Ella eligió su lugar
En 1985, Malena y Héctor Michelou decidieron contratar al escultor “Clavito” Balbuena, de San Ignacio, para que realice esta talla de la Virgen de Itatí. Necesitaban madera y un camionero que paró en su local de Ramos Generales les vendió un tronco de cedro, el cual fue emplazado en la galería del local, ahí comenzó el trabajo de escultura que duraría casi dos meses.
Casi al terminar la talla, pasaron por el lugar dos sacerdotes que venían de Bahía Blanca y quedaron maravillados con la obra. El matrimonio, decidió donarles esa imagen y ellos prometieron volver a buscarla. Sin embargo, después de un tiempo, la pareja recibió el llamado de una monja de Bahía Blanca, comunicando que los sacerdotes habían fallecido en un accidente. La pareja lamentó la tragedia y dijeron: “la Virgen no se quiso ir”. Desde entonces quedó en la vereda, protegida por el techo de los locales comerciales que la rodean. Hace un tiempo uno de los locatarios colocó una manta celeste y blanca, pero así como la elección del lugar se le atribuye, la manta desapareció. Al parecer, más allá de la repudiable actitud de los amigos de lo ajeno, la Virgen eligió verse así tal cual nació tallada hace casi 40 años.
