¿Qué es la consciencia? (segunda parte)

jueves 07 de octubre de 2021 | 6:00hs.

Continuando la nota anterior, el autor de mi libro, A. Ferrús también apunta que no es cierto que sólo se utilice un porcentaje del cerebro (porque tendríamos una gran parte sin usar), señalando que el cerebro funciona como un músculo al que hay que entrenar para conseguir que funcione mejor en algunos aspectos. También indica que el cerebro es una unidad, pero que algunas de las funciones que realiza se encuentran localizadas en determinadas zonas, lo que ha permitido conocer, por ejemplo, que los asesinos múltiples no utilizan la zona frontal del cerebro como el resto de las personas para tomar sus decisiones criminales. En esta línea de pensamientos, este científico también señala que el funcionamiento entre el cerebro de un hombre y el de una mujer es diferente, debido a factores como los hormonales, aunque aclara que esto no indica la superioridad sobre el otro de ninguno de los dos géneros.

Aparte, este autor señala que la mayoría de las personas creen en la dualidad “mente-cerebro” (como que son cosas distintas e independientes) y las comparan con las aún vigentes creencias en el horóscopo, la homeopatía o el curanderismo, por lo que, en el epílogo del fascinante libro de Ferrús, afirma que, entre lo aún desconocido –falta de consciencia– del funcionamiento y organización del cerebro humano y la aun falta de una definición aceptada de “consciencia”, como buen científico, dejando en manos de sus sucesores la profundización del estudio de la consciencia, con el futuro agregado de las tecnologías de la comunicación, digitales y robóticas, que enriquecerán, aunque complejizarán más, esta frondosa cuestión.

Finalmente, suele diferenciarse entre conciencia sensorial o primaria (seguramente habitual en el mundo animal) y conciencia de nivel superior o metacognición (ser conscientes de nuestra conciencia), que se cree única en la raza humana, en la cual es necesario un cierto nivel de conciencia para poder experimentar sentimientos. En el estado de sueño profundo nuestro cerebro no percibe el mundo externo; se dedica a la actividad intrínseca: bajando el ritmo cardíaco, el tono muscular, la presión y el ritmo respiratorio. En realidad, no descansamos: el consumo energético cerebral es el 85% de cuando estamos despiertos, y sin embargo todas las especies animales duermen. Parece ser que al dormir, el cerebro desarrolla actividades incompatibles con la vigilia (estar despiertos), cuestiones que se siguen investigando.

Por lo tanto, aún sigue siendo una incógnita para la ciencia cómo surge la conciencia –que es algo “inmaterial”– a partir de un órgano físico, el cerebro, compuesto de células activadas mediante impulsos eléctricos que crean recuerdos vívidos, pensamientos abstractos o sentimientos tan variados y confusos como el amor, la ira o la tristeza. Cómo esta conciencia construye imágenes mentales, acumula recuerdos, crea emociones o clasifica la realidad.

Como conclusión, quisiera aclarar el significado de una palabra recién usada: “metacognición”. El concepto de metacognición se refiere a la capacidad de las personas para reflexionar sobre sus procesos de pensamiento y la forma en que aprenden. Gracias a la metacognición, las personas pueden conocer y regular los propios procesos mentales básicos que intervienen en su cognición, cómo el actual lector de El Territorio está haciendo para lograr entender el texto de esta nota.

Esta capacidad, que se encuentra en un orden superior del pensamiento, se caracteriza por un alto nivel de conciencia y de control voluntario, ya que permite gestionar otros procesos cognitivos más simples. El conocimiento sobre la propia cognición implica que un individuo es capaz de tomar conciencia del funcionamiento de su manera de aprender y comprender por qué los resultados de una actividad han sido positivos o negativos.

En el estudio de la metacognición humana se distinguen dos aspectos centrales: a) Uno sobre el conocimiento declarativo y b) Otro sobre el conocimiento instrumental. El conocimiento declarativo permite que las personas sepan qué procesos cognitivos usan (es decir, un conocimiento sobre las personas); por qué una tarea es relativamente más compleja que otra, y qué estrategias son más apropiadas para resolverlas (conocimiento sobre las tareas); el conjunto de estrategias que cada uno puede usar (conocimiento sobre las personas). El otro aspecto central de la metacognición gira en torno al conocimiento procedimental, es decir, la capacidad de la persona para controlar sus procesos cognitivos. Implica planificar qué piensa aprender, si el tema le resulta interesante, controlar el transcurso del aprendizaje y evaluar los logros obtenidos.

Obviamente me agradaría que el lector considere positivas estas notas, tanto para satisfacer su propia curiosidad como para aportar a su desarrollo cognitivo personal.

¿Que opinión tenés sobre esta nota?