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El enemigo

domingo 08 de agosto de 2021 | 6:00hs.
El enemigo

El hombre se encontraba solo, aparentemente. Rodeábanle la miseria y el espanto. Se había desatado sobre él la peor guerra que había conocido. Las horas en este antro eran eternas, no sabía bien lo que esperaba. Sabía de su supervivencia, de su lucha por el alimento y la vida, que es la fuerza primigenia del hombre. Quienes creían que la lucha primaria del hombre era espiritual se equivocaban. Aquí esa teoría no funcionaba. El único principio moral que aquí regía era la ley del más fuerte. Tantas balas tienes, tanto vales. Ahora él valía poco. Sólo tenía una bala. Sólo una. Qué hacer con esa bala, esa era la pregunta.

El hambre entraba a carcomer las entrañas, molestaba terriblemente bajo esas ropas sucias y malolientes. El aguijón del dolor y el cansancio eran bastante fuertes. Soportaba porque tenía que soportar. No había alternativa. Se recostó contra la pared. Le estrujaban todos los huesos. La tensión nerviosa ya superaba el punto límite.

En este punto de su vida, la relajación parecía más que un espejismo. Pero igual intentó recostarse para despejar aunque más no sea su mente, que sólo escuchaba el rugido incansable de las ametralladoras y el gemido de sus compañeros muertos.

Fue entonces cuando sintió aquel movimiento. Venía de la puerta de enfrente. La sombra fue creciendo de a poco, dejando entrever la figura de una persona caminando lentamente. Allí estaba otra vez: el enemigo.

El soldado enemigo caminaba en la penumbra presintiendo peligro, pero no podía ver al hombre que, agazapado, lo esperaba vengativamente.

El edificio era bastante obscuro, pero dejaba entrever el aspecto de cansancio del extranjero. El hombre gatilló el arma, que rompió el silencio sepulcral del recinto.

La última bala estaba preparada.

El recién llegado levantó las dos manos y comenzó a balbucear nerviosamente cosas incomprensibles. Pero el otro desconocía esa lengua. El enemigo agitaba un pequeño papel en su mano derecha y seguía hablando en su indescifrable idioma. El hombre se preocupó en apuntar perfectamente. La bala partió como un rayo fatal e hizo un agujero mortal en la faz del extraño, quien cayó desplomado como un muñeco de trapo sobre el piso. El tirador se acercó desconfiadamente al ex-soldado, quien yacía sin aliento sobre el mosaico. Se cercioró que estuviese real y totalmente muerto. Recién entonces tomó el papel que el cadáver retenía en su puño como una oración de ultratumba. Pudo leerlo sin problemas porque estaba escrito en su propio idioma: “Vengo en paz, la guerra ha terminado”.

 

Aníbal Silvero

Anibal Silvero es un escritor nacido en Posadas con varios premios literarios en su haber. El relato “El enemigo” está incluido en el libro Cuentos sin Fronteras, publicado por Editorial Club Universitario, de Alicante, España.

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