Ñande Reko Rapyta (Nuestras raíces)

El descubiertero

viernes 25 de junio de 2021 | 6:00hs.

En Misiones, el oficio del descubiertero fue muy valorado hasta mediados del siglo XX. Según Hugo Amable, “es el que busca determinadas especies de árboles en el monte. Se orienta rápidamente hacia el lugar en donde se encuentra cada ejemplar de la especie buscada, por distante que esté uno de otro, y por más oculto que se halle en la maraña. El descubiertero también es guía y orientador en las marchas a través de la selva; especie de baqueano del monte (…)”.

Actividad masculina por excelencia, tuvo muchos exponentes, aunque trascendieron a la posteridad un puñado; entre ellos, el más popular fue Carlos Bosetti, no por su trayectoria en este rubro sino más bien porque un salto de las imponentes Cataratas del Iguazú lleva su nombre, y por un paseo de la capital provincial.

Carlos nació en Italia en el año 1840, hay rumores de que fue en la región de Lombardía, más precisamente en el Piamonte, pero no hay certeza.

Se cree que llegó a nuestro país muy jovencito y como tantos otros se “arrimó” a sus paisanos; así se encontró participando en la Legión Agrícola Militar Italiana -con sede en Bahía Blanca-, a las órdenes de Pietro Giovanni Battista Chiarlone, que comandara Antonio Sussini, cuya misión fue parte de la actividad conocida como Campaña al Desierto de Bartolomé Mitre.

Todo parece indicar que alrededor del año 1862 se instaló en el Chaco paraguayo y comenzó a trabajar con “expediciones”; por alguna razón, apenas dio inicio la Guerra de la Triple Alianza, se enroló en las filas brasileñas como voluntario; otras versiones lo ubican en la misma contienda bajo bandera argentina, como soldado y/o vivandero -especie de revendedor de mercaderías de poco volumen, comestibles y bebidas que, con permiso del comandante de un ejército, tropa o división acompañaba en tiempos de guerra, en la retaguardia, comercializando con los soldados -.

En algún momento, cuando el conflicto bélico dio fin, se instaló en Posadas y se dedicó casi exclusivamente al oficio de descubiertero, especialmente en la zona de San Pedro y San Antonio. Fue el guía inicial de casi todas las empresas yerbateras y madereras del Alto Paraná; los hermanos Juan y Francisco Goicoechea, Domingo Barthe, Francisco Meabe, Gustavo Nierderlein, Juan B. Ambrosetti y Eduardo L. Holmberg lo contrataron por su prestigio y conocimientos inigualables sobre los secretos de la tierra misionera.

Bosetti fue parte de la comitiva que “redescubrió” las Cataratas del Iguazú en los primeros años de la década de 1880 -después de la territorialización de Misiones-, junto a Jordán Hummell, Santiago Boye y Adán Luchessi. Ese viaje fue financiado por el dueño de cincuenta leguas cuadradas en la zona José Gregorio de Lezama y patrocinado por la Armada Nacional Argentina;  el derrotero fue plasmado en el libro ‘Note di un viaggio nelle Missioni ed Alto Paraná”, con ilustraciones de E. Tavole, publicado en 1923 por el Instituto Sordo– Muti, en Génova, que incluyó aportes de Carlos sobre la flora y el potencial económico del área –dirigidos a atraer inmigrantes italianos-. Esta experiencia facilitó otro viaje con fines turísticos hasta el mismo sitio y que inspiró a Victoria Aguirre Anchorena a la donación de dinero para construir el primer camino hasta las Cataratas.

Carlos Bosetti tenía 49 años aquel 7 de enero de 1889 cuando contrajo matrimonio con Catalina Girotti, en la iglesia San José de Posadas –hoy Catedral-; ella estrenaba su primer medio siglo. La ceremonia fue sencilla pero emotiva, de acuerdo al acta nupcial firmada por el sacerdote Vicente Guinea. Los novios vivían por entones en Candelaria y fueron testigos de la ceremonia Serapio Ruiz Díaz y Vitoria Pavón.

De más está aclarar que la pareja no tuvo hijos y dado el trabajo de él, se instalaron en la ciudad capital, donde Catalina pasó largos períodos de tiempo esperando el regreso del descubiertero; paliaban la ausencia, la compañía de amigas y vecinos, fue tan importante y valorada esta contención que, cuando en el año 1898, su salud comienza a deteriorarse rápidamente, decide donar un terreno de su propiedad a la ciudad, en agradecimiento.

Lamentablemente falleció antes de concretar la entrega. En el mes octubre de ese año Carlos se apersonó en el recinto de sesiones de la Municipalidad y expresó la voluntad de su esposa de entregar un lote ubicado sobre la calle Bolívar entre Rivadavia y Buenos Aires, con salida a estas tres arterias; la palabra fue suficiente, enseguida se comenzó a construir el Mercado que tanto necesitaba la ciudad, y se lo inauguró el 17 de setiembre de 1899.

Bosetti pudo entregar el título del terreno el 31 de octubre de 1900 -un mito urbano sostuvo por décadas que la donación tuvo algún tipo de condicionamiento, lo que es totalmente falso-. El Mercado funcionó hasta la década de 1980 y a finales de la década siguiente fue “reciclado” en lo que actualmente conocemos como Paseo Bosetti de la ciudad de Posadas. Esas cosas de la vida hicieron que perviva el nombre de Carlos y se pierda en el olvido el de Catalina, quien fuera la verdadera donante.

A modo de un pequeño acto reparatorio, hace unos pocos años el Concejo Deliberante, designó “Catalina Girotti” al escenario de dicho paseo –anteriormente una fuente de agua-.

Carlos Bosetti se mudó a Puerto Iguazú y se dedicó a la yerba mate; todo indica que en el año 1909 viajó a Europa y en ese contexto falleció en Barcelona

El nombre del descubiertero se plasmó en uno de los saltos que componen las Cataratas del Iguazú – dicen que es de los más fotografiados-, en calles y avenidas de la provincia y en emprendimientos privados.

En uno de los libros publicados por Raimundo Fernández Ramos se puede apreciar una fotografía suya, la imagen muestra un rostro marcado por el duro oficio que desarrolló durante cuatro décadas aproximadamente; esa actividad desapareció con el devenir del tiempo.

¡Hasta el próximo viernes!

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