El Polaco fue uno de los emblemas misioneros de la disciplina

Marczuk: “Hay que resignar cosas para conseguir otras”

El actual técnico de Crucero se refirió a la transición de jugador a DT. “No pensé que iba a ser tan duro el después del retiro; fue todo un proceso de readaptación”, señaló
domingo 27 de junio de 2021 | 6:04hs.
Marczuk: “Hay que resignar cosas para conseguir otras”
Marczuk: “Hay que resignar cosas para conseguir otras”

La vida de Carlos Marczuk (45) estuvo siempre reflejada en el fútbol. El buen comportamiento y la disciplina marcaron el camino para quien fue uno de los más grandes mediocampistas que entregó nuestra provincia. Elegante y de buen pie, corredor y cumplidor como pocos, el ‘Polaco’ basó sin dudas su carrera en el sacrificio.

Fue en la década del 90 el momento de despegue jugando en Ex Alumnos 185 de Oberá, aunque a Carlos le bastó sólo un año para dejar el club de sus amores y comenzar su aventura en Atlético de Rafaela (Santa Fe).

Desde 1997 al 2004, Marczuk fue trotando por el ascenso hasta llegar a la elite del fútbol peruano donde alcanzó el techo de su carrera en Sporting Cristal; fue dirigido por Jorge Sampaoli y hasta disputó la Copa Libertadores del 2006.

El regreso a Misiones se dio en el 2007, insertándose en el proyecto de Crucero del Norte. Allí se quedaría hasta el 2014 logrando los ascensos al Federal A y la B Nacional, transformándose en ídolo del club. Ya en el ocaso de su carrera, el Polaco colgó los botines ese mismo año en la institución que lo catapultó al profesionalismo, terminando así con 22 años de exigencia absoluta.

Fue en ese momento cuando empezó la etapa de transición a la vida ‘normal’, un verdadero dolor de cabeza. “Yo tenía bien en claro que me iba a retirar cuando no renové contrato con el Colectivero y me fui a jugar a Ex Alumnos los últimos seis meses de carrera... pero no pensé que iba a ser tan duro el después. Fue todo un proceso de readaptación”, inició.

“Al principio entrenaba solo y hasta busqué ayuda (psicológica) para poder canalizar esa ausencia. Me recomendaron, lo hice y la verdad que me dio la posibilidad de focalizarme”.

“No fue nada agradable. Ese vacío lo intenté llenar con los amigos, con los días de pesca…pero me fui dando cuenta que no alcanzaba”. agregó.

Un nuevo amanecer
Casi como caído del cielo esa focalización logró materializarse en un nuevo trabajo, igual de exigente y hasta se podría decir que con mayores responsabilidades, el de director técnico.

“Tenía decidido que quería ser DT. Me preparé antes de retirarme e hice todos los cursos que correspondían...pero lo importante es que apenas cerré la etapa de futbolista ya tuve la posibilidad de dirigir a Ex Alumnos en el 2015”, dijo.

Una nueva puerta se abrió y nuevamente la motivación llegó a la par, como en sus comienzos de futbolista. “Entre 2016 y 2018 fui ayudante de campo de Pico Salinas en Crucero y Guaraní, además de ocupar ese rol en Juventud Unida de San Luis junto a Pedro Dechat. Fue todo preparación para mandarme solo”, remarcó. Hoy Marczuk es el técnico de Crucero en el torneo Federal A, desde el 2019.

¿A qué se debe esta necesidad de seguir involucrado en el deporte de alta competencia?
Lo que me llevó a seguir trabajando en el fútbol es pura y exclusivamente debido a la pasión que siento por este deporte. También tuvo que ver la necesidad de volcar en los más jóvenes todo lo que pude vivir tanto en Argentina como en Perú jugando distintos torneos; esa es la mayor pasión que tengo.

El estar dentro de la cancha de fútbol es una sensación incomparable, no hay otra más linda.

¿Cuáles son los cambios más importantes de la transición de deportista a entrenador?
Los cambios más importantes se ven en la rutina. Cuando era futbolista profesional lo único que me preocupaba era entrenar, jugar, rendir bien y descansar...ahora como director técnico las responsabilidades son mucho más grandes.

Hoy tengo que conformar entrenamientos, un equipo, seleccionar jugadores. Tengo 30 personas con distintos problemas, distintas situaciones y rendimientos. Entonces trato de emparejarlos a todos.

Antes me preocupaba por mi cabeza y ahora tengo muchas más de las que tengo que estar al tanto.

¿Te costó el cambio de rol?
Lo que más me costó fue el después de haber tomado la decisión de no jugar más. Ell estar preparado toda la semana para competir el domingo, tener la cabeza puesta en el partido y de la nada dejarlo...encontrarme los fines de semana sin motivación y esa adrenalina de jugar fue muy duro.

Gracias a Dios estoy cerca de mi familia que me ayudó mucho, me contuvo. Desde mi señora (Natalia), mis hijas (Victoria y Florencia) a mis padres...ellos fueron los pilares en ese momento de retiro que pensé que lo iba a llevar ‘de taquito’ pero cuando lo tuve que vivir no fue nada fácil.

Esta etapa me mantiene haciendo lo que me gusta pero sinceramente uno nunca termina de recibirse de DT, de aprender del fútbol.

Estar vinculado al deporte de elite ¿de qué se requiere y para qué hay que estar preparado?
Desde joven hay que dedicarle tiempo a esto. Mientras tus amigos están teniendo una vida un poco más relajada, el profesional tiene que estar concentrado, pensando en el partido y cuidándose físicamente para llegar de la mejor manera; como trabajás con tu cuerpo el cuidado es prácticamente extremo bajo mi punta de vista.

Pero lo más importante es que hay que estar dispuesto a perderse todos los momentos cruciales...desde casamientos, bautismos, cumpleaños y algunas cosas feas de las que se necesita el apoyo cercano para salir adelante. Todo por competir, jugar y viajar. La profesión de futbolista requiere tiempo.

Ahora como DT pasa, pero no tanto en el día a día. Me puedo tomar algunas licencias como disfrutar de una cena, trasnochar cuando hace falta o cuando la situación lo amerita.

¿Pensaste en el después, se puede vivir sin esta ‘pasión’?
Hoy siento que esto es mi profesión, lo que quiero hacer... pero también sé que en algún momento se va a terminar.

Si me dan hoy para escribir lo que quería ser como futbolista, sin dudas que no iba a poder escribir lo que viví. Superó mis expectativas.

Hoy mi objetivo principal es tratar de realizar lo mismo como técnico hasta que las ganas y este entusiasmo me lo permitan.

Me emociona mucho estar con los jugadores en el día a día, analizar al rival, tratar de sacarle lo mejor al futbolista. Realmente es una pasión y más en esta etapa que me toca de Crucero, con jugadores que no tuvieron esa experiencia de jugar en ligas mayores del fútbol argentino y a los que puedo ayudar volcando mi experiencia.

¿Te considerás un formador?
Me considero un formador de jugadores y más en esta etapa del Colectivero. Tenemos muchos chicos jóvenes en el club, más una base de jerarquía. El recambio de este plantel está compuesto de canteranos misioneros y aprovechamos para formarlos no solamente como jugadores sino como personas.

Este deporte es cruel y no todos van a llegar, pero tratamos de darles las herramientas para que, el día que les toque, saber a qué se van a enfrentar.

Tuve algunos jugadores como el caso de Rodrigo Ramírez, que está jugando hoy en Arsenal de Sarandí, de Juan Carlos Portillo, que está en Unión de Santa Fe, o Iván Molinas que está en Alvarado...verlos en otro lugar de elite me reconforta, esa es la sensación que nos llevamos con el cuerpo técnico.

El fútbol te sacó muchas cosas, pero ¿cómo definís esto de no poder dejarlo?
Lo canalizo por la pasión. Hay veces que uno hasta no toma medidas de todo lo que se pierde por tratar de hacer lo que a le gusta, que tampoco es poco.

En todos los ámbitos de la vida hay que resignar cosas para conseguir otras. En esta profesión toca esto y, si nos gusta, hay que seguir para adelante.

 

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