Los textos e imágenes pasaron a ser fuente de consulta

La necesidad de conocer y contar una historia común unió a miles de vecinos

Aficionado a la historia, Roberto Gutiérrez creó un grupo que ahora reúne a casi 30 mil eldoradenses que comparten fotos y relatos históricos de sus amigos y familias
domingo 08 de agosto de 2021 | 6:05hs.
La necesidad de conocer y contar una historia común unió a miles de vecinos
La necesidad de conocer y contar una historia común unió a miles de vecinos

“Eldorado siempre se arregló sola” es lo primero que dice el contador Roberto Gutiérrez cuando se lo entrevista sobre la historia de la ciudad y su página de Facebook “Eldorado en el recuerdo”, para luego comenzar a detallar los motivos de dicha afirmación.

Roberto Gutiérrez, más conocido como Beto, administra la página en la red social que tiene más de 28.000 integrantes o foristas y un archivo fotográfico de más de 60.000 fotos, con una participación activa de los miembros del grupo, aportando datos o comentarios sobre las fotos publicadas, convirtiéndose, de hecho, en una fuente de consulta permanente sobre la historia de la ciudad del Alto Paraná.

“Yo no soy historiador. Toco de oído en todo esto”, remarca, “pero dicen que lo que no hacés de joven lo hacés de viejo. A mí siempre me gustaron las fotos y mi papá no me podía comprar una cámara en esa época, cuando me recibí pude comprar la primera cámara fotográfica, pero no la sabía usar”, comenta riendo, “pero siempre tuve fotos”.

En base a las fotos propias, al archivo existente en el Museo Cooperativo y al aporte de particulares, “Eldorado en el Recuerdo” fue creciendo a paso firme.

“Transcurrido el tiempo me empecé a dar cuenta que había mucha gente que ni siquiera sabía quién era Adolfo Julio Schwelm (fundador de la ciudad), ni había visto una foto de él”, explica Gutiérrez en la charla con El Territorio.

“Había una orfandad respecto al conocimiento de la historia de Eldorado, entonces pensé en tener un lugar donde se pudiera centralizar el material gráfico que tenía la gente de la ciudad. Mi hijo me armó un grupo en el Facebook y comencé con algunas fotos que yo tenía. Al otro día comenzaron las consultas ‘¿no tenés fotos de mi tío?’ O me decían que tenían fotos de su abuela y ahí empezó todo. Se ve que era una necesidad de la gente de conocer su historia y contar su historia en los comentarios”, afirma.

Si bien todo el trabajo que hace lo realiza gratuitamente, hay personas que se niegan a aceptar que no obtiene ningún beneficio económico de la página.

“A veces la gente no entiende que uno puede hacer algo sin ningún interés económico, muchos me preguntan qué gano con esto y cuando les digo que nada, que lo hago por gusto, a veces no me creen. Hace un tiempo fui a ver a una escribana que quería que le publique toda la historia de su familia. Voy, le saco fotos a las fotos de ella, converso y cuando termino me dice ‘¿cuánto te debo?’ Cuando le dije que nada, que era porque me gustaba hacerlo nomás, me contesta: ‘No puede ser, tenés que cobrar algo’”.

Tal vez por la enorme repercusión de su trabajo es que recibió ofertas de publicidad, pero se niega a ello.

“Muchos me tantean para poner publicidad y no, no quiero esto para hacer dinero, lo hago para que la gente conozca la historia de Eldorado, participe en la recuperación de esa historia. Como te decía, yo no soy historiador, toco de oído en esto, por eso me molesta que gente que sabe más que yo -que no sé si estoy haciendo las cosas bien o mal- no se acerque a darme un consejo, a orientarme. Pero como todo trabajo aquí es gratuito, nadie se acerca. Y en el grupo hay muchísima información y muy importante”, agrega mientras reflexiona.

Información
Precisamente, su mayor temor es que se pierda toda la información que se logró recopilar con los años.

“Lo que preocupa es cómo protegemos la información que hay, porque habría que hacer un resguardo de toda la información con los comentarios, porque las fotos solas son insuficientes, lo que le da vida al grupo son los comentarios sobre las fotos, porque la gente aporta datos sobre esas fotos, comentarios hechos por el nieto, el sobrino, el abuelo, o alguien que estuvo ahí en ese momento”, sostiene Gutiérrez.

“¿Qué pasa con toda esa información si por cualquier motivo dejo de estar?”, se pregunta. “Necesitaría alguien que esté al lado mío para que vaya aprendiendo todo sobre el grupo, la manera de actuar para que no haya peleas y mantenerse lo más neutral posible, para que esa persona pueda continuar con el trabajo. Gran parte de la historia de la ciudad está ahí”, dice.

Precisamente esa historia es lo que lo lleva a afirmar que: “Eldorado siempre se las arregló sola”.

“La colonización de Eldorado fue la colonización privada más importante del país. La gran virtud de Schwelm no fue que viniera gente, si no que se quedara. Y esos inmigrantes, junto con trabajadores criollos, hicieron la ciudad, sin ayuda de nadie”, afirma.

Y para dar sustento a su aseveración, argumenta: “En la década de 1920/1930, quienes vinieron no sabían el idioma, no conocían las costumbres, no sabían los cultivos. Esa gente no tenía como vender sus productos y se asoció a la Cooperativa Agrícola (1931) que es la que salvó la economía de la ciudad. Y esa cooperativa llegó a ser la segunda en importancia del país. Todo lo que se hizo, se hizo de la mano de los particulares, los caminos, el puerto, los servicios, todo. Por eso yo digo que no se puede comparar a Eldorado con ninguna otra ciudad”, sostiene.

Luego pasa a enumerar los distintos ejemplos.

“Acá llegó un momento en que no teníamos agua, entonces la Cooperativa hizo la toma de agua en el Lago Ziegler con la red de distribución. Había otra red que funcionaba en la zona del Kilómetro 4, en el barrio La Colina, que sacaban el agua de una naciente, entonces, todos los habitantes de ese barrio tenían agua casi gratis”, relata.

Y enriquece lo dicho con más información. “Lo mismo sucedió con la electricidad, en la década del 1930, en el Kilómetro 4, Barth ya tenía una usina para su emprendimiento y para la zona de Piñalito, y acá en el, Kilómetro 9 había otro sector que tenía energía a través de un dínamo donde estaba don Yeske. Hasta que en 1951 se fundó la Cooperativa Eléctrica que producía su propia energía, hasta que se cedió la producción a Emsa por la necesidad de más energía y hoy solo distribuye. Otro ejemplo es el teléfono que se hizo acá a nivel local. En la década de 1960 se comienza con 100 aparatos y era privado, hasta que se debió transferir a Entel. El puerto también era privado, no vino el estado a construir un puerto. El primer puerto estaba en el Kilómetro 1, que era apto para la llegada de barcos con gente, pero no para sacar la producción de la colonia, entonces la Cooperativa Agrícola hace el puerto en Pinares que era un puerto privado”, cuenta con lujo de detalles.

“Hasta el servicio de balsa era privado. Los bomberos son otro ejemplo. Acá la primera autobomba que se compró, la adquirió la comunidad mediante actividades y bonos para recaudar el dinero y se estacionaba en la estación de servicio de Eriksen, porque no había ni siquiera donde guardarla”, precisa.

Hito
Otro hito de orgullo para los eldoradenses es el antiguo hospital de la ciudad, que por largos años fue de referencia para todas las colonias del Alto Paraná.

“El primer hospital también fue una cuestión particular en el edificio de Bothner, que lo había pensado para traer sus compatriotas heridos en la segunda guerra”, dice Gutiérrez.

“Los gringos trabajaban seis horas en sus chacras y después trabajaban en la mejora de sus caminos porque sabían que de esos caminos dependía la venta de su producción. Es decir, Eldorado se puso los pantalones desde sus inicios y esa es una característica muy rara que no se da en todos los lugares”, asegura.

Gutiérrez admite entre risas que la tarea que hace le da grandes satisfacciones. Y cuenta una anécdota. “Cuando empezaba el grupo, voy un día al centro y un muchachito de 16 o 17 años, que no conocía, me dice ‘Señor, señor… ¿Usted es el que hace la página de la historia de Eldorado?’ Cuando le digo que sí, me contesta ‘Usted es mi héroe, yo entro todos los días a ver la página’. Ahí tomé conciencia de que la página gustaba, que era una necesidad y no una imposición”, finalizó.

 

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