio quien comentó: “Llegar a concretar este proyecto fue un camino largo, no es un refugio sino una casa de contención porque contiene a las víctimas y también las prepara para una salida laboral y que sean independientes”.

En este sentido, aseguró que muchas veces las mujeres víctimas de violencia soportan todo tipo de maltratos porque no están preparadas para valerse por sí mismas desde lo económico.

Por otro lado, afirmó que les toca recepcionar pedidos de ayuda también de niños y adolescentes que sufren violencia familiar. 

“Es un tema muy sensible porque debemos actuar con cautela y protegiendo a las personas no solo físicamente sino psicológicamente y en la entidad”, expresó.

En este contexto, el intendente Pablo Castro, recordó que el proyecto nació a partir del caso particular de una madre de familia que tuvo que dormir en una plaza con sus hijos escapando de la violencia de su marido. 

“No podíamos permitir que esas cosas vuelvan a ocurrir y a partir de entonces, en 2014, comenzamos a trabajar en una casa de contención que con ayuda de profesionales lo fuimos logrando. Es un sueño que lo pudimos hacer realidad en agosto pasado y va a quedar para el pueblo, sin importar quien gobierne la comunidad”.

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