Marcha en el barrio A3-2 ayer a la tarde

“Estoy de pie y voy a seguir así hasta que todos paguen”

Rosalía Ramírez, viuda de Cristian Sotelo, reclamó justicia y exigió la detención de todos los implicados en el caso. Un sospechoso permanece en condición de prófugo
jueves 17 de junio de 2021 | 1:06hs.
Por Jorge Posdeley
Marcha
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Con velas, carteles y una caminata simbólica hacia la escena del hecho, familiares, allegados y vecinos de Cristian “Casimiro” Sotelo (40) se manifestaron ayer a la tarde en el barrio A3-2 de Posadas para reclamar justicia por el asesinato del hombre y exigir la detención de todos los involucrados.
La intervención comenzó a las 18 frente a la Comisaría Décima y contó con la participación de al menos 150 personas que se manifestaron portando velas encendidas y carteles en honor a la víctima.
Entre los presentes estuvo Rosalía Ramírez, viuda de Sotelo, quien expresó que “con esta marcha queremos pedir justicia por mi marido. A él le dispararon injustamente. Uno ya se entregó, él que era el cabecilla, el autor de todo, pero faltan más y quiero que todos estén presos. No porque él se haya entregado yo me voy a quedar tranquila y no voy a hacer nada más. Quiero que todos se pudran en la cárcel”.
En su declaración, la mujer hizo referencia a Elio “El Garrafero” C. (28), quien el martes se entregó ante la Policía y desde ese momento se encuentra detenido a disposición del Juzgado de Instrucción Seis, a cargo del magistrado Ricardo Balor, que lleva adelante la pesquisa del caso.
Por el hecho hay cinco detenidos a la espera de comparecer en audiencia de declaración indagatoria. Cuatro de ellos fueron arrestados horas después del hecho y sus participaciones en el crimen todavía se intentan establecer, mientras que el quinto se trata de El Garrafero.
Sin embargo, aún resta un sospechoso que permanece en condición de prófugo y por eso el reclamo de Ramírez: “Soy bastante fuerte porque yo el martes enterré a mi marido y hoy ya estoy peleando por él. Ayer dormí una hora y hoy estoy de pie y así voy a seguir hasta lo último, para que todos paguen”.
Por último, agradeció el acompañamiento de los vecinos y destacó que “esto es para que se vea el cariño que le tenían a mi marido, que es pavada lo que dicen en las redes sociales. Esta marcha fue espontánea, con vecinos y seres queridos. Acá se viene a pedir justicia”.

Rosalía Ramírez, viuda de Sotelo, pidió la detención de todos los sospechosos. FOTO: Natalia Guerrero

Entre los presentes también estuvo Vilma, madre de Maximiliano Sotelo, sobrino de la víctima fatal y quien también resultó herido en la balacera registrada el domingo a la mañana en la manzana 19 del barrio A3-2.
“Estoy acá para pedir justicia por mi hijo. El balazo le rompió la costilla izquierda. Por suerte la bala impactó ahí y se fue para otro lado, si no, se moría ahí no más también”, expresó la mujer.
El muchacho fue externado ayer y continuará la recuperación en su casa. Vilma contó que su hijo le dijo “mami, nosotros ya nos íbamos a ir a tomar a otro lado y mi tío casi se iba a su casa. Cuando nos movimos, ni tiempo nos dieron. La camioneta entró en la cuadra y ni tiempo nos dio. Bajaron unos monos y dispararon, uno con una metralleta, para mí fue Petaca”.
El mencionada Petaca es el sospechoso que permanece en condición de prófugo y sigue siendo intensamente buscado por el personal de la Dirección Homicidios que participa de las investigaciones del caso.
La propia Vilma fue testigo de lo sucedido y señaló que “yo escuché los disparos, fue un ‘tatatata’ (sic), parecía Navidad. Yo venía atrás de ellos, no sé como no me dio a mí una bala. Me salvé sólo porque Dios es grande”.
La principal hipótesis del caso indica que aparentemente la víctima, junto a su sobrino y otros dos muchachos que también fueron heridos, intentaron ingresar a una fiesta clandestina que había sido organizada por uno de los sospechosos. Allí se habría registrado un encontronazo con un guardia y el ataque fue en venganza de ese episodio.
Al respecto, Vilma señaló que “eso es mentira. La fiesta (otro evento) de mi sobrino ya había terminado. Cada uno se estaba yendo a la casa ya y de la nada apareció esa camioneta. Empezaron a bajar los monos, todos armados y dispararon. Yo le saqué un cartucho de 9 milímetros de la campera a mi hijo. Todavía no sé cómo mi hijo está vivo”.

 

“Estoy de pie y voy a seguir así hasta que todos paguen”
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