Pinceladas de historia

La tragedia del vapor Villafranca

domingo 19 de septiembre de 2021 | 6:00hs.

El río Paraná representa para Misiones y todo el litoral un símbolo de desarrollo económico, de historia común con países vecinos, de integración fraternal fronteriza. Y ha sido motivo de innumerables canciones, poesías, cuentos regionales que lo relatan como una bendición para quienes vivimos en sus orillas.

Pero este río no ha estado exento de tragedias, las que, en algunos casos, sangran aún, a pesar del largo tiempo transcurrido.  Una de ellas ha sido el incendio y hundimiento del vapor Villafranca, el 4 de junio de 1922, cuando perecieron por lo menos 40 pasajeros. La sociedad correntina aún recuerda con profundo dolor aquel episodio porque murieron integrantes de familias muy tradicionales de aquella ciudad.

El vapor Villafranca era un buque que, partiendo del puerto de Posadas, transportaba no sólo pasajeros en primera y segunda clase, sino también mercancías que se iban descargando en los diferentes destinos a lo largo del trayecto hasta Puerto Aguirre, como se denominaba Puerto Iguazú entonces en homenaje a doña Victoria Aguirre, mujer adinerada de Buenos Aires que había aportado una importante suma de dinero para facilitar el acceso a las cataratas desde el río.

En el trágico viaje que relatamos, el barco trasladaba 102 tambores con 10.200 litros de nafta para alimentar los generadores del hotel Cataratas, que había abierto sus puertas el 25 de mayo de ese año, sin una inauguración oficial. La cercanía de la apertura del hotel Cataratas con la fecha de la tragedia hizo suponer erróneamente que el destino del viaje de reconocidas familias de la sociedad correntina era la inauguración del hotel. No obstante, es muy posible que haya sido el primer tour que se hospedaría en el flamante hospedaje.  El tráfico fluvial por el Paraná era el medio de comunicación más rápido y transitable en aquellos tiempos.  El puerto de Posadas, por esa razón, había mejorado su limitada infraestructura con la construcción de un muelle de madera y un gran tinglado para depósito de mercaderías. Se había cercenado parte del cerro Pelón para ampliar la superficie del puerto.

La infraestructura vial, por lo contrario, era muy limitada. Recién en el segundo gobierno de Héctor Barreyro (1922-1930) se empezó a construir el camino paralelo al río Paraná (hoy ruta 12), desde Corpus hasta Puerto Aguirre.

Los datos conocidos de la tragedia indican que en la madrugada del 4 de junio de 1922, en un lugar intermedio entre Colonia Casado y la colonia alemana de Hohenau, donde el río tiene unos 300 metros de ancho, un marinero, mientras hacía su ronda, cometió una grave imprudencia al bajar con una lámpara a querosene a inspeccionar el motor del buque, del que se desprendía humo. El contacto del fuego con el combustible provocó una enorme explosión, a la que le sucedió un gran incendio, que obligó a todos los pasajeros, que descansaban en ese momento en sus camarotes, a buscar desesperadamente abandonar el buque, muchos de ellos sin chalecos salvavidas. Los que perecieron fue por ahogamiento o quemados por el cerco de fuego que rodeaba a la nave por la nafta encendida.

En esos momentos de desesperación se destacó por su valentía y arrojo el oficial de la Subprefectura de Posadas Nemesio Parma. Éste viajaba en comisión de servicio como seguridad en el Villafranca y, como representante de la fuerza fluvial, formalizaba las entradas y salidas del buque en los puertos donde no había autoridades. Parma dirigió las operaciones de abandono salvando numerosas vidas, pero dejó la suya propia en esa misión. Hoy un paraje cercano al aeropuerto de Posadas perpetúa con su nombre el heroísmo de Nemesio Parma.

Entre los muertos en la tragedia se cuenta un joven matrimonio recién casado de dos familias tradicionales correntinas, los Pampín y los Meabe. Iniciaban su luna de miel. Con ellos viajaban también dos niñas, una hermana y una prima de la recién casada. Por eso Corrientes recuerda con tanto dolor este episodio. Es común escuchar hoy, por ejemplo, que el edificio que actualmente ocupa el Sanatorio del Litoral y que en algún momento fue el club Progreso, de aquella ciudad, era la casa destinada a la joven pareja, inmueble que alimenta la fantasía de la sociedad con innumerables historias y mitos que la relacionan con la tragedia del Villafranca.

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