Luchas ambientales en Argentina

martes 03 de agosto de 2021 | 6:00hs.

Hasta los años setenta, los ciudadanos preocupados por el ecosistema eran considerados como personas sin empatía por los temas realmente importantes de la sociedad, o con mucho tiempo libre, y sus voces no marcaban la agenda social, ni política de nuestro país. En esa sintonía, el periodismo ambiental ocupaba un lugar periférico, con notas de color o entretenimiento.

Con la conferencia que organiza las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, en 1972, se funda una nueva conciencia ambiental. En la ciudad sueca se afirma que las nuevas tecnologías aplicadas a la producción son no sólo una gran oportunidad de desarrollo económico para las sociedades, sino también un riesgo muy grande en cuanto a la destrucción del medioambiente si no se hacen de manera racional y tomando los recaudos adecuados. El mundo empezaba a cuestionarse la contaminación que generaba la industrialización, y el costo que implicaba este modelo productivo para las próximas generaciones. 

El accidente en la planta nuclear de Chernóbil, en 1986, dejó en evidencia estas consecuencias y dio inicio a la primera ola de activismo ambiental, con el llamado Movimiento Antinuclear. En Argentina, esta ola tuvo su lugar protagónico en 1996, con la gran marcha a Gastre, cuando miles de personas en la calle lograron frenar un proyecto que evaluaba el congreso nacional para construir en Chubut un basurero nuclear.

Actualmente, las noticias ambientales de nuestro país y las luchas tienen avances y retrocesos en tres frentes. 

1) Minería a cielo abierto. Un sistema por fuera de lo que nosotros conocemos como la minería tradicional, que consiste en volar la montaña y luego separar la piedra de los minerales usando una gran cantidad de agua y aplicando cianuro y otros contaminantes. Este proceso grandes cantidades de desechos tóxicos conocidos como lixiviado, un líquido sin oxígeno que contamina y no permite ninguna forma de vida. Esta lucha fue comenzada en 2003 por la Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Esquel cuando en esa localidad lograron frenar la instalación de la firma canadiense Meridian Gold, y tuvo su eco hacia 2005 en Famatina, La Rioja.

2) Modelo agrícola. En 1996 se autoriza la comercialización de la semilla de soja Roundup Ready, de Monsanto, esto quiere decir que era alterada genéticamente para tolerar al glifosato, un herbicida clasificado por la Organización Mundial de la Salud como “probablemente cancerígeno para los seres humanos”. La biotecnología imponía así una expansión sin precedentes de nuestra frontera agrícola, llevándonos a una descontrolada deforestación y a un cambio en los usos del suelo para favorecer el agronegocio.

El uso masivo de agroquímicos y el deterioro de los ecosistemas se hizo evidente en Córdoba capital cuando las tasas de cáncer entre los vecinos a una plantación de soja superaron 41 veces al promedio nacional. Allí Sofía Gatica, luego de perder a su hija Nandy probablemente por los plaguicidas a los que estaban expuestos, inicia el movimiento Madres de Ituzaingó bajo el lema “Paren de fumigar”. Hoy siguen trabajando para que se prohíba el glifosato a nivel nacional.

3) Nuevas técnicas para la extracción de petróleo. Planteado para los yacimientos en la cuenca neuquina, el fracking es un método que consiste inyectar a alta presión grandes cantidades de agua con aditivos químicos y arena para fracturar la roca y liberar el gas metano que se encentra atrapado. Entre sus principales riesgos están la contaminación del ecosistema con los químicos o por las fugas de metano, y generación de sismos.

Finalmente, no podemos dejar de mencionar la Asamblea ciudadana ambiental de Gualeguaychú, cuando comenzó su lucha contra las pasteras sobre el río Uruguay. Un caso que terminó en tribunales internacionales y marcó un antes y un después para el periodismo ambiental. 

En conclusión, podemos verificar que aquello que promulgó la Conferencia de Estocolmo a principios de los años setenta, hoy sigue vigente. Ya no se trata de ecologistas o de personas con mucho tiempo libre, todos podemos ver cómo la degradación del entorno incide negativamente en nuestra calidad de vida. Es así también como el periodismo ambiental pasó a ocupar la tapa de los diarios y se convirtió en noticias que hoy nos interesan a todos, lejos de aquellos lugares de relleno que le solían dar.

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