Reconocida por Nación

Jovina Coyto, una vida enseñando buenas labores

Docente de oficios textiles de Aristóbulo, fue una de las homenajeadas por las casas del Bicentenario del país
miércoles 15 de septiembre de 2021 | 6:00hs.
Jovina Coyto, una vida enseñando buenas labores
Jovina Coyto, una vida enseñando buenas labores

Menuda, vivaz, sonriente, Jovina Coyto está de parabienes en Aristóbulo del Valle. Las casas de la Historia y la Cultura del Bicentenario del país convocaron a las comunidades a homenajear a una mujer que se destaque en su localidad por sus acciones en la órbita cultural, social, artística, política y entre ellas se encuentra Coyto,  docente de oficios textiles.

Representativa mujer misionera, desmenuza sin vueltas los altibajos que la vida le deparó en estas tierras, en este universo de gente variada, por cuyos vericuetos anduvo riendo y llorando, sufriendo y gozando la vida, las amistades, la familia. Y el triunfo también. En su caso, una distinción por su tarea educativa y comunitaria.

Nacida en Campo Grande –a orillas del Arroyo del Medio-, descendiente de paraguayos y brasileños, heredó la humildad y el multitrabajo infinito de sus mayores; fueron 13 hermanos, su padre murió en su niñez, entonces conoció padrastro. Vivió más siendo una cuidachicos propios.

Creció en grupo numeroso, con una abuela correntina –mercedeña- que no le temía a las chacras, domaba caballos y bueyes y criaba los nietos con exagerado amor.

 Su hermano mayor Manuel tocaba la guitarra y formó un conjunto musical. Algunos recreos hermosearon su adolescencia con las actuaciones de ese hermano, hasta que llegó la mudanza a Aristóbulo del Valle, Picada Paraguay. 

Los cambios fueron muchos, Escuela en Campo Viera, en la 370 de Aristóbulo. Todo fue vertiginoso. En la flor de su juventud conoció a Victorino Schomberger y poco después se casaron.

“Yo siempre quise estudiar, pero no pude, estaban primero el trabajo y la pobreza”, respondió sobre sus sueños.

La vida le dio alternativa: enseñar. ‘‘En 1973 el Negro Aguirre me convocó a colaborar. Yo cosía para su mamá. Me incorporaron al grupo Crear. La recientemente desaparecida Mabel Barboza compartió tareas conmigo, enseñábamos en casa’’, detalló.

‘‘Yo de pequeñita había aprendido a dominar la aguja, una tía, otra abuela, una señora de Oberá me enseñaron estas artes llenas de paciencia’’, contó y detalló que se formó no sólo en esa materia sino también en Peluquería y Cosmetología Moderna.

“Enseñé a cientos de mujeres, hombres y niños de todas las edades. Mis clases eran de 70 u 80 alumnos, anduve por todos los barrios de Aristóbulo enseñando. Con entusiasmo y máxima dedicación. Hay mucha discriminación, y contra eso tuve que luchar: muchos varones llegaban ansiosos de tejer, coser, cortar, diseñar’’ agregó.

“Siempre soñé y quise estudiar y ya que no pude ahora enseño a otras y otros. Es un impacto emocional fuerte vernos triunfar junto a y con los demás. Un agradecimiento grande a quienes me homenajean, a los 75 años llegar a la cima del cerro de la vida es una bendición de Dios y de mis semejantes”, cerró. 

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