Mujica, militante de la vida

miércoles 25 de agosto de 2021 | 6:00hs.

El presidente del Uruguay Luis Lacalle Pou visitó en viaje protocolar a nuestra Argentina con el objetivo de entrevistarse con el presidente Alberto Fernández. Lo hizo luego del enfrentamiento, cuasi rupturista, cuando Fernández al abrir la cumbre de los Estados Asociados del Mercosur dijera: “Quienes piensen que el bloque regional es un lastre se pueden tomar otro barco”. Pero en esta ocasión, inteligentemente, firmaron la pipa de la paz y, consecuentemente, Alberto Fernández consiguió el apoyo de su par uruguayo para hacerse de la jefatura de la Celac desde el próximo mes. En tanto, el mandatario oriental, obtuvo el visto bueno de su colega argentino para avanzar en contactos comerciales con países que no están en la órbita del Mercosur. En este diálogo razonable y fraterno ambos países ganaron. De igual modo, los argentinos deberíamos preguntarnos, ¿Y si en Argentina los políticos tratan de aplicar parecido coloquio para cerrar la tremenda grieta que los separa y contagia cual virus crónico?

Lacalle Pou llegó al país con el currículum sanitario de tener el 75% de la población charrúa vacunada contra el Covid-19; el 69% con la doble dosis y ya comenzaron a realizar una tercera aplicación en busca de obtener la inmunidad de rebaño. Hecho reafirmado por una lista elaborada por el New York Times, donde ubica al Uruguay entre los primeros países que completarán la vacunación de su población contra el virus en el 2021, realidad salubre equiparada con Israel.

Pero también trajo en sus alforjas el contenido moral y ético de tres valores fundamentales que el pequeño gran país exhibe con inmenso orgullo:

1) La libertad. Expresada en la capacidad humana de actuar por voluntad propia. Corroborada por la ONG Freedom House, entidad que mide a 210 países con respecto al gozo del individuo sobre los derechos políticos y a las libertades civiles. Calificó a Uruguay como el sexto país más libre del mundo por octavo año consecutivo.

2) Periodismo libre. Es el país que da mayor libertad al periodismo según la ONG Reporteros sin Fronteras, quienes volvieron a confirmar en su World Press Index de este año, que Uruguay es el país de Sudamérica donde hay mayor libertad para el ejercicio del periodismo, y el segundo de Latinoamérica después de Costa Rica.

3) Resiliencia. La Global Resilience Index es la consultora estadounidense de seguros de alto riesgo que mide el grado de resiliencia y la forma de encarar y superar circunstancias traumáticas, amén de los desafíos de su entorno físico, que tienen 130 países en el mundo. En su último informe determinó que el Uruguay alcanzó los 62 puntos y lo convirtió en el más resiliente del continente americano después de Estados Unidos y Canadá. Se entiende, superaron como nadie el tremendo fratricidio en tiempos de dictaduras y Tupamaros.

Y con respecto a los derechos laborales, la Confederación Sindical Internacional (ITUC) determinó en su Global Rights Index 2021 que Uruguay fue el único país no europeo donde no se produjeron de manera regular violaciones de los derechos de los trabajadores y donde los derechos laborales colectivos estuvieron por lo general garantizados. Se entiende, los sindicalistas son muy luchadores, pero tienen límite de reelección.

Y la bella Montevideo, ciudad que frecuentemente visito, fue elegida la capital menos estresante del continente americano y el segundo mejor país de Latinoamérica para vivir, según la encuesta efectuada por Global Connectivity Index 2020 de Huawei. Se entiende, es gente lozana de vida sencilla y austera.

En 1985 al restaurarse la democracia fue electo presidente un hombre del Partido Colorado, Luis María Sanguinetti hasta el año 1990. Lo sucedió hasta 1995 Luis Lacalle Herrera del partido Nacional y luego, otra vez Sanguinetti seguido de Jorge Batlle también Colorado, para después ceder la presidencia al izquierdista Frente Amplio por diez años en la figura de Tabaré Vázquez y otros cinco años más presidido del popular José Pepe Mujica. Los Blancos retornaron al poder en el 2020 con Luis Lacalle Pou, hijo de Lacalle Pou Herrera.

Lo notable fue que, en cada traspaso de la banda presidencial, el presidente que se iba abrazaba al que llegaba. Y éste, de igual manera al que se retiraba. Dando así ejemplo cívico y de cómo debe ser en toda democracia.

Sorprendente José Pepe Mujica, el admirado socialista latinoamericano cuando expresara “el que avisa no traiciona”, cuando avisó que dejaba su banca en el Senado para tomarse licencia “antes de morir”. Fiel a su palabra el militante del campo nacional y popular que gobernó el país entre 2010-2015, renunció a su escaño para acogerse a la jubilación. Pero prometió continuar militando en política, desde su chacra que consume lo que cultiva junto a su mujer, la presidente del senado uruguayo.

En una breve carta dirigida a su esposa, Lucía Topolanski, que preside el Congreso, Mujica esgrimió “motivos personales y cansancio del largo viaje”, en referencia a su extensa trayectoria en la política de su país como político y ex guerrillero.

“Mientras mi mente funcione no puedo renunciar a la solidaridad y la lucha de ideas” escribió. En su carta de renuncia, Mujica pidió disculpas a sus colegas políticos: “Si alguna vez al calor de los debates pude herir lo personal de algún colega, pido disculpas muy sentidas”.

Tal como lo hiciera el vicepresidente Elpidio González en Argentina, renunció a todos sus haberes como presidente, senador y ministro, para acogerse a la jubilación ordinaria como cualquier uruguayo laburante.

El Pepe es un ejemplo de vida democrática. Y debe ser ejemplo de aquellos que, en Argentina, dicen ser militantes del campo nacional y popular y defienden a corruptos.

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