El último jueves, Leopoldo Borovski fue condenado a prisión perpetua

Femicidio de Fiorella Itatí Aghem, crónica de un asesinato anunciado

Las denuncias previas no lograron evitar el horror. Dos amigos de Fiorella testificaron que ella les contó que dos meses antes el acusado intentó ahorcarla. Las bases del fallo
domingo 26 de septiembre de 2021 | 6:03hs.
Femicidio de Fiorella Itatí Aghem, crónica de un asesinato anunciado
Femicidio de Fiorella Itatí Aghem, crónica de un asesinato anunciado

El jueves 28 de febrero de 2019, a las 20.15, Leopoldo Borovski -actualmente de 23 años- le escribió a Fiorella Itatí Aghem (20): “Hola mi amor cómo estás, será que podemos vernos. Me baño y te llamo. Te extraño, te amo. Besos y abrazos. Sos todo para mí, princesa”.

Luego la llamó dos veces y la chica, que era estudiante del profesorado de Lengua y Literatura, le dijo a su maná que iba a la casa de una amiga a entregar unos papeles. Fue la última vez que la vio con vida.

El cadáver de Fiorella fue hallado el lunes 4 de marzo en una plantación de yerba, a unos cinco kilómetros del casco urbano de San Vicente. La autopsia confirmó que la joven fue asesinada por “asfixia por compresión en el cuello”.

Más tarde, con el hecho consumado, trascendió un audio que el 2 de enero del mismo año la víctima le mandó a su compañera de estudios Rocío Mereles (25) contándole que Borovski había tratado de ahorcarla. Fue un presagio del horror. 

“Como jugando conmigo me estaba ahorcando. Me enojé y le dije ‘si me vas a matar, matame en serio’. Ahí me apretó más y me hizo ver las estrellas. Me caí en la capuera y me acurruqué porque me dolía el cuello. Él se arrepintió, pero me escapé y pedí ayuda en el destacamento de vial”, detalló Fiorella, apenas dos meses antes de morir ahorcada. 

En el mismo sentido testificó Bruno Ramos (23): “Fiorella me contó que un mes antes Borovski la llevó a la chacra e intentó asesinarla. Me contó que tenía la tráquea como un hilo, que en cualquier momento se podía romper y tenía que hacerse estudios en Oberá. Me dijo que Borovski la llevó al monte y le dijo que esa noche no salía vida”.

Pero la chica pudo escapar, pidió auxilio en una casa y la trasladaron hasta el destacamento de Seguridad Vial.

Indicios y mentiras

El último jueves, tras dos audiencias en las que declararon nueve testigos, el Tribunal Penal Uno de Oberá sentenció a Borovski a la pena de prisión perpetua por el femicidio de Fiorella.

El acusado nunca declaró. Ya sobre el final del debate oral se incorporó por lectura una declaración escrita que realizó durante la instrucción con el patrocinio de sus abogados.

Lo más sustancial fue que reconoció que estuvo con la víctima entre la noche del 28 de febrero y la madrugada del 1 de marzo, tal como lo corroboraron varios testimonios y pruebas.

“Esa noche le escribí para vernos y la busqué a una cuadra de la casa (…) Sólo queríamos estar juntos. Yo no la maté. Ella era todo para mí”, señaló.

Según Borovski, a las 2.30 del 1 de marzo dejó a Fiorella a dos cuadras de su casa porque ella tenía miedo de la madre. “De ahí me fui a mi casa. La dejé sin ningún rasguño”, mencionó.

Precisamente, entre las pruebas contra el ex novio de Fiorella se destaca una serie de grabaciones de cámaras de seguridad de diferentes establecimientos de San Vicente, como la terminal de ómnibus, predio al que acudieron tres veces para usar los sanitarios entre la noche del jueves 28 de febrero y la madrugada del 1 de marzo.

Es decir, desde un primer momento todos los indicios apuntaron a Borovski, quien el sábado 2 de marzo, mientras la familia de Fiorella la buscaba desesperadamente, viajó a un encuentro de jeeps en Brasil.

Estando en el vecino país le preguntaron si sabía algo de chica, a lo cual respondió que hacía más de seis meses que no la veía. Mintió.

Como contrapartida, para el entorno de la chica desde un primer momento las sospechas apuntaron a su ex y se lo hicieron saber a la Policía.

Controlador y violento

En el juicio, Mercedes Pereyra Gómez (49), madre de la víctima, subrayó: “Primero y principal que no deberíamos estar acá. Si la Justicia hubiera actuado bien esto no tendría que haber pasado. Hubo varias denuncias previas. Me duele en el alma tener que estar acá”.

Reconoció que Borovski era como un hijo, ya que lo conocía de pequeño y luego fue novio de su hija. Pero la joven empezó a estudiar en la facultad y él le controlaba las amistades y hasta las aplicaciones que tenía en el celular. 

Las escenas de celos y la violencia fueron en aumento. Así, en julio de 2018 el joven llevó a Fiorella hasta una chacra de su familia, en Picada Zulma, con la excusa de entregar mercadería al personal.

“Allá empezó a cuestionarle cosas. Que se iba a matar porque ella lo quería dejar porque tenían una relación muy conflictiva. Forcejearon, le sacó el teléfono y la lastimó, pero el él le pidió perdón y volvieron juntos al pueblo. Primero no me dijo nada, pero después me pidió ayuda y empezó a llorar. Le hablé y le dije que era agresivo, que tenía que salir de esa relación”, indicó.

En este punto criticó la atención que recibieron por parte de las autoridades policiales, una cuestión sobre la que volvió varias veces durante su declaración.

“Fuimos a la Comisaría de la Mujer y nos atendieron malísimo. Esto no tendría que haber pasado. El mal accionar de la Policía me separó de mi hija. Me dijeron que yo no podía acompañar a mi hija cuando hacía la denuncia porque ella era mayor. Le dije que mi hija estaba lastimada, pero la oficial puso un policía en la puerta y no me dejó entrar. Salimos de ahí con una exposición, no con una denuncia”, aseguró.

“No sé qué querían tapar”

Borovski le sacó un primer celular a Fiorella y su mamá le compró otro, pero también se lo quitó.

El 2 de enero se produjo el primer intento de ahorcamiento, según contó la víctima en un audio, pero su familia desconocía el hecho.

“El 28 de febrero me dijo que iba a entregar un documento a una compañera, yo no sabía que iba a encontrarse con él. El otro día me fui a trabajar, miré la camita de ella y no estaba. A las 11.45 me llamó mi hijo y me avisó que ella no volvió. Me erizó la piel porque sabía que Borovski era violento con ella. Otra vez hicieron oídos sordos en la comisaría porque no querían tomar la denuncia antes de que pasen 48 horas”, recordó entre lágrimas. 

Ya en su casa comenzó a revisar las cosas de Fiorella y encontró la denuncia de enero: “Volví a la comisaría y dije que él le hizo algo. Los de la Seccional Segunda fueron a la casa de él y se enteraron que viajó a Brasil. Ahí supe que estaba muerta”. 

Tras la sentencia, envuelta en lágrimas, Pereyra Gómez aseguró que “se hizo justicia. Ahora por lo menos Fiorella va a descansar en paz”, aunque subrayó que “esto no le devuelve la vida a mi hija, que tenía muchos sueños por cumplir, pero el asesino un día va salir. Igual soy una persona de fe y sé que tendrá el castigo divino”.

En diálogo con este matutino contó que en los días posteriores al hallazgo de cadáver de su hija “las autoridades me quisieron hacer callar y me pusieron custodia en mi casa por una supuesta amenaza de la que nunca me enteré. La psicóloga de la Policía me dijo que no hable con nadie, que no reciba periodistas porque son unos chusmas. No sé qué querían tapar”.

Bases de la condena

En su alegato, la fiscal Estela Salguero detalló los indicios y pruebas en contra de Borovski, tras lo cual solicitó la pena de prisión perpetua.

“No hay dudas de que en la noche del 28 de febrero y la madrugada del 1 de marzo estuvieron juntos. El mismo Borovski lo reconoció y están los mensajes y llamadas previas entre ambos y se corrobora en las cámaras de seguridad de la zona. En ese lapso los vieron en la terminal tres veces, como lo confirmó el sereno y un taxista”, remarcó. 

Asimismo, el ADN hallado bajo las uñas de la víctima no descarta que Borovski sea el autor del hecho.

Valoró el aporte del testigo José Dahmer, quien alrededor de las 4.20 del 1 de marzo se despertó al escuchar gritos de auxilio de una mujer y vio una camioneta blanca como la del imputado, por lo que “no es verdad que a las 2.30 Borovski dejó a Fiorella a dos cuadras de la casa, como argumentó. Eso no es verdad. Es una estrategia defensiva”. 

En tanto, un informe psicológico determinó que el ex novio de la víctima es manipulador, impulsivo y terriblemente celoso.

“Hay certeza suficiente que Borovski es el autor del asesinato de Fiorella. Las características de su conducta hicieron eclosión y esa noche dio rienda suelta a lo que venía amenazando”, remarcó la fiscal.

Y agregó: “Después de semejante hecho se fue a Brasil con sus amigos y allá dijo que no veía a Fiorella desde hacía seis meses”.

También valoró el testimonio de Rocío Mereles, compañera de estudios de Fiorella, quien aportó detalles de la relación con el acusado y agregó un dato escalofriante: “Un mes antes me contó que Borovski la llevó a la chacra y quiso matarla, pero escapó”.

“Me quedó grabado porque me dijo que llegó a ver las estrellas”, precisó.


La voz de Fiorella

Fiorella Aghem se acercó por primera vez a una comisaría para denunciar el robo de su celular, ocurrido el 2 de julio del 2018, después de las 23.30. La joven se había subido a la camioneta de Borovski, una Ford Ranger, donde discutieron.

Según relató, el muchacho le reclamó por unas aplicaciones que había descargado en su móvil y terminó quitándoselo. Al otro día se acercó a la casa del implicado a pedir que se lo devuelva, pero le dijo que ya no lo tenía.

El 4 de julio del mismo año se presentó nuevamente en la Comisaría de la Mujer, donde hizo una exposición -su madre aseguró que no le quisieron tomar una denuncia- y relató que le había manifestado a su novio sus intenciones de terminar la relación, pero que éste amenazaba con suicidarse.

“Hace cuatro meses terminamos en razones de que Leopoldo es muy celoso, en una oportunidad me dijo que me merecía una paliza y que me dejaría tirada en el medio del monte”, precisó Fiorella en sede policial.

La emoción de la familia de la víctima después de conocerse el fallo.
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