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Una colección de universos fantásticos

domingo 24 de octubre de 2021 | 6:00hs.
Una colección de universos fantásticos
El 3 de junio del año 2000, Wood llegó a Posadas para estrenar una muestra de sus personajes en el Bosetti y lanzar junto a El Territorio la publicación de la historieta ‘Roxana’, de su autoría y con dibujos de Alfredo Falugi.
El 3 de junio del año 2000, Wood llegó a Posadas para estrenar una muestra de sus personajes en el Bosetti y lanzar junto a El Territorio la publicación de la historieta ‘Roxana’, de su autoría y con dibujos de Alfredo Falugi.

Por Sebastián Borkoski Escritor

Cuando pienso en Robin Wood la primera imagen que viene a mi cabeza es un cuarto con una ventana a doble hoja en una casa de Jardín América, Misiones. La casa era de mis abuelos maternos. El cuarto, de mi tío. Esa habitación era común quizás, los recuerdos infantiles suelen estar distorsionados respecto al tamaño y las formas. No importaban esos detalles, para mí era un punto de partida, un aeropuerto o una máquina del tiempo. Mi tío tenía números y números de novelas gráficas editadas por la editorial Columba. Eran años de paciente colección que había comenzado antes de mi nacimiento. Invariablemente, sin saberlo siquiera, terminaba inmerso en una de las creaciones de Wood. Eran adictivas, comenzaba a leer un capítulo y tenía que encontrar el siguiente. Generalmente estaba en otra revista y los desórdenes que provocaba en esa búsqueda eran considerables. Agradezco a mi tío por su eterna paciencia. Todo ese material que revolvía con impunidad era un combustible inagotable para viajar. No había límites, podía ir a Norteamérica y estar entre mafiosos y federales (Savarese) o a batallas en la antigua Sumeria (Nippur), pasando por el norte de África y su Legión extranjera (Aquí la Legión), por nombrar solo tres de sus creaciones. Historias fantásticas en mundos reales, una imaginación desenfrenada enaltecida por dibujantes de gran calidad como Mandrafina, Lucho Olivera o García Durán en los citados ejemplos. No había límites porque Robin Wood no conocía límites.

Durante mis años de estudiante en Buenos Aires, tuve la suerte de encontrarme con ediciones especiales en una feria del libro. Releerlo fue maravilloso, mágico. Lo que con torpeza había considerado un amor de infancia volvía todavía con más fuerza. Porque Robin Wood fue el primero y el primer amor jamás se olvida. Mi pasión por la lectura tiene sus inicios en este escritor. Con seguridad soy un miembro más de toda una generación de lectores forjados a temprana edad gracias a este genio de la ficción. La marca de sus creaciones en mí fue tan profunda que, hoy día, cuando releo algunas de sus historias, atrapado por cada viñeta, no sé si estoy en mi casa o si estoy una vez más en el cuarto de mi tío.

 

De los días en la tierra de origen del artista errante

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