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Mauro Parrotta, el gran narrador de historias

El periodista de El Territorio falleció ayer en Posadas, tras batallar durante años con una salud deteriorada

miércoles 28 de julio de 2021 | 8:03hs.
Mauro Parrotta, el gran narrador de historias

A los 47 años, murió ayer en Posadas el periodista Mauro Parrotta, firma registrada en El Territorio a la hora de contar historias y un compañero inolvidable.

Se fue de pronto de esta vida, que vivía intensamente. Había nacido el 15 de abril de 1974 lejos de Misiones y nunca perdió esa tonada de Buenos Aires. Pero se sabía misionero más allá de su incurable melancolía de tango. Hincha de Boca, reservado, hosco a veces, tenía una sensibilidad desbordante. La que en su juventud lo impulsó a regalar versos anónimos por aquí y por allá, líneas que aunque no tuvieran firman, nadie dudaba quién las había escrito. La misma que le otorgó el don de encontrar el punto exacto entre el periodismo y la poesía. Sabía que ese era su talento. Y no dudaba en lanzarse tras esas historias increíbles de las que Misiones es una fábrica incesante.

Sin embargo no empezó así en el periodismo. Ingresó a la redacción siendo un adolescente. Saltó de los últimos años de la secundaria en el Colegio Martín de Moussy, por entonces el Nacional, a escribir sobre deportes. Mauro fue de los últimos en El Territorio de esa generación de periodistas formados en las redacciones de los diarios.

Tenía una anécdota fabulosa. La madrugada en que cuando salía del diario -por esos años se cerraba bastante más tarde que ahora-  y en el camino se lo topó al Diego, al único, sentado en el canterito del camino de ingreso a la residencia del gobernador, escapado de una reunión social en su honor.

Cuando a finales de los 90 en las redacciones se impuso eso de contar historias antes que la Historia, Mauro encontró un lugar hecho a su medida. La nena que se perdió en el monte y nunca más apareció. Cómo es vivir con miedo en un barrio a orillas del Paraná copado por el narcotráfico. La desgarradora llegada a Posadas de los cuerpos de los jubilados muertos en un siniestro vial en Brasil. Esos eran los temas para Mauro y no dudaba en llegar hasta donde sea y tomarse el tiempo necesario hasta captar ese dato intangible, que no te lo pasa nadie, ese que hay que leer en los gestos y el tono de voz de los protagonistas para después ponerlo en palabras.

También escribió en Policiales. Y fue un gran cronista de la noche. Seguía el siempre cambiante ritmo de las zonas rojas en Posadas, con sus rutinas y códigos inviolables. Investigaba los circuitos de las sustancias ilegales y las estrategias con las que se las arreglan para evadir la ley.

Y así fue hasta que le duró la buena salud. Era editor de Actualidad cuando, hace poco más de diez años, un serio deterioro de los pulmones tras una neumonía le acortó el vuelo. Siguió escribiendo apasionadamente, pero sabía que tenía que cuidarse. En los últimos años sumó su pluma principalmente a la edición digital, pero también para la impresa con ese estilo que era su marca registrada. La pandemia prácticamente lo alejó de la redacción física del diario, si bien estuvo activo desde su casa hasta el final.

Desde hoy se lo extrañará en la redacción de El Territorio, a la que entró hace casi 30 años (cada año recordaba con emoción el aniversario de su ingreso) y donde escribió toda su vida, hasta el domingo. Pero también se lo extrañará en otras donde tiene colegas que conocieron la rotundidad de su carácter y estilo único. Y en las mesas de los bares de los que supo ser cliente habitual, cultivando esa bohemia siempre tan vinculada al periodismo. Nos quedan sus textos, crudos e intensos, cómo él. Gracias, Mauro. 

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