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El acusado dispuso de un traductor para garantizar el derecho de defensa

Originario de la comunidad mbya fue condenado a 16 años por abuso sexual

La víctima es hijastra del implicado y los abusos comenzaron cuando tenía 11 años. Fue clave el relato de la chica en Cámara Gesell. El Tribunal avaló el pedido de pena de la fiscal

martes 21 de septiembre de 2021 | 6:06hs.
Originario de la comunidad mbya fue condenado a 16 años por abuso sexual
El imputado declaró ayer y rechazó la acusación en su contra. Foto: Macarena Bordón
El imputado declaró ayer y rechazó la acusación en su contra. Foto: Macarena Bordón

“Mi hija le decía papá porque la crió desde que tenía un añito. Pero yo salía y él aprovechaba para abusar de ella. Le tenía amenazaba con que nos iba a matar. Es imperdonable lo que hizo”, declaró ayer la madre de una adolescente que durante dos años fue víctima de su padrastro, un originario de la comunidad mbya guaraní que fue juzgado en debate oral.

El testimonio de la progenitora ante el Tribunal Penal Uno de Oberá no hizo más que ratificar lo que ya había declarado en la denuncia original y luego en la instrucción del expediente en contra de R. K. Y. (43), cuyo nombre se preserva para no revictimizar a la niña.

En su alegato, la fiscal Estela Salguero ponderó la coherencia del relato de la mujer en todas las instancias de la causa y valoró los dichos de la víctima en Cámara Gesell, considerada un elemento de prueba fundamental en delitos contra la integridad sexual de menores.

En el debate de la víspera la madre de la menor fue la única testigo, mientras que el acusado optó por declarar -lo que no hizo en la instrucción- e insistió en su inocencia. A su turno, la defensora oficial solicitó la absolución por el beneficio de la duda.

De todas formas, tras analizar las pruebas y testimonios el Tribunal lo sentenció a 16 años de cárcel por hallarlo autor penalmente responsable del delito de abuso sexual con acceso carnal reiterado, varios hechos, doblemente agravado por haber sido cometido por el encargado de la guarda y aprovechando la situación de convivencia preexistente y amenazas, todo en concurso real.

Si bien el acusado habla castellano, durante el juicio dispuso de la asistencia de un traductor mbya para garantizar su derecho de defensa.

Grave denuncia
Según fuentes judiciales, la de la víspera fue la primera sentencia por abuso sexual a una persona originaria de la comunidad mbya guaraní de Misiones.

La denuncia contra R. K. Y. fue radicada por la madre de la víctima el 15 de enero de 2019 ante la Comisaría de la Mujer de San Vicente. La familia reside en la zona rural de dicho municipio.

Cuando la menor tenía un año su madre inició una relación con el imputado. Luego la pareja tuvo cuatro hijas.

Los abusos comenzaron cuando la nena tenía 11 años y la primera vez ocurrió cuando fue a lavar ropa a un arroyo cercano a la casa, circunstancia en la que estaba sola con su padrastro.

Según la víctima, los hechos fueron innumerables y sucedieron siempre ante la ausencia de su progenitora, ya sea en el arroyo o en la propia casa familia. Además de someterla sexualmente, su padrastro la amenazaba de muerte.

Según se probó en el juicio, el último abuso se produjo cuando tenía 13 años. Ese día su padrastro llegó a la casa, preguntó por su concubina y, como no estaba, violó a su hijastra.

Días después la víctima se asustó porque estaba en fecha y no tuvo su período menstrual, por lo que pensó que estaba embarazada, ante lo cual tomó coraje, rompió el silencio y le contó a su mamá el calvario que padecía desde hacía dos años.

Según la profesional del cuerpo médico forense que entrevistó a la nena en Cámara Gesell, su relato fue coherente y pudo determinar al autor, modo y lugar de los hechos.

También su madre, en las diferentes instancias del proceso, se mantuvo en sus dichos y fue creíble. Como contrapartida, el acusado se abstuvo de declarar y recién ayer se defendió de la grave acusación en su contra.

“Le teníamos mucho miedo”
Desde un primer momento la progenitora creyó en su hija y desestimó los dichos de su concubino, quien incluso la amenazó para que no radique la denuncia.

La mujer contó que el hombre crió a la niña desde que tenía un año y por eso para ella era su papá, tal como le decía.

Por ello, fue un cimbronazo enterarse lo que el acusado le hacía a su hija cuando ella se ausentaba para trabajar o hacer las compras, ya que su pareja no trabajaba.

“Siempre que yo salía, ella tenía que tener sexo con él. Se aprovechaba cuando estaba sola. Cuando le denuncié me dijo: ‘Voy a ir preso, pero cuando salga no te voy a dejar vivir a vos ni a tus hijas’. Le teníamos mucho miedo porque era violento, más cuando tomaba. Creo que es capaz de hacer eso”, subrayó con relación a la acusación de abuso, al tiempo que aclaró que nunca vio nada raro.

Ayer, antes de que testificara la mujer, el imputado hizo uso de la palabra con la asistencia de un traductor y apuntó hacia la supuesta mala conducta de su hijastra.

Incluso, manifestó que la chica habría tenido relaciones sexuales con otras personas.

“Otro hombre aparecía siempre en la capuera”, indicó.

Por su parte, ante el Tribunal la madre de la menor descartó la versión que implicaba a terceros y citó lo que le contó su nena: “Siempre papá me hace eso”.

La acusación
En su alegato, la fiscal Salguero mencionó que los delitos contra la integridad sexual ocurren sin testigos y que este caso no fue la excepción, aunque consideró la existencia de elementos para condenar al imputado.

“Los abusos comenzaron cuando la menor tenía 11 años, siempre bajo amenazas, y se prolongaron hasta los 13, cuando temía estar embarazada y le contó a su mamá. Ella lo consideraba su papá, por eso hoy escuchamos a la madre muy firme y enojada, diciendo que es imperdonable lo que hizo su ex concubino”, remarcó.

En tanto, valoró lo expresado por la víctima en Cámara Gesell, donde afirmó: “Mi padrastro está preso porque me abusaba y me amenazaba”.

“La primera vez que me hizo esto tenía 11 años. Me agarró en el arroyo, me dijo ‘si corrés te agarró igual’, y yo no podía con él. Me retobé, pero no tenía fuerza”, agregó.

“Yo no quería hacer y le pateaba para que me suelte. Volvió a abusarme en el arroyo y después en la casa. Yo le decía que me deje de molestar, pero él se enojaba. Sólo él me hizo esto. Nadie más me hizo”, remarcó la niña.

También destacó el aporte de la madre, ya que “las tres veces que declaró se mostró totalmente coherente”.

Cuestionó el estilo de vida del acusado, quien no trabajaba, por lo que su concubina tenía que trabajar afuera y comprar las cosas para la casa.

“Era violento contra ella y las hijas. La señora dijo que varias veces tuvieron que dejar la casa porque las corría. Tener que escuchar que diga: ‘Vení a mirar dónde tu hija tiene relaciones con otros’. El imputado tampoco tenía buen concepto entre los vecinos. Tomaba y era violento, y siempre andaba amenazante con el machete”, remarcó.

Asimismo, la fiscal hizo hincapié en que el imputado amenazaba a la víctima con matarla a ella, a su madre y hermanitas, tras lo cual solicitó la pena de 16 años de cárcel.

Tibia defensa
A su turno, en un breve alegato, la fiscal Civil y Comercial de San Vicente y defensora oficial subrogante, Pilar Congost, comenzó solicitando la absolución de su cliente por el beneficio de la duda, ya que opinó que no existían elementos para probar la grave acusación que pesaba sobre él.

“La verdad de los hechos es como contó hoy. La señora tenía conocimiento de la conducta de la hija, que mantenía relaciones sexuales con otras personas y que él le retaba porque tenía otras hijas y no quería que sean así”, indicó.

Argumentó que la denunciante le guardaba rencor al acusado y sabía de situaciones con otros hombres que serían sus parientes, pero eligió denunciar a su concubino.

“Se probó que la menor tenía desfloración de larga data, pero pueden ser personas que ni fueron citadas en la instrucción”, opinó la defensora.

Por ello, consideró que no existían elementos de prueba que comprometan al acusado.

En su réplica, la fiscal mencionó que si bien la menor no precisó cómo fueron los abusos de manera explícita, sí se manifestó claramente con dibujos dispuestos tal fin en la Cámara Gesell. Luego el Tribunal avaló su pedido de pena.

 

Varios veedores

Por las características particulares del juicio contra R. K. Y., se dispuso la participación de veedores de diferentes organismos, como la antropóloga social Vilma Solari, enviada por el Poder Judicial de Misiones.

También participaron una funcionaria de la Dirección General de Asuntos Guaraníes y una representante regional de la comunidad mbya.

En diálogo con El Territorio, Solari precisó que el acusado es hijo de una mbya, pero fue criado por una pareja sin relación con dicho pueblo originario.

“Al ser criado por personas que no tienen nada que ver con el pueblo mbya, no le inculcaron la cosmovisión de la comunidad. Este tipo de cosas (por el abuso sexual) son inaceptables para los mbya”, remarcó.

Además, consideró que las condiciones en que transcurrió el debate oral garantizaron el derecho de defensa del imputado. El Tribunal fue presidido por Francisco Aguirre, secundado por Miguel Orlando Moreira y José Pablo Rivero.

Asimismo, R. K. Y. contó con asistencia permanente de un enfermero de la Unidad Penal VII de Puerto Rico ya que en los días previos se hallaba en huelga de hambre por lo que consideraba una demora en la realización del juicio.

Como contrapartida, la madre de la víctima reconoció ayer que la adolescente no recibe contención psicológica porque viven muy alejados de la ciudad.

En tanto, la lectura de los fundamentos de la sentencia está prevista para el 4 de octubre a las 12.

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