Justicia salomónica en el espacio público

martes 13 de julio de 2021 | 6:00hs.

Con la inauguración en El Brete del último tramo de la Costanera a fines de 2011, Posadas logró consolidar un frente costero excepcional en Argentina y la construcción de un parque lineal que marcaría un antes y un después en la calidad de vida de todos los posadeños.

La finalidad recreativa y de esparcimiento se volvió protagonista, convirtiéndose en el espacio favorito de todos los vecinos para disfrutar de la brisa ribereña y del sol en el horizonte.

Este nuevo equipamiento urbano no estuvo ajeno a la tentación de convertirse en una vía rápida para que los vehículos accedan al centro, la posibilidad de caer en este vicio también la sufrieron otras ciudades como fue el caso del municipio bonaerense de Vicente López y las pretensiones inmobiliarias para convertir su paseo en un proyecto conocido vial costero. Afortunadamente -y por fuerte presión de los vecinos- esta propuesta no prosperó y hoy dominan en la playita de Vicente López los peatones y bicis, pero este caso -sin dudas- también sentó un referente para los criterios en diseños urbanos que vinieron después.

En el caso de Posadas, luego de un proceso largo y a fuerza de los indeseados reductores de velocidad -como los lomos de burros-, verificamos que las avenidas Roque Pérez y Roque Sáenz Peña ya no compiten con la Costanera y son la mejor alternativa para los vehículos.

También con el tiempo empezaron a verse cambios cuantitativamente y cualitativamente, ya que la existencia de este nuevo waterfront atacó directamente el sedentarismo de los ciudadanos. Acompañado por programas como Misiones Camina, los posadeños se encontraron motivados de practicar actividades físicas en la nueva costanera y los expertos afirman que hubo un cambio en el estilo de vida local que es muy favorable para combatir enfermedades cardiovasculares o coronarias.

Luego llegó el coronavirus para cambiarlo todo, en realidad la cuarentena fue un catalizador que visibilizó y potenció muchas cuestiones de nuestra sociedad, aceleró procesos que venían dormidos, como el teletrabajo o la educación a distancia, y -entre esas cosas- también puso a la luz la necesidad incuestionable de las personas de poder tener momentos para realizar actividades aeróbicas y pasar tiempo al aire libre, en contacto con la naturaleza, a tal punto que médicos en Reino Unido ya lo recetan como parte de ciertos tratamientos.

En esta línea, Posadas -durante la cuarentena- cerró totalmente la circulación de vehículos por la Costanera en amplias franjas horarias para que los vecinos pudieran salir a caminar y ayudarlos a cuidar su salud. Así también lo ratificaba la experta en transporte y movilidad activa Janette Sadik-Khan: las calles sin automóviles pueden desbloquear el espacio para que los residentes de las ciudades mantengan su cordura y puedan respetar una distancia segura entre ellos.

Es evidente que en estos diez años que se van a cumplir de terminada nuestra Costanera algunos usos se han consolidado, otros se han descartado y otros han crecido y necesitan mas espacio, como es el caso de las actividades aeróbicas y deportivas.

Como posible solución, en muchas comunas lo que se hizo peatonal temporariamente quedó como peatonal definitivamente después de la crisis sanitaria y -en esa línea también- en la columna ‘Posadas 2030 y la década de acción’, del 21 de julio de 2020, desde estas páginas se proponía que, partiendo de la experiencia que nos dejó la cuarentena sobre estas buenas prácticas que empezaron a vivirse en la ciudad, le entreguemos el principal tramo de nuestro frente costero a los peatones y ya no vuelvan a circular por allí los autos particulares.

Es real que las actividades aeróbicas y los biciusuarios necesitan más espacio que el contemplado originalmente en 2011, pero también es verdad que los autos particulares para moverse rápidamente van por otras arterias. Evidentemente la justicia salomónica se hizo presente y con la creatividad del Estudio Cella se decidió dejarles la calle a los autos y hacerles una calle propia a los que están haciendo actividades físicas caminando o en bicicleta. Proyecto que fue presentado ayer por el director ejecutivo de la Entidad Binacional Yacyretá, Ignacio Barrios Arrechea, y propone atender las necesidades de los posadeños en el espacio público de la nueva normalidad. Una senda para movilidad activa por fuera de los limites actuales, que vinculará El Brete y se espera que llegue hasta el arroyo Zaimán.

Sin dudas esta obra deberá complementarse con una fuerte forestación de la parte superior, incluso podría retirarse la angosta ciclovía en la vereda superior y convertirla en un cantero corrido de nuevas plantas y flores. Lo que está claro es que el espacio urbano no puede quedarse atrás de una sociedad que está en constante evolución y este desafío sólo puede ser resuelto con inteligencia y respeto por todos.

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