Tres nuevas tendencias en la planificación urbana

martes 06 de julio de 2021 | 6:00hs.

1. Imaginemos por un momento, que el intendente de una ciudad -y su equipo- no tiene un lugar fijo de trabajo. Durante un mes atiende a los vecinos, tiene sus reuniones y realiza las tareas de su gestión desde las oficinas municipales en un barrio. A la mes siguiente, se traslada y hace base en las oficinas municipales de otro barrio. Y así, a lo largo de su mandato, visita, se interioriza y trabaja desde cada una de las diferentes comunas. Este modelo de administración es el que se está proponiendo a los alcaldes del mundo, y avanza en lo que se denomina ciudad distribuida.

De la misma forma, en lugar de tener a todos los secretarios trabajando en un mismo edificio, un centro cívico o un palacio municipal, cada uno de estos centros vecinales pueden ser el lugar donde ellos se instalen. En un barrio funcionará la Secretaría de Obras Públicas, en el otro se encontrará Salud. Hoy, la conectividad nos permite ser eficientes desde cualquier lugar, vemos todos los días a los gobernadores tener reuniones con el Ejecutivo nacional por teleconferencia y no se tratan temas menos importantes por tratarse de una videollamada.

La ciudad distribuida es diferente a la ciudad descentralizada, en un modelo territorial descentralizado, las dependencias satélite -sucursales próximas a nuestro hogar- están en condiciones de atender nuestros tramites y nos ayudan a resolver nuestros problemas, sin necesidad de trasladarnos al centro, pero el centro sigue existiendo, sin dudas descomprimido, pero lleno de autoridades. En el modelo distribuido no hay un barrio más importante que otro, se empareja la importancia entre las diferentes comunas, y por supuesto, también se empareja el valor del suelo. Por ejemplo, tener una librería o un local de correo va a ser igual de valioso y rentable enfrente a cualquiera de las dependencias municipales, sea en el barrio que sea. De la misma manera que todos van a tener las mismas necesidades de transporte público, y así, el sistema va a tender a parecerse mas a una red y menos a los rayos de una bicicleta, donde todas las líneas te llevan al centro.

2. El exceso de carbono, y de todos los gases que generan el efecto invernadero sobre nuestro planeta, nos ha puesto en una crisis climática muy difícil de resolver. Se debe a dos motivos, el uso de combustible fósil y la destrucción de nuestra biodiversidad.

Para poder recomponer a esta última, debemos trabajar municipio por municipio, no es un trabajo que dependa de un gobierno nacional o subnacional. Nuestras ciudades son los agentes de cambio que deben empezar a ocuparse de la biodiversidad como si fuera una parte más de la infraestructura que poseen.

¿Cuánto presupuesto le dedican en tu municipalidad a asfaltar, a alumbrado público, a recolección de residuos? ¿Y en la infraestructura verde? De eso se trata este segundo punto, comprender al aire, el suelo, el agua, la flora y la fauna, en resumen, a toda la biodiversidad, igual de importantes que la luz, el agua, el gas o la señal de celular, a la hora de administrar una ciudad.

3. Así es como arribamos a la tercer nueva tendencia en la planificación urbana. Es importante que tratemos a la flora y a la fauna como partes de una infraestructura que conforma nuestro hábitat urbano, pero no son objetos que tengan que trabajar para nosotros, no son el reloj de un andén en la estación de tren.

Los árboles no son módems de wifi y por eso está entrando en desuso el término servicios ambientales. Si consideramos que cada uno de nosotros necesita de 22 árboles para poder respirar, está claro que su presencia nos resulta un beneficio, aunque no estén para servirnos. Los árboles en la ciudad, más que servicios ecosistémicos, debemos empezar a considerarlos como contribuciones de la naturaleza a la vida de las personas.

En definitiva, cuando evaluamos qué hace falta para tener una mejor infraestructura verde, ya que todos queremos fortalecer esas contribuciones de la naturaleza y lograr frenar el calentamiento global, curiosamente nos encontramos que, para tener un mejor aire, mejores suelos, mejor agua, mejor flora, mejor fauna, la respuesta siempre es la misma: plantar, plantar y plantar.

La clave está en el arbolado urbano y la sombra nativa. Al menos, empecemos cumpliendo aquello de tener un árbol cada ocho metros de vereda, como propone la normativa. Implantar -aunque no sea la única respuesta- es un paso indispensable hacia un futuro mejor para nosotros y para todo el planeta.

¿Que opinión tenés sobre esta nota?